Hace 3 años:
Era de noche y hacía frío por lo que me aferre más a la chaqueta que me había dado Asher para volver a casa. Por primera vez no me había acompañado de vuelta porque se había puesto malo y yo había ido a cuidarlo, por lo que iba yo sola con la única compañía de la oscuridad de la noche.
Era tan tarde que los puestos ya estaban casi cerrados por lo que el ruido que había en la calle era causado por el sonido de los carros y los toldos siendo recogidos.
El cielo estaba negro y aunque diera la sensación de que se iba a poner a llover hacia días que había dejado de hacerlo.
Camine lo más rápido que pude hacia mi casa intentando evitar el frío, aunque este era inevitable, y para cuando llegue, que por el temblor de mis manos era tal, tarde bastantes segundos más de lo que me hubiera gustado en abrir la puerta. Una vez abierta la cerré inmediatamente para dejarme abrazar por el aire caliente que salía de la calefacción, que por suerte estaba encendida indicando que mi padre estaba en casa, lo que no tenía claro era si era bueno que estuviera a estas horas en casa.
Me quité los zapatos y los deje en un rincón de la entrada y fui directa a las escaleras para meterme en la cama, no tenía sueño, pero quería estar caliente y sentirme segura dentro de ella.
— ¿A dónde crees que vas? — vociferó mi padre, claramente borracho, y también cabreado. Me quedé estática, bajando por inercia el pie que iba a apoyar en el primer escalón.
— A la cama. — dije mostrando más miedo del que quería, porque sí, tenía miedo.
— ¿Tú crees que estas son horas? Yo todo el día trabajando y la niña haciendo lo que le da la gana. — se acercó, algo tambaleante, hasta ponerse casi a mi altura, no me atreví a girarme.
— Perdón. — murmure aterrada por su posible reacción, estaba borracho y eso no ayudaba a que mi miedo disminuyera.
— Dios hacía tanto que no escuchaba esa palabra en esta casa, me trae tan malos recuerdos. — se quejó negando con la cabeza y tapándose los oídos, como si quisiera olvidar que había escuchado un simple perdón.—Te lo repito, ¿qué hacías fuera a estas horas? ¿Qué pasa, que te da igual lo que te diga? — en mi defensa diré que no me había dicho nada, ya que de mi educación no se preocupaba, pero estaba claro que en este momento a él no debía contestarle.
— Estaba con Yun, me he quedado a cenar con sus padres. — mentí intentando no temblar, odiaba mentir, pero en estos momentos no me quedaba otra.
— ¿Con qué permiso? — grito, cogiéndome por detrás y girándome, para quedar cara a cara con él, sin apenas distancia suficiente para que sus gritos no atravesaran mis oídos hasta el punto de hacerme temblar, más aún. — ¡Contesta! ¿Qué te creías? ¿Qué no me iba a hartar de que una simple e insolente niña me tocara los huevos? ¿Te creías muy lista, no?
— Perdón, papá. — sollocé en silencio, sintiendo pequeños escalofríos por culpa del miedo y del sudor frío, a lo que él reaccionó agarrándome por la chaqueta para que me mantuviera quieta y no lo pusiera nervioso aunque si me atreviera a darle un simple golpe su equilibrio se perdería y se daría contra la pared. Pero no quería tentar a la suerte.
— Perdón, perdón. ¿Solo sabes decir eso? — preguntó, burlándose de mí. — Eres una cobarde, al igual que tu madre.
— No hables de ella. — le contesté, con un hilo de voz y un nudo en la garganta.
— Tú no eres nadie para decirme de quién o de qué no debo hablar. Así que escucha, eres una maldita cobarde, al igual que tu madre que en vez de enfrentar la vida y dejar de lloriquear por los rincones decidió que era mejor quitarse la vida. Como si fuera todo tan fácil. ¡Maldita egoísta!— bramó soltándome con tal fuerza que casi me caigo hacia atrás, pero solo consiguió que me diera contra la pared. — Me dejó aquí, contigo, sin posibilidad de hacer nada más que mantenerte aquí. Y no solo teniendo que mantenerte, sino que vas y sales como ella, un maldito recordatorio continuo de su existencia. — yo no decía nada, casi no podía respirar, yo solo me mantenía quieta intentando procesar lo que había dicho, lo cual me negaba a creer.
"Decidió que era mejor quitarse la vida." No. No, mi madre había muerto por un infarto. Sí, tenía depresión, claramente causada por mi padre, pero no, no se había suicidado.
No, ella no haría eso.
No, ella no me dejaría aquí sola con él.
Es mentira.
Me está mintiendo, solo son desvaríos de un borracho.
— No es verdad. — dije encontrando mi voz.
— ¿Qué? — cuestionó mi padre, que había comenzado a andar poniendo el grito en el cielo quejándose de la vida de mi madre.
— No se suicidó.
— ¿Qué no? — se rió de forma seca y cruel, reflejando su personalidad. — ¿En serio creíste lo del infarto? Niña estúpida, tu querida madre se suicidó. De una forma muy básica por cierto, lleno la bañera y mientras lloraba se hundió en el agua y aun cuando intento luchar por su vida, eso dijeron aquellos doctores que vinieron, se mantuvo debajo del agua como una cobarde que no quería enfrentar el nuevo día. Si yo me hubiera suicidado como ella no tendría que aguantar esta mierda de vida, pero yo no decidí seguir el camino fácil, no como ella.
— No. — negué, más para mí que para él.
— Y lo mejor, los estúpidos de los doctores me creyeron cuando fingí que no quería hacerte daño con lo del suicidio, solo no quería aguantarte. - siguió hablando ignorando lo que había dicho.- Nunca quise hacerlo, pero me tocó joderme. Y así me tratas tú a cambio.
— Estás borracho, mamá no se suicidó.
— Deja de negar lo innegable, están todas las pruebas, piensa en los días de antes a su muerte. Date cuenta de una vez que tu madre era una egoísta que solo se preocupaba por ella, ni de ti se preocupó. ¡Se estaba despidiendo, y tú fuiste tan idiota que no te diste cuenta!
— No, no es cierto. Deja de mentirme. — comencé a llorar poco a poco mientras retrocedía de su lado, como si la distancia fuera a cambiar sus palabras, queriéndome apartar de él mientras me negaba lo que parecía que era cierto.