Eternamente mía

5

Caminaba por la calle, pensado en lo que Clara me había dicho a través de su mensaje, si hubiese sido posible creo que su expresión, o mejor dicho toda ella hubiese lucido como "Furia" de "Intensamente", estaría toda roja de los pies a la cabeza. 

Para ser una profesional que se ocupaba de analizar a la gente, no era la clase de persona que estaba muy concentrada en controlar su mal genio. Y si lo hacía era para no terminar internada ella en un psiquiátrico. 


Pero en cierto punto ella tenía razón, aunque me costara admitirlo, la vida seguía y estaba segura de que a mis padres no les hubiese gustado ni tampoco estarían felices al verme así, con aquel miedo. Ellos habían criado a una niña valiente, aventurera y sin temor a nada. 

Mientras mis amigas tenían que dormir con la luz encendida porque le tenían miedo al monstruo que dormía debajo de su cama, yo me metía debajo de la misma con una linterna y si hubiese sido necesario habría jugado con ellos. 

Ahora eran las cosas diferentes. Esa niña de 5 años que buscaba la aventura en todos lados y que difícilmente lloraba por algo, se había convertido en una mujer que había pasado los 20 años de edad, y que a esa corta edad había perdido todo lo que le brindaba seguridad y bienestar, algo que buscaba en cada lugar que visitaba, pero por alguna razón no lograba encontrar.

 A pesar de que sabía que ellos habían guiado mi camino, por alguna razón sentía que ni siquiera su ayuda serviría para que este miedo desapareciera. 


El sol que tan brillante estaba hace tan solo un minuto en el cielo, se vio aplacado por nubes grises y espesas que parecían querer ganar todo el terreno y entristecer a la gente bajo ellas con su presencia. 

Había gente que realmente adoraba los días nublados, sobre todo los que anunciaban una tormenta, yo no estaba de acuerdo con eso, posiblemente porque me arrastraban a los peores momentos de mi vida: mi fiesta de graduación casi se ve arruinada por ellas, mis padres murieron debido a una tormenta mientras su avión estaba en los cielos y por último pero no menos importante, mi reciente sueño en el que terminaba en el mar, a mi merced y a punto de morir. 


Entré a la cafetería en cuanto la gota más pequeña cayó en mi cabeza. No podía arriesgarme a llegar empapada al consultorio, en especial porque ya tenía suficiente con el sermón que me tenía programado para cuando llegara allí, luego de contarle la razón por la cual la visitaba.

Tal vez ella esperaba que fuese a verla solo para hablar de cómo podía hacer para que Jean—Pierre se propusiese. Estaba desesperada por conseguir que su novio le demostrara que quería ser su compañero para toda la vida. 


El lugar estaba repleto de gente, asumo que mucha de ellas habían tenido el mismo plan que yo, refugiarse de la lluvia que estaba comenzando y que no podía haber llegado en peor momento. Abordaría un avión dentro de unas horas y justo en este momento tenía que llover. 

¿Sería una especie de señal que me decía que era mala idea mudarme a Grecia? ¿Debía quedarme aquí? Me sentiría realmente decepcionada si eso fuese así. Había invertido demasiado tiempo y energía en este viaje como para que quedara en la nada misma. 


Busqué con la mirada un sitio donde pudiese sentarme, mientras veía como las gotitas de lluvia hacían una competencia para ver cuál llegaba más rápido al final de la ventana. De pequeña era algo que siempre amaba hacer. 

Muchas veces competía con mi madre y si yo ganaba una paleta cada vez que mi gota era la que llegaba primero, lo que nos llevó a instalarnos en un odontólogo durante mucho tiempo debido a las caries que esas golosinas me habían sacado, pero supongo que esa era una historia para otro día. 


Me temía que la sesión con Clara se iba a tener que posponer por razones de fuerza mayor, evidentemente.  


—Mucho me temo que no podré ver como tu cara se torna en un tomate cuando me grites por lo que me preocupa, debo decirte que eres la primera psicóloga que conozco que reacciona así, deberías considerar ir a un curso del manejo de la ira, querida—le envié un mensaje obviamente instándola a que se enoje aún más luego de ver  mi mensaje. 


Tan distraída estaba esperando el mensaje de respuesta que no me di cuenta que alguien me esquivó y se puso frente a mí, obviamente adelantándose en la fila.

Cosa que no permitiría, reconocía que hoy mi humor no era el mejor de todos, y es por eso que tuve que usar todo el poder que había en mi interior para poder decirle educadamente que no soportaba esa falta de respeto. Había gente buena y gente tediosa que hacia esa clase de cosas, se adelantaba en filas, se llevaba el último sándwich de la máquina expendedora o robaba de la heladera tu soda de dieta favorita. 

Ya había tenido suficiente de esa clase de gente y hoy definitivamente no lo dejaría pasar. 

Conté hasta tres para poder calmarme un poco y delicadamente toqué su hombro. La persona en cuestión media un poco más que yo, llevaba un traje que por mis conocimientos en la moda de alta costura, podía decir que valía entre 5.000 o 7.000 dólares. 

Más de lo que pagaba por el alquiler de mi casi ex residencia. Traía  el pelo largo atado en un pequeño moño y pude ver cuando se dio vuelta que tenía una barba de dos días, que le daba un aspecto despreocupado pero profesional. 


Asumía que era contador, publicista, editor o abogado, de otra forma no se justificaba el gasto innecesario en esa prenda de vestir. Quizás era modelo. Y aquello era un obsequio de alguna marca con la que había trabajado. Toda la gracia y elegancia que portaba se esfumaron en cuanto dijo con aire pedante: 


— ¿Se te ofrece algo? 


4 palabras que hicieron que mi ser interior fuera ahora la viva imagen de "Furia" 

                                     🎈🎈🎈



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En el texto hay: amor, aventuras, secretos revelados

Editado: 24.10.2020

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