— ¿Estás bien? ¿Me estás escuchando Hannae? — me preguntó Yun moviéndome casi con urgencia, pero acababa de darme cuenta de que lo estaba haciendo, me había perdido y sumido tanto en aquel recuerdo que había dejado de prestar atención a aquello que pasaba a mi alrededor.
— Sí.
— No, no me mientas. ¿Es por lo que ha dicho mi padre de tu madre? — me miró, con lástima y preocupación, no lo soportaba, aparte la mirada y Yun suspiro rendida. — Mensaje captado.
— Tengo que irme.
— Lo entiendo, pero no me mientas diciéndome que estás bien.
— Lo siento, luego hablamos, ¿vale?
— De acuerdo. — le di una sonrisa triste y recogí mis cosas lo más rápido que pude, cogiendo los cuadernos en las manos sin preocuparme de meterlos en la mochila, los colocaría por el camino.
Baje las escaleras trotando hasta que me precipité a la salida y cogí aire, ya que sentía que por un rato me lo habían arrebatado.
No me gustaba dar pasos atrás en cuanto al tema de mi madre, por ello solía ignorar aquella noche y solo aceptaba que había muerto. Ambas cosas dolían pero de distinta manera. Una era más fácil de aceptar que la otra.
Comencé a andar con gesto inexpresivo mientras me quitaba la tira de la mochila de un hombro y comenzaba a meter los libros mientras esquivaba a la gente que andaba cómo revolucionada mientras yo iba lentamente hacia la casa de Asher. Como siempre acababa haciendo
Pobre Asher, ahora que me daba cuenta al final siempre me aguantaba cuando me ponía así y yo había dejado desde hacía años de sujetarle cuando estaba mal.
No porque yo no quisiera ayudarle ni porque él no estuviera mal, simplemente él prefería pasarlo solo y no cargar nuestra relación con dolores y recuerdos del pasado, porque según él ya teníamos bastante con los que teníamos en el presente.
Ya habíamos discutido alguna que otra vez por ello, porque yo me negaba a no poder ayudarle, pero al final acabé entendiendo que no debes obligar a una persona a que se abra, y más si esa persona siempre ha sido clara contigo. Hay veces que el dolor no hay que sacarlo hacia fuera ni decirlo en alto, simplemente lo dejas ahí, silenciado y calmado para que no te dañe. Y ese definitivamente era el método de Asher.
Después de un rato caminando llegue a su casa y espere en la puerta porque me había dejado las llaves en casa, puesto que no pensaba que fuera a venir.
Me apoyé contra la pared y dejé la mochila apoyada en el suelo para así poder apoyar la espalda.
— Hola, ¿qué haces aquí? ¿No estabas con Yun? — me preguntó Asher abriendo la puerta mientras se pasaba una mano por el pelo, el cual cada vez estaba más claro a causa del sol de verano que estaba comenzando a calentar, por lo que también se le notaba un tono más de color que de costumbre, lo que era bastante raro.
— Si, pero necesitaba estar contigo, necesito hablar.
— ¿He hecho algo mal? — cuestionó preocupado mientras se apartaba y me dejaba pasar.
— No, tú no.
— ¿Entonces?
— No eres el único en mi vida que puede hacer algo mal, Asher. — sonreí un poco para después mirarle mientras ponía los ojos en blanco.
— Lo he pillado, ahora lo importante, ¿puedes dejar el secretismo y contar que ha pasado?
[...]
— Espera, espera, no estoy seguro de haberlo entendido bien. — ambos estábamos sentados con las piernas cruzadas en su cama, uno enfrente del otro con las ventanas abiertas para que entrara algo de corriente mientras que las cortinas se movían casi rozándonos. — Tu padre, el mismo tío que lleva años casi sin hablarte, el cual nunca te ha hecho un regalo ni se ha preocupado por ti sino que más bien te ha despreciado y te ha hecho la vida horrible, hoy sin ninguna explicación aparente te ha regalado un vestido y te ha comenzado a hablar bien. ¿Es asi o me he equivocado en algo? Ah y no olvidemos las muchas veces que te he puesto la mano encima. — tragué con fuerza mientras ignoraba lo último, siempre era mejor ignorarlo porque ni denunciándolo habría conseguido nada.
— Tristemente no, y si, te estoy hablando de mi maravilloso padre. — baje la mirada y comencé a juguetear con la pulsera que llevaba en el tobillo desde hacía años y que estaba casi rota.
— ¿He sido muy crudo?
— Algo por el estilo, pero no era nada que no supiera. — comenté con pesar pero sin subir aún la cabeza.
— Si, pero no es lo mismo oírlo que pensarlo, ¿no?
— Da igual, porque no va a cambiar. Voy a volver a quedar como una idiota porque voy a dejar que me vuelva a hacer daño y sinceramente me gustaba pensar que ya no le permitía hacérmelo. Pero da igual, todo está bien. — comencé a hablar con rabia aunque me doliera por dentro porque necesitaba sacar todo lo que tenía guardado de alguna forma, pero no sabía cómo poner en palabras todo lo que me hacía sentir y recordar esta situación. Ya había recordado la peor parte de hoy, por lo que no quería torturarme de más.
— Hannae... — murmuró Asher con delicadeza. — No tienes que decir que estás bien si no es verdad, a mí me puedes contar que es lo que pasa. — me cogió la barbilla y me la subió con cuidado para que le mirara a los ojos, a esos ojos azules que tanto me gustaban y que desde siempre habían llamado mi atención, pero lo que no se esperaban ver sus ojos era que los míos de un marrón verdoso estuvieran llorosos.
— No está nada bien Ash... Me duele, porque algo dentro de mí quiere creer que ha cambiado, quiero creer que quiere ser un buen padre, pero sé que eso no es verdad, que no es posible que cambie. Me ha emocionado recibir un regalo suyo, no puedo negarlo, porque es la primera maldita vez que mi padre en 18 años me regala algo y eso quieras o no duele. Luego está el hecho de que por primera vez he notado algo de cariño en su voz cuando yo pensaba que eso era imposible. Y por si no fuera suficiente, por si no hubiera demasiadas expectativas que dolían llega el padre de Yun y él también me dice que me parezco a mi madre. Y lo único que me gustaría es que fuera ella la que me lo dijera, pero no está y no me puede decir nada, y la persona que está juega conmigo e intenta hacerme creer algo que no es posible, ignorando el hecho de que me puede hacer daño. Porque no le importa si me lo hace. Así que no, no está nada bien.