— ¿Acaban de llamarlo? ¿En qué acordaron?
—Estamos terminando los procedimientos respectivos en cuanto a su caso... de seguro no tardará en llegar.
—De acuerdo—afirmó el novato policía, pero antes de atravesar la puerta, pregunto:— ¿Usted sabe algo acerca del zorro del muchacho? —Aquella pregunta ya la veía venir.
—Antes de llegar creo que fue a verlo una última vez o al menos eso quiero creer... hicimos una parada antes de llegar.
— ¿Dónde exactamente? —La pequeña pero traviesa sonrisilla de Yefri provocó preocupación al policía novato—Llamaré a alguien para que se encargue de esto de inmediato.
—No será necesario... no va ir tan lejos.
— ¿Cómo puede estar tan seguro? —Ante el silencio del oficial no dudo en marcar el número en el celular —No comprendo cómo puede usted estar tranquilo sabiendo que un Zorro anda suelto en las calles.
—El no hará daño a nadie... ambos sabemos que ni siquiera lo notaran—Dio un largo suspiro luego de decir aquello que en vez de motivar la tranquilidad lo hizo parecer alguien cínico.
El sub oficial se retiró con el celular pegado a la oreja e ignorando la respuesta de Yefri. Se sentó en su escritorio y comenzó a revisar algunos archivos sobre otros casos, se detuvo en uno dispuesto a leerlo, pero por no podía pasar del primer párrafo debido a que su mente divagaba en el recuerdo de ayer. Se levantó de la silla y se puso de pie frente de la ventana, dejando que su mente tenga la libertad de divagar, mientras sus ojos se detenían en algún punto fijo de afuera.
Él se encontraba conduciendo, el muchacho de cabellos rubios estaba sentado en la parte trasera de la patrulla policial sus ojos azules miraban en la dirección opuesta a donde el coche conducía, fijos en la silueta de Rousse que en solo algunos minutos se perdió entre la carretera e ida y venia de otros coches. Yefri al percatarse que las luces del auto seguían encendidas se agacho para pagarlas cuando el semáforo de la calle estaba en rojo. Mientras esperaba pacientemente el cambio de color se percató a través del retrovisor, que la mirada del Principito se encontraba en un estado que él en sus años de juventud y experiencia de la vida conocía bastante bien.
—Estoy seguro que no pasará mucho para que vuelvan a reencontrarse— comentó Yefri. El muchacho sonrió por un breve momento. El oficial quiso decir algo más para animarlo pero Principito ya había tomado la palabra.
—Si yo tuviera una oportunidad— El rostro del muchacho parecía iluminarse al decir la palabra "oportunidad" —tal vez solo no sea capaz de acercarme a hablarle—El oficial lo observó confundido— si hubiera escuchado sus advertencias tal vez no me encontraría en esta situación— añadió mientras observaba la ventana al mismo tiempo que tocaba su corazón— pero al mismo tiempo no la hubiera conocido— río— aunque yo la conozco desde ya hace mucho—El semáforo cambio a verde. El vehículo arrancó y pasaron por un colegio de desagradable y peligroso aspecto— ¿Puede parar aquí, por favor? Necesito despedirme de mi amigo— El oficial aceptó, una vez que el coche se detuvo y el muchacho bajó, para luego correr en dirección a aquella escuela, no tardó mucho en volver pero antes de subir al vehículo doblo un avión de papel para luego dejarlo volar.
...
Cuando el oficial detuvo el coche en el último paradero del muchacho, se atrevió a preguntar algo difícil de contestar:— ¿Estás listo para lo que viene?
Principito no contesto, sabía que el miedo y angustia serían los sentimientos predominantes de lo que pronto experimentaría, no le gustaba el tipo de vida que llevaría ahora.
Alguien de afuera hizo una seña. Otras personas luego de percatarse de la seña se acercaron de prisa al coche con algunas cosas extrañas en sus manos. Una señorita le decía algo pero Principito no logró comprender lo que decía. El policía bajo del coche mientras sacaba un aparato de su bolsillo y habló a través de este. Pronto otras personas de verde se acercaron y apartaron a la gente que se acumulaba a su alrededor y Yefri le abrió la puerta.
Los aparatos oscuros lo seguían de cerca y luego emitían una luz momentánea lo que despertó su interés por aquellos artefactos pero pronto comprendió que no era el momento y camino por detrás de Yefri quien le indicaba el camino.
Otra señorita se acercó deprisa aprovechando el descuido de uno de los de verde, una vez que estuvo cerca de Principito, pregunto algo que no alcanzó escuchar por el ruido del lugar y luego le acerco un extraño y pequeño artefacto. Uno de los policías al notar aquello le pidió que retrocediera.
—Tenemos que entrar rápido, muchacho—dijo Yefri.
La mirada confundida del muchacho recorrió por todos aquellos rostros desesperados por hablarle. Las preguntas saltaban en el aire y la cantidad de estas las hacia incompresibles. Un montón de palabras que se estrellaban unas con otras y que luego se repetían de modo que lo ponían nervioso. Pero entre tantas preguntas y entre tantos rostros que lo observaban, pudo distinguir una familiar. Cuando lo reconoció, su miedo se fue, la ira había tomado su lugar y poco a poco lo consumía, olvido que debía seguir a Yefri o que no debía causar un alboroto y corrió entre la gente para acercarse a quien había arrebatado la felicidad y habría traído con engaños a la gente que ahora habitaba en aquella ciudad. No comprendía como aquel ser de oscuros cabellos negros y de mirada profunda lograr su cometido.
—Cobra—llamó molesto. Las personas le cerraron el paso y comenzaron a llenarlo de preguntas pero Principito se negaba a responderlas —COBRA—gritó de nuevo con furia. Se sentía impotente porque las personas le impedían seguir avanzando. Más cámaras lo enfocaban y más preguntas se soltaban al aire.
La Cobra quien en ese momento estaba en su forma humana le sonreía burlonamente de lejos con aquellos ojos amarillentos y propios de ella. Hizo un gesto con la gorra, se giró dándole la espalda y luego camino con la menor preocupación.