—¿papá?... ¿mamá? .—una pequeña yo de cinco años los llama una vez más, en mi voz un miedo, viendo como la sangre sale de sus cabezas y unirse en un gran charco en el piso, he estado llamándolos por más tiempo del que creo. Parece que están durmiendo pero está vez sus pechos no suben y bajan como siempre lo hacen cuando descansan.— mamá despierta...tengo hambre... despierta... mamá... papá...—un pequeño sollozo sale de mi, mientras que las lágrimas formadas en mi ojos se deslizan lentamente por mis mejillas, pero eso no me detiene y los sigo llamando.
Un sonido llama mi atención y mis ojos caen en la puerta, una sombra es lo único que veo antes de volver a llamar a mis padres pero ya es muy tarde alguien me ataca desde atrás con un pañuelo húmedo, un olor ya conocido entra en mi sistema, mi padre siempre me decía que mi madre necesitaba dormir y que con ese olor ella conseguía un descanso de su mente.
Todas las cosas a mi alrededor comienzan a dar vueltas, no me siento bien, siento mis piernas muy débiles y estoy por caerme cuando siento unos brazos sostenerme.
—mamá. Papá. Ayuda. —susurró en un hilo de voz.
La persona que me lleva extiende sus manos y cubre a mamá y papá con una tela.
"Él también lleva sangre en sus manos..."
—ya es muy tarde para ellos, pequeña. Tu tendrás una oportunidad para remediar sus errores. Serás lo que ellos no fueron. Por tu bien.
Eso fue lo último que escuche y después, todo se apagó.
—¡NO! —grite fuerte que estuve segura que mi tío me escuchó.
Siempre es lo mismo, el mismo sueño, la misma sombra, la misma conversación, las mismas acciones, las mismas manos ensangrentadas y los mismos cadáveres. Mis padres. Asesinados, sin un culpable al cual reclamarle el porque de lo que hizo, sin importarle dejar a una niña huérfana, por el resto de su vida siguiendo las órdenes de un hombre al que no le importa pegarle a las mujeres, porque así es mi tío, un hombre sin escrúpulos, al final de todo el tiene el poder sobre mi.
Después del asesinato de mís padres, alguien de mi familia se tenía que hacer cargo de mi, bueno, pues resulta que los únicos familiares que me quedaban eran mis abuelos maternos y mi tío. Mi abuela me quería cuidar, ella estaba dispuesta a todo por mí, pero mi abuelo se mostró indiferente y rechazó totalmente mi custodia. El único dispuesto era mi tío Abdiel, él bajo sus términos dejo que yo me quedará en su casa y así es como prácticamente vivo siendo su esclava.
Sudada, hay sudor en mi frente, brazos, axilas, prácticamente todo mi cuerpo está mojado. Exaltada como siempre me levanto de mi cama para darme el baño post pesadilla de siempre. Cuando estoy lista bajo al comedor a buscar la nota. Mi tío siempre la deja en la mesa para no verme la cara o eso es lo que dice siempre que me ve.
— Hoy se entrega el pedido de
la boda.
— Mañana pasará el representante
del señor Orlando, en total son quinientos croissants y doscientos panecillos con jalea de Guayaba.
Ya sabes, si rompes las normas
Pagas las consecuencias Analise.
Atte: A. Salvatore.
Subrayado para que no se me escape nada. Porque sino todo se jodera para mí.
El pedido de la boda está listo, solo ahí que entregarlo.
El Señor Orlando, mi tío siempre lo menciona en los pedidos pero la verdad es que yo nunca lo he visto, no sé si es guapo y joven o si es un anciano feo, así más o menos como mi tío, siempre manda a su representante. Para mañana quinientos croissants y doscientos panecillos estarán listos antes de la hora.
En fin, hoy es hoy y mañana es mañana, es lo que siempre me digo para no atrasarme.
Me espera un día difícil.