No hablamos hasta llegar al transporte público, en el cual podías montar tu vehículo. Pensé que me dejaría allí así que le agradecí, pero me dijo que no con la cabeza y señalo que entráramos. La verdad, aún temblaba sin darme cuenta, eran muchas emociones por lo que no me importo la compañía.
El viaje fue rápido y de nuevo en silencio, hasta que comenzamos camino y pasando por un parque artificial le devolví su casco, para dirigirme a casa luego de volverle a agradecer.
—¡Espera!
—¿Sí?
—¿Podemos hablar?
Se rascaba el cuello de forma nerviosa, supuse que quizás hablaría de lo de la cafetería, no quería oírlo, no obstante, al final le debía un favor. Le señalé hacia un asiento del parque y luego de sentarnos.
—Usted dirá.
—¡¿Usted?! No soy tan viejo, solo tengo veintidós.
—Bien por usted.
Lo hice para molestarlo y valió la pena ver su rostro.
—Me llamo Lee, trátame de tú por favor.
—Okey… Lee, que quieres hablar.
—Primero que nada, quiero disculparme por lo de la cafetería.
—Ya lo hiciste aquel día y te dije que no importaba.
—Lo sé, pero igual debía volver a hacerlo.
Comencé a reír.
—¿En serio? ¿No sé para qué?
—¿No entiendo?
—Olvídalo, estás disculpado.
—Gracias… Lo otro que quería saber, es acerca de lo que paso en el puente.
—Hablas de los lobos.
—Umju… Soy graduado en bioingeniería y jamás había visto, esa interacción entre un humano y un evonimal.
—¿Es así como lo llaman?
—Es una forma de diferenciar, los que tenemos en las reservas y los del medio exterior.
—Okey…No sé decirte que paso. Pensé que iba a morir, pero nos miramos a los ojos y algo conecto. Se comportó como un perro y me pidió que lo acariciara, al menos eso entendí con sus gestos.
Sacudí mis hombros.
—¡Eso es impresionante! La verdad iba a golpearlo con la moteco, sin embargo, al observar cómo te lamía me paralice.
—Fue maravilloso, tiene un pelaje suave y hermoso, pero cuando reflexiono en lo dañino que son, en los cuerpos en el lugar, me erizo. ¿Cómo entraron? Tienen que haber sido los radicales. ¿Y tú? ¿Qué hacías ahí?
—¡¡¡Espera, espera!!! No creerás que soy del grupo de locos esos.
—No lo sé, cualquiera puede ser un radical.
Tomo un respiro lentamente.
—Estaba allí porque venía… siguiéndote. —Sus mejillas tomaron un color rosado. Lo miré asustada—. No...no lo tomes a mal, tenía que entregarte tu comunicador. —Busco en sus bolsillos—. Aquí, ten. Lo dejaste en casa de mi tío y le dije que te lo daría.
—¡Oh! Gracias, de verdad, muchas gracias.
—No problema, deberías tener más cuidado, esto es algo esencial porque lo quitaste de tu muñeca.
—No me gusta sentirlo mojado por eso me lo quito cuando limpio. Te agradezco mucho, pero creo que deberías irte, ahora mismo estarán buscando culpables, si te ven aquí te llevarán.
—¿Estás preocupada por mí?
Dijo con una sonrisa de medio lado y ojos burlones.
—Lo hago porque me ayudaste, te devuelvo el favor. —En eso se acercaba un grupo con armas en las manos así que le pide que se pusiera el casco—. Vamos a mi casa.
Nos montamos y seguimos camino hacia mi morada. Ya adentro llamé por mi padre, pero claramente no estaba. Mire a mi comunicador y tenía un mensaje, lo escuche en lo que iba a la cocina.
—Hija querida, me llamaron al turno de la noche. No le abras la puerta a nadie y tu cena está en el horno.
—¡Wow! Demasiado tarde papá, ya hay un extraño en casa.
—¿Dijiste algo?
—¡¿Ah?! No, siéntate por favor.
—Con tu permiso.
—¿No tienes amigos de aquí?
—Ah, sí muchos.
—Entonces puedes llamarlos para quedarte en su casa.
—Aja… es solo que no están aquí.
—¡¿Perdón?! Tienes o no tienes amigos de aquí.
—Sí. —Lo dijo arrastrando la i lo que provocó que le alzara una ceja—. Tengo, pero están trabajando en el lab y duermen allí esta noche, nada más yo tenía el día libre.
—¡Oh! Okey… ya que no queda de otra, pues te puedes quedar aquí. Mañana nos iremos bien temprano.
—¿Nos iremos?
—Si claro, tengo que trabajar.
—¡Ah! En la cafetería.
—No ese es a las doce que empiezo. Hay madre porque le digo tanto.
Murmure la última parte y él se sonrió.