Anne observó que tenía ahora en sus manos los teléfonos móviles de los Evans, así que decidió llamar a Dan para avisarles acerca del local.Llamó al celular pero le respondió Samantha dejando la dureza conocida de Anne .
—Hey —. Pronunció Samantha—. ¿Quién eres?
—Soy Anne—. Respondió sonrojándose agradeciendo que hablaban por teléfono—. Dice Jaime que ya pueden abrir el local, si quieres, claro.
—Oh, si, claro—. Guardaré tu número en el celular de Dan
Samantha colgó la llamada y decidió solo ir ella, no tenía la necesidad de decirles a sus hermanos así que solo mando un mensaje en un grupo en donde estaban los cuatro.
"Chicos estaré en la librería, por si alguno quiere pasar"
Sabía que con esas palabras sería capaz de que ninguno fuera. Salió de la casa, realmente feliz con una sonrisa ya que lo que había pasado en la mañana de despertar con Anne, a pesar de ser sorpresivo le agradaba.
Esperó por un taxi hasta que uno paso cerca de la calle y pasó por ella. Antes de entrar trató de observar al conductor, era un hombre de cincuentena años aproximadamente, así que decidió subir.
—Buenos días señor-. Exclamó Samantha—. Necesito que me lleve a la cafetería Royal.
—Claro que sí- respondió el hombre viendo a Samantha desde el retrovisor—. Llegaremos en unos minutos.
Samantha guardó silencio en el trayecto, realmente no tenía ganas de hablar, solo quería leer algo pero en casa no había ningún libro interesante, entonces leería un libro de su negocio.
Había una especie de sentimiento raro en ese lugar, era un sentimiento incómodo, pero decidió mantenerlo. Recordó que pronto sería la junta anual.La junta anual se realizaba dentro de Vancouver la cual era denominada "La junta de América", quien era la encargada de regular muchas de las actividades mágicas que ocurrían dentro de el mundo de lobos.
La junta sólo era formada por lobos puros, dos de ellos eran Anne y Ezequiel, ella lo sabía, sabía que ambos eran lobos puros. Ezequiel se lo había dicho días después de conocerse y sabía que la razón por la que había abandonado Europa era por que Anne había quedado huérfana.
El problema ahora era que Samantha desconocía quiénes eran los otros tres que formaban el resto de junta, y el problema número dos era que Anne estaba próxima a la época de apareamiento y tratarán de encontrar una pareja para ella.
A pesar de no ser problemas suyos, había un alivio cada vez que pensaba en Anne , era raro hacia mucho tiempo que no se sentía así, pero decidió ignorarlo en repetidas ocasiones, no podía negarlo. Ella era realmente guapa, parecía una modelo, y esas curvas, había algo que hacia sentir rara.
Samantha al ver que pensaba de nuevo en eso, abandonaba esos pensamientos, sabía que estaban mal ella era "hermana pequeña" de su mejor amigo, era un fruto prohibido.
—Son 10 dólares—. Interrumpió el conductor los pensamientos de Samantha.
—Claro—. Entregó los 10 dólares y bajo del taxi—. Gracias por traerme.
—Hasta luego señorita.
El taxi dejó a Samantha enfrente de la cafetería Royal en donde estaba Anne tomando café con una viejita y riendo como si de grandes amigas se trataran, decidió entrar a saludar a Anne, a quien quiso sorprender pero antes de que tocara el hombro, Anne volteó, arruinando la broma.
—Hey—. Samantha terminó diciendo ya que no le quedó otra opción.
—Hola—. Respondió Anne con cierto tono de sorpresa en su voz—. No te había visto entrar.
—Mucho gusto señora—. Se dirigió a la viejita que estaba sentada adelante de Anne—. Soy Samantha Evans.
—Mucho gusto soy Margaret Royal, soy abuela de Jaime—. La viejita saludaba a la mujer que tenía unos ojos particularmente singulares.
Sonó una especie de alarma dentro de la cocina pero se alcanzó a escuchar haciendo que Margaret se levantará para ir por pan recién hecho en la cocina, dejando a Anne con Samantha, quien se sentó a un lado de Anne.
Anne era reconocida dentro de su círculo más íntimo como una persona dulce y algo tímida, a pesar de su gran temperamento que tenía con personas desconocidas con las que se mostraba como una persona autoritaria.
Pero con Samantha eso no pasaba, sus defensas realmente caían dejándola nerviosa, pero no podía evitarlo, la mujer con heterocromía la sacaba de sus casillas, así que prefirió voltear a ver a la señora Margaret mientras traía el pan recién horneado.
Anne sabía que su mirada era fuerte y penetrante, muchas personas se lo habían dicho a lo largo de su vida, así que volteó a ver a Margaret con la bandeja de pan a quien le dedicó una sonrisa.
—¿Quieres pan para acompañar el café?—. Dijo Margaret—. Si quieres te recargo el café.
—Claro que sí—. Anne tomó una pieza de pan —. Espero que sepa rico.
—Siempre sabe delicioso-. Respondió Margaret—. ¿Y tú Samantha, quieres?
—Claro—. Samantha respondió mientras agarraba una pieza de pan similar a la que había escogido Anne—. También voy a querer un café bien caliente, por favor.
—Por supuesto—. Margaret se dirigió a la cocina—. Te lo llevaré a la librería , entiendo que eres la dueña del lugar.
—Junto a mis hermanos—. Añadió Samantha—. Estaría perfecto, gracias.
Samantha se levantó de la mesa y le dio una sonrisa antes de irse, Anne respondió con otra sonrisa que alborotó el corazón de Samantha, quién salió con una gran sonrisa.
Samantha llegó a la librería con su pieza de pan que comenzó a comerse una vez que se sentó y tenía un libro escogido para leer, que no leería comiendo, ya que mancharía el libro.
Se sentó en uno de los muebles que estaba en la sala de espera de la librería la cual era la que se encontraba en la parte de enfrente de la librería.
En eso entró Anne con otra pieza de pan y el café bien caliente ,llegó a dárselo pero tropezó dejando caer la taza de café caliente en el suelo, Anne quiso levantar los pedazos rotos, cortándose al instante, dejando salir una buena cantidad de sangre, que alertó a Samantha volteándo a ver a la pared.