El tiempo pasa, a veces más rápido, a veces más lento, pero nunca se detiene, nunca da cuartel cuando se trata de infortunios o desgracia. El tiempo no avisa del peligro, simplemente ve desde el punto más alejado en silencio dejando que las cosas pasen y que el arrepentimiento se acumule y se vuelva un peso demasiado difícil de cargar.
En cierto lugar de Praga, frente a una puerta en la calle, vieja y perteneciente a un edifico que ya nadie habita se ve una marca, una pluma formada con fuego y sangre hace ya algunos años, indicando que va al cielo y que la desgracia se avecina, la mano de una híbrida arrogante y sin pocos escrúpulos abre la puerta y deja que el demonio entre a ese mundo que no está hecho para él, camina con paso decidido y aunque su mirada está cargada de decisión, por dentro se debate en una lucha que sabe que perderá, ya no es dueño de su cuerpo, solo puede aguardar callado mientras sus manos se encargan de cumplir las órdenes de su ama, guardando su frustración y juntándola para el momento en que encuentre la forma de ser libre y poder tomar justicia.
La puerta se cierra detrás de él y abre sus alas de par en par, cuando los ángeles lo pueden ver en el cielo se ponen alerta hasta que por fin lo identifican como un aliado; el demonio ha hecho carrera y la mayoría de los habitantes del cielo así como del infierno saben que es de confiar, que jamás levantaría la mano en contra de ellos, en contra del Covenant sin saber que esta vez no será así, sin saber que en estos precisos momentos el demonio ruega por dentro ser detenido, incluso asesinado antes de lo que tiene previsto hacer.
Llega al edificio más alto, con puntas de oro y enormes ventanales, todo irradia blancura, tanto que parece cegar al ojo inexperto o poco acostumbrado. Entra por la puerta principal como cualquier invitado deseado y la encargada de recibirlo le sonríe cordialmente.
—Tony, ¿Qué haces aquí?— Daniel se acerca con curiosidad, algo en el fondo le dice que las cosas no están bien, nota algo extraño en ese viejo aliado que tiene frente a ella, pero prefiere hacer a un lado su desconfianza, después de todo es Tony ¿Qué mal podría cometer?
—Vine a ver a Hariel y a Fiore, las cosas están cada vez peor en la tierra— el demonio habla con naturalidad, lo más casual posible y pese a esas pequeñas punzadas de alerta que Daniel siente dentro de ella decide sonreír y guiarlo hacia los líderes de los ángeles.
—Si, nos hemos enterado. ¿Ya ha llegado Abel?
—No, aún no, pero no debe de tardar, por eso estoy aquí.
Daniel solo asiente y se queda cabizbaja, está enterada del impacto que la llegada de Abel puede provocar no solo en la tierra sino también en el cielo. Juntos caminan por los enormes pasillos blancos, sus pisadas son lo único que se escucha causando eco hasta que llegan a las enormes puertas de la biblioteca, recinto donde se encuentran en ese momento los líderes seráficos.
—¡Tony! Que gusto— Hariel, uno de los siete nombres en su lista se acerca con alegría al ver a su viejo amigo. Serafín que ha demostrado templanza e inteligencia, confiando ciegamente en el hombre con el que ha peleado tantas guerras.
—Hariel, espero estés al tanto de lo que ocurre— el demonio decide continuar como si nada, con la sangre fría y aunque por dentro está deseando gritar y alertar a su compañero, su boca solo esboza una sonrisa falsa, solo sus ojos, que son la ventana del alma ven al ángel con miedo, con angustia, pero es algo tan sutil que solo se daría cuenta Hariel si se detuviera a verlo fijamente y buscara en el fondo de sus pupilas al demonio luchando por el control de su cuerpo y de sus acciones.
—Si, mis contactos en la tierra se han encargado de mantenernos informados— esa voz femenina que por un tiempo sintió aberración, Fiore, con ese semblante más maduro, ya no es una niña, no es esa jovencita impulsiva, incluso su forma de moverse es la de una líder.
—Por contactos ¿te refieres a tu hermano?— Tony intenta ser agradable, ofrecer su mejor sonrisa aunque por dentro se esté llevando una batalla encarnizada por el control de su cuerpo.
Estando en la biblioteca frente a Hariel y Fiore, dos personas que fueron sus aliados, dos nombres que tachar de una lista que no quiere cumplir, Anthoniel camina hasta el escritorio y ve un abre cartas afilado entre la pila de papeles que tienen sin acomodar, lo toma y lo mueve en sus dedos con curiosidad, aún así no logra levantar las sospechas de ninguno de los dos incrédulos que parecen complacidos con su visita.
—Mi hermano me ha comentado que mi madre sigue viva y al parecer haciendo las pases con mi padre, creo que con ellos juntos las cosas serán más fáciles— dice Fiore emocionada por saber que su familia vuelve a ser unida, vuelve a ser fuerte.
—Sí, Tyra está viva, regresó de la muerte, siempre demostró ser una mujer extraordinaria— contesta Tony aparentando paz, acercándose a Hariel mientras esté a su vez descuida su espalda para ver a su amada Fiore y sonreírle, claramente él serafín está feliz por ver a su mujer dichosa, sabía que el asunto con sus padres la torturaba y ahora puede disfrutar de verla sonreír como siempre lo ha hecho, sin darse por enterado que será la última vez.
De repente una punzada se siente en su costado, un dolor agudo que hace colapsar sus pulmones, ve en cámara lenta como el rostro de su amada se vuelve una máscara de horror y pánico, Hariel voltea sorprendido hacia su inusual atacante, Tony permanece serio con el abre cartas en la mano y esta a su vez cubierta de sangre; Hariel trastabillea y sin que pueda tener tiempo de entender lo que pasa, Tony le corta la garganta a ese imponente y grande serafín, ese espécimen de fuerza. Hariel cae al suelo entre gritos y llanto de su amada, Fiore se abalanza sobre él y lo envuelve en sus brazos con desesperación, de repente la guerrera que vive en ella se ve nublada por la amante dolida que ve al amor de su vida empezar a desmaterializarse frente a sus ojos.
Editado: 04.10.2020