Mimi
Gruño al sentir los rayos del sol en mi cara e intento taparlos de cualquier manera, pero sin funcionar ninguno. Bien Mimi, te olvidas… ¿dónde estoy? Abro los ojos por completo y me doy cuenta que no es mi habitación y que no estoy sola.
Una -estúpida- sonrisa se me dibuja en la cara al girar y ver quien ha sido mi acompañante esta noche. Una parte de mi no se lo cree, por lo que me acerco más a ella evitando despertarla y me quedo mirándola embobada -dios la gallega saca mi lado más cursi-.
—Mimita?-Abre los ojos poco a poco y se le dibuja una sonrisa al verme ahí-Pensé que no estarías….
—¿Por qué tendría que irme?...-Se esconde en mi pecho intentando ocultar su cara, pero la conozco demasiado y se que esta roja como un tomate—¿Qué pasa gallega?
—No lo sé... Todo me resulta tan raro.
—Raro porque has estado un año y pico huyendo y ahora mira como estamos-Intento sonar tranquila a pesar del palo que acabo de soltar.
Y en un simple movimiento, se levanta y sin decir nada sale del salón. Coño Doblas la cagas bien, repite mi subconsciente una y otra vez. Tarde, salgo detrás de ella, descubriendo que se ha encerrado en lo que supongo que será su habitación.
—Miriam joder...—Digo intentando abrir la puerta—. Abre y hablamos.
—Mimi vete de mi casa—Dice seca y borde, sacando la Miriam de hace años.
—Deja que hablemos joe'—Comienzo a tocar a la puerta insistente—. Me he pasao' diciendo eso, pero joder...
—No tenemos nada que hablar. Anoche follamos y punto. No quiero saber nada de ti.
Debería de irme y dejar que su enfado se marche por sí solo, pero se que todo lo que dice no lo hace de verdad y soy muy cabezota, así que hasta que no salga no pienso marcharme.
—Me voy a quedar sentada aquí hasta que tu enfado de cría se vaya y hablemos como dos adultas.
—¡QUÉ TE VAYAS CARALLO!—Doy un bote al sentir un golpe fuerte en la puerta—Es mi casa y te estoy diciendo que te vayas.
—¿Me puedes explicar tu enfado..? Te conozco demasiado bien y esto es mucho más que el comentario que solté.
No dice nada, lo que me tomo como un sí ante lo que he dicho. Mimi, ponte cómoda que esto va a ir para largo.
Miriam
Intento contener las lágrimas de toda la rabia que tengo dentro. No se cuanto tiempo me quedo sentada en la cama mirando a nada en concreto. Necesito salir, pero no quiero verla.
—Miri...—Me sorprendo al ver que sigue ahí—Llevas más de una hora y media ahí...—No me sale decir nada. Quiero abrir la puerta y abrazarla, pero a la vez quiero que se vaya de mi vida—. MIRIAM JODER—Me sorprendo al verla gritar—. Solo pido que salgas y si no quieres hablar me iré, pero solo quiero ver que estás bien.
Me levanto despacio y abro indecisa la puerta. No me atrevo a levantar la cabeza y mirarla, no sé si por vergüenza o por miedo.
—Ven pequeña—Tira de mi fundiéndome en su pecho—. Lo siento, ¿vale?
—Da igual—Intento decir sin romperme a llorar.
Nos quedamos sentadas sin necesidad de decir nada. Me abraza juntandome todo lo posible a ella y me quedo mirando a un punto fijo, asimilando todavía todo lo ocurrido
—¿Te apetece desayunar? Me muero de hambre gallega—Me separó de ella asintiendo—. Dime que tienes tortitas.
—Tengo un poco de masa para preparar crep—dije llegando hacía la cocina.
—Voy preparando la mesa—Dice como si de una niña pequeña pareciera—. Oye de verdad, ¿cómo estás?
—Bueno...—Encojo los hombros—, estoy...
—Lo siento.
—Da igual Mimi...
Entro a la cocina, preparando todo lo necesario para hacer el preparado. Escucho como empieza a cantar Mimi desde el salón animada.
—Que hay algo en mi, que no van a quitarme, soy mujer...—Abro los ojos al reconocer mi canción—. En verdad te la marcaste con tu single.
—Gracias supongo... Aunque tú tampoco te quedaste atrás eh—Se acerca y me planta un beso inesperado en los labios.
Comenzamos a jugar a los besos sintiendo que empiezo a tener calor. Sus besos pasan deslizándose por mi cuello, siento como se eriza mi piel.
—Mimi...—Dije como pude...—, esto... las torti...
—Prefiero comer otras cosas mejores...
Tira de mí, hasta subirme encima de la encimera sin separar nuestros labios. Sus manos se adentran debajo de la blusa, acariciando mi abdomen, provocandome cada vez más...
—Mimi por favor...
—La leona quiere más, ¿eh?
Los besos van en aumento y nuestros cuerpos se buscan cada vez más, sintiéndonos cómo pocas veces hemos sabido sentirnos de verdad.
Hasta que…
El timbre comienza a sonar con tanta insistencia que corta todo el rollo. Bufando Mimi se separa de mí con mala cara.