Capítulo 1
Los estudiantes de la escuela deben haber encontrado sus notas sobre Sean en clase. A menudo garabateaba sus pensamientos y ensueños sobre el papel. No pudo evitar escribir sus emociones.
Los zapatos de Calvin chapoteaban contra el oscuro camino. Jadeaba y luchaba por recuperar el aliento. Era como si estuviera corriendo a través de una espesa capa de barro. Le duele un costado de su abdomen y su garganta, seca como un desierto. Agarra las correas de su mochila, mira detrás de su espalda para ver si Sean y su pandilla todavía se movían por la noche.
Se sintió paralizado y engañado cuando Sean le pidió encontrarse con él esa noche en la ciudad. Era justo cuando se sintió presionado para beber con un par de amigos.
Fue durante el beerpong cuando Sean se fijó en él, le felicitó por su corte de pelo; lo que una vez era rubio ahora era marrón con ondas que llegaban a las puntas de sus orejas. Toda la atención estuvo en él durante esa fiesta, en Calvin, quien se emocionaba al usar diferentes prendas de vestir de hombres y mujeres. Ahora estaba solo, de pie en medio de una calle y escuchando a un auto que lo sacaba de sus pensamientos.
— Estás muerto, ¡¿Me escuchas!? —Gruñó Sean desde la distancia.
¿Cómo que es extraño escribir sobre la persona que te gusta?
Aparte de enfocarse en correr, todo lo que pasaba por su mente era el hecho de que no podía enamorarse de la manera que soñaba. La forma en que escribió eso en sus notas. La forma en la que arrugó su nariz ante los chistes cursis que oyó decir a Sean durante sus sesiones de tutoría con él.
Corrió cuando un rayo atravesó el cielo lila. El trueno rugió tan pronto cuando Calvin piso un charco. Las hojas de los árboles crujieron y el suave viento aullante le envió escalofríos en su espina dorsal.
¿Sera la última vez que viviría para ver una tormenta como esta?
Calvin podía sentir la ardiente mirada de Sean sobre su espalda.
Un profesor sospechoso encontró una bola de papel en un bote de basura y resultó ser un garabato de Calvin de ser intimidado; era su manera de lidiar con eso. Él no había planeado decirle a nadie. Fue muy estúpido escribir algo así y tirarlo. La suspensión de Sean fue por él y tampoco fue la primera infracción de Sean. Por lo tanto, le dio a la escuela la cantidad correcta de credibilidad para suspender a su capitán de fútbol.
— Ahí está. ¡Atrápenlo!
Calvin tragó saliva y giró en la calle. Sean y su pandilla corrieron por la acera hacia él. ¿Seguirá Sean adelante y realmente me lastimará? ¿Después de todas las sesiones de tutoría de inglés que le había pedido? ¿Y qué hay de todas las últimas noches que se quedaron juntos en su habitación repasando cómo escribir una tesis? Su amistad no era más que una conveniencia para Sean.
Apartando sus recuerdos, corre por la ciudad, paseándose. Esa era su profesión - Él era un corredor. Cada vez que se presentaba en una nueva escuela, atraía a los matones como una polilla a una llama. Calvin miró los altos edificios de su alrededor y limpió el rastro de lluvia de los costados de su rostro, sus labios se apretaron formando una delgada línea.
Llegó al final de la acera y examinó un valle con maleza crecida, vagones de carga y un edificio con ventanas rotas y cubiertas de grafitis. Era una estación de tren abandonada con un puente de ciclista en lo alto, que cruzaba el campo hacia el otro lado de la ciudad. Nunca antes había visto la estación ni había escuchado el sonido del tren. Bajó corriendo la colina y se dirigió hacia los vagones de carga. Eran de color marrón oxidado y rojo; algunos parecían intactos y otros estaban amontonados como si fuera un depósito de chatarra.
La noche se hizo más espesa y estiro los vagones de carga lo suficiente como para esconderse entre las grietas. Se tomó ese tiempo para descubrir un plan para escapa de esa pesadilla. El año pasado, cuando su madre sacó su pastel, los seas del dieciséis se estaba derritiendo. Días como ese se quedaron con él en sus recuerdos, y cuando le dijeron que pidiera un deseo, quiso dejar de moverse. Su madre lo mantenía siempre protegido, y cuando las cosas se ponían difíciles con los agresores, era demasiado para su corazón, y se movían o, más bien, desaparecían.
Dejó de correr, respiró hondo y comprobó detrás de él, Sean debía de haber perdido el rastro. Encontró un tren oxidado cubierto con grafiti de amarillo y rojo. Calvin levantó la vista. El arte era agradable de ver, de hecho, la lluvia hizo que la imagen se hiciera más realista para él. Era una niña pequeña con un ramo de flores, sus ojos estaban brillosos para parecer como si estuviera molesta y la lluvia que caía esa noche formó sus lágrimas. Calvin presionó su espalda contra el duro metal y espero. La frialdad pincho su piel mientras la lluvia se deslizaba por su cuello.
— Él fue por aquí —El gruñido de Sean volvió.
Editado: 24.12.2018