1 de Septiembre del 2018, Pontedeume, A Coruña.
—Ya estoy mamá—Con todo el cansancio tiro de las maletas—¿Papá? ¿Efren?
—Hola Miriam—Me giro y salto encima de Pablo—. ¿Estás contenta?
—¿Qué pasa?—Me separo extrañada.
—Nada, no pasa nada...—Su voz suena frío y con dificultad—. ¿Por qué me miras así?
—¿Estás borracho?—Doy un paso para atrás—Pablo...
Doy un paso más atrás, pero él me sigue con cada paso que doy—¿Por qué huyes? ¿No me echabas de menos?—Choco con la puerta e intento como puedo abrir la puerta—Ni lo intentes Miriam—Alza la voz, lo que hace que me asuste y me quede inmóvil—. Estas tan...—Una de sus manos se apoya en el marco de la puerta y con la otra sujeta mi cuello, apretando poco a poco.
—Pablo, para por favor—Todos mis intentos por no hundirme no sirven para nada, haciendo que empiece a llorar—. Tu no eres así... Hablemos por favor.
—¿Y cómo soy eh? Un buenazo gilipollas que ha estado esperándote mientras tu te restregabas y te follabas a la zorra de Mimi—Me quedo helada ante lo que acaba de decir. Quiero huir, pero no puedo—. Creo que te he pillado cariño mío.
—Pablo joder, suéltame—Intento empujarle, pero sin éxito—. Déjame que lo explique por favor...
No dice nada y lo peor de todo es que en su rostro no veo nada, solo frío y maldad. ¿Qué piensa hacerme? Por mi mente pasa miles de cosas que puede hacer y en cada una de ellas me da más pánico que la anterior.
—¿Qué tiene ella?—Dice susurrando en mi oído—La granadina es un simple capricho...
—Pablo, quítate de encima o sino...
Sin dar tiempo a reaccionar, siento como presiona mi cuello en un segundo—¿Amenazando Mickey? Creo que no te interesa.
—Pa...pa...—Intento empujarlo, pero por cada movimiento que hago, más presión siento.
—Adiós Mickey...
3 de Febrero del 2021, Madrid.
—Dos semanas en el hospital y debiste sacarlo rápido—Suspiro rodando los ojos. Odio que siga tratándome con una niña pequeña, pero por otro lado pienso en todo lo que ha sufrido—. Miriam nunca entendí porque no quisiste denunciarle.
—Efren no quiero hablar de esto—Dije tajante—. ¿Por qué estás aquí?
—Quería invitarte a pasar la tarde de hermanos, pero por lo que veo...
—Vale, es más... Tengo que contarte algo.
—Solo te pido que sea algo bueno..—Veo como suspira, pero se que en el fondo sigue preocupado.
—Es sobre Mimi.
—¿Otra vez Míriam...?
—Tiene una explicación.
—Y espero que sea buena...—Cojo una chaqueta y me dispongo a salir—. Y me debes una buena cerveza.
∞
—Entonces se ha ido con sus amigas y tú estás celosa por ello.
—Me da igual lo que haga.
—Por eso lo dices con recelo Mickey—Doy un largo sorbo a la cerveza—. A mi no me engañas, lo de la granadina no eran cuatro simples polvos.
—¿Piensas que querría tener algo serio con ella? Somos completamente diferentes y no vale la pena.
—Piensa y di lo que quieras, pero a mi no me puedes engañar.
—Deje desde el primer momento a Mimi por Pablo, aunque... bueno eso—Me encojo e intento huir de su mirada.
Intento dejar el tema, sacando otros banales y sin importancia. No tengo ganas de acabar hablando y removiendo mierda.
—¿No te has planteado salir y conocer a otras personas?
—Estoy muy bien como estoy y además estoy a tope componiendo y demás...
—Hay tiempo para todo y deberías descansar, abrir mente.
—Pensé ir a casa...
—También haces bien... ¿Cuándo?
—No lo sé, pero necesito desconectar.
—Te viene bien, porque comienzo a notar que estás cansada—Esta preocupado y es normal. Ha sido un año duro en el cual apenas aparecí para estar en familia—. ¿Hasta cuando tienes que entregar los temas?
—Todavía tengo tiempo—Doy un sorbo a mi cerveza—. Hable con mamá ayer y le comente de irme un par de semanas allí, antes de irme a Londres para grabar el disco. Desconectar por completo, pero se que no servían semanas, sino algo más.
—La verdad es que todos te echan mucho de menos Miriam.
—Y yo a ellos.
Pasamos todo el rato organizando la sorpresa que me gustaría darle a la familia. Se lo merecen después de estar desaparecida prácticamente casi un año.
Es hora de volver a casa.