Bip Bip
Él podía sentir como su garganta se secaba ,mientras esperaba ansioso que alguien contestara. Sin embargo, colgó bruscamente cuando escuchó la puerta abrirse y cerrarse, dejando delante de él ,al chico extranjero.
—Creí haber sido claro con mis palabras desde la ultima vez— dijo observando el expediente abierto en su escritorio— tienes conocimiento de qué se te culpa ¿no?.
—Sí, pero no es lo...
—No hace falta que lo menciones ... por favor toma asiento.
—¿Encontró pistas sobre el..?
—Principito, siéntate.
El muchacho lo observó por unos instantes, en el que el policía lo esperó pacientemente hasta que finalmente se sentó.
—No, encontraron nada ¿verdad?
—Principito—dijo Yefri mientras leía un expediente que se encontraba abierto—¿Te parece si mejor nos concentremos en esto?— preguntó mientras señalaba una hoja del expediente.
—Con todo el respeto, señor....
—Creo que ya es suficiente, Principito— interrumpió Yefri sin poder evitar elevar su voz—veo que no tienes en cuenta de todo lo que se te acusa— agregó ya más tranquilo, tocándose con las yemas de los dedos la cien en una clara muestra de impaciencia.
El silencio se apodero del ambiente hasta que el policía releyó internamente el expediente para después leerlo para el muchacho de ojos azules quien a pesar de que sus ojos y su rostro denotaban atención y concentración, realmente no estaba escuchando. En su mente se proyectaba la imagen de su querido y fiel amigo. Pronto su expresión cambio a una de preocupación y luego, a una de angustia.
Porque realmente lo sentía.
No podía quedarse sentado esperando una sentencia que era falsa, él tenía la total certeza de su inocencia pero en vez de acudir a la voz de ayuda de su fiel amigo, estaba sentado en esa silla con la impotencia de no poder hacer nada.
La impotencia de quedarse sentado sin saber que hacer al respecto, como en sus extraños sueños ,los cuales después se convertían en pesadillas que recordaba débilmente, en donde la oscura y pesada presencia de la Cobra era lo suficiente para que su mente recurriera a cierta pregunta...
—Principito— llamó Yefri.
Al escuchar que lo llamaban, cerró los ojos con fuerza mientras trataba de reconectarse en la realidad dejando atrás de lo que una vez más se perdería en la infinidad de sus recuerdos y pensamientos.
—No tiene caso— dijo con algo de pena el policía—Te contactaré, cuando logres dormir lo suficiente.
—¿No encontraste nada de aquella noche?— pregunto el muchacho sin dejar su pregunta en el aire.
Yefri se removió en su asiento, mostrando incomodidad al responder a la pregunta, pero finalmente contestó:
—No, no logramos encontrar nada...pero seguiré insistiéndote, no deberías estar aquí— lo dijo en un tono que más que amenazador, era de advertencia.
Otros oficiales lo esperaron en la puerta de la comisaria, uno de ellos llevaba en la mano una caja extraña ,la cual después le entregó al Principito, y después llevó a un parque.
—Ya era hora—se quejo Zorro, al salir de aquella "cápsula de terror", un nombre que Zorro invento para nombrar a la jaula para perros en la que estuvo encerrado "por un milenio" según él —para alguien tan fino como yo, es una grave falta de respeto.
Principito se río, era increíble como a pesar del cansancio de su cuerpo, podía sentir la energía regresar a él por solamente reírse un rato.
En ese momento, mostró una sonrisa al observar como un veloz rayo de luz y esperanza se dirigía a ellos en forma de mariposa. Revoloteando alrededor de Principito ,quién la observaba con un brillo en sus ojos. Era la carta de su Rosa.
—Me pregunto que es lo que querrá ahora— dijo Zorro algo amargado.
—Zorro— advirtió el Principito.
—No me culpes, yo no tuve un buen día ¿lo recuerdas? ..Esos dos tipos de gorra no paraban de hablar, y ni siquiera me dieron algo de comer.
—Te daré luego algo de comer, no te preocupes— prometió el Principito mientras desdoblaba la carta.
Ambos se dirigieron a un banca, un zorro resignado a la espera se echo debajo de la banca, mientras que el muchacho se sentó para leer con atención la esperanzadora carta de su amada Rosa.