BLAIR HOFFMAN.
"Gritarán por auxilio y nadie los escuchará, porque la gente mala se va al infierno y en el cielo no hay lugar para parásitos."
Había transcurrido una semana desde la última vez que hablé con Arya y Jacob. Esa frase era el inicio del onceavo capítulo de la novela de Frankenstein, tan crudo que me recordó de inmediato ellos.
Probablemente ni siquiera me recuerden.
La voz ronca de Karla protestando se oía hasta mi habitación, escuché como tosió y maldijo un par de veces, además de a los chicos, no le había contado de las cartas de Emm a nadie más, aun analizaba si sería buena idea hacerlo. Tampoco he asistido al Instituto, no vale la pena desperdiciar mi tiempo en un lugar donde no me desean y no tengo futuro, alguna vez fui porque soñaba con algo, ahora solo quiero poder soñar de nuevo.
Es la tercera vez en el día que el timbre resuena por la casa, Karla al parecer no se ha decidido a abrir la puerta aún, tal vez a la quinta vez lo haga, o la persona al otro lado de la puerta se canse de esperar y se vaya. Realmente esperaba que lo segundo pasara pronto. Pero al contrario de mis planes, escuché como la puerta de madera se abría y las bisagras rechinaban al compás de los pasos de mi la persona, probablemente limpiaba sus pies en la alfombra y por eso el escándalo.
Desventajas de vivir en mi casa, al más mínimo ruido parece un terremoto. Me dí la vuelta sobre mi cama y presioné mi almohada sobre mi rostro para no oír más nada. Pero los pasos subiendo las escaleras y las divagaciones de Karla eran imposibles de no escuchar. Maldije por lo bajo y desee desaparecer, hasta que oí la dulce voz de una alegre Arya Morton detrás de mi puerta, quité la almohada de mi rostro y me senté sobre la cama, no escuché lo que decía, pero conocía su melodiosa voz y contemplé el libro a mi lado, como si el hecho de leerlo la hubiese llamado telepáticamente. Preferí discernir de abrir. Karla balbuceó un par de cosas, tosió un poco y volvió a maldecir, Arya respondió con un par de carcajadas, ya podía imaginar como su sonrisa se dibujaba en su rostro de ángel.
─ Blair, traje la tarea del instituto, tenemos un par de exámenes, pero no es nada que no puedas resolver, Jacob me dio un par de anotaciones que podrían ayudarte, y por la clase de historia ni te preocupes, yo te explicaré todo─bramó, sonreí levemente y me levanté arrastrando conmigo las sábanas del suelo, me acerqué a la puerta y posicioné mi mano sobre la perilla, medité unos segundos si era buena idea recibir a Arya en ese momento, y volverme a imaginar su sonrisa tras la puerta no me dejó otra opción que abrir.
Sentí que el aire me volvió al cuerpo cuando observé el rostro de Arya tan limpio y alegre, tan diferente a la primera vez. No pude sonreír, solo esperé a que Karla decidiera por cuenta propia retirarse, y eso hizo. Morton ingresó a la habitación y se sentó sobre el pie de la cama, acomodó libros, carpetas y fotocopias sobre ellas, de su mochila sacó apuntes─seguramente los de Jacob─y me miró sin prejuicio ni queja.
─ ¿Por qué?─interrogué, ella se levantó y se acercó hasta donde yo me encontraba, me acomodó un poco el cabello y me despegó de las sábanas, mi pijama era una camiseta gigante y un pantalón corto más viejo que Karla, sonreí al pensarlo y la pelirroja volvió a sentarse donde estaba, le dio unas palmadas a la cama señalándome donde ubicarme y seguí sus indicaciones, me cedió el libro de historia y me hizo buscar la página 563.
"El mito de la caverna, de Platón" leí, la miré de reojo y ella me sonrió.
─ No deberías estar aquí─indiqué.
─ Y tu no deberías faltar a las clases, pero no nos queda de otra, ¿verdad?
─ ¿Qué es lo que quieres?
─ La historia no es algo que pasó porque sí, todo tiene una razón, y en este momento tú podrías escribir historia.
─ ¿A qué te refieres?
─ Emmeline no se encontrará sola─señaló─ Las cartas existen, significan algo, Liam también significa algo─ella cambió de página y allí estaba la carta del 3 de Enero, había realizado algunas anotaciones a su alrededor y marcó un par de palabras, Liam estaba entre signos de preguntas.
─ ¿Nosotras? Ya te volviste loca.
─ Nosotras y Turner, claro─comentó─Es eso o esperar a que la vida te termine de hacer mierda.
─ Hace unos meses eran completos desconocidos, ¿y ahora quieren encontrar a Emm?─musité, ella me miró y agacho la cabeza, estaba vestida con unos simples jeans y una camiseta blanca. No había notado la simpleza de su atuendo y su cabello pelirrojo recogido en una coleta. Parecía entonces más desconocida, más alegre.
─ Amanda dejó el instituto─comentó, evadiendo mi observación─Dicen que está embarazada, pero yo no lo creo.
─ ¿Y por qué no?
─ Porque a ella no le importaría cargar con una barriga de nueve meses por los pasillos del instituto, creo que de hecho lo dejó por otras razones─divagó.