Y te conocí.
Me atreví y te hablé sin saber lo indispensable que serías para mí, que sin hablar un día se sentiría como una década.
He soñado con día de verte a mi lado, sabiendo que está tan lejos como tan cerca; al alcance de mi mano sin poderlo sostener, cómo oasis en un desierto soleado o quizá como agua para un sediento.
Hablarte se da tan fácil como cocinar, y mis heridas, no duelen como pensé que dolerían.
Las marcas en mi corazón no arden como pensé que arderían por el recuerdo de ese alguien que me dejó dolida. Tu compañía me alivia, como un analgésico para la migraña y tus palabras me brindan consuelo y compañía.
Eres ese "vaya" que me dejó sorprendida, eres como un mundo mágico esperando ser descubierto por esta triste exploradora sedienta por indagarte.
Tú mi insolente embrujadora, yo tu tonta hechizada.