Einstein dijo en una ocasión que “el tiempo es relativo”, refiriéndose a que cada persona lo precisa del modo en como sea capaz de verlo. En otras palabras, lo que para alguien es un año de vida otros lo verían como la mitad del tiempo que vivió un bebe recién fallecido. Quien diría que en mi caso el tiempo relativo se relacionaría más con perder la noción en cuanto dejé de escuchar la voz de Cole.
Tuve que forzarme a imaginar que estaba recostado sobre una nube de azúcar para así olvidar el kilómetro de distancia que me encontraba de la superficie, por culpa de mi maldita necedad.
Quería liberarme del suspenso en el que Cole me había dejado.
“¿Cole?” pero en lugar de obtener alguna respuesta “Sigues ahí” solo estuve bajo la compañía del silencio. “¿Cole?” Dejé de escuchar al idiota que no dejaba de decirme alguna estupidez, cada cinco minutos, como sí de la nada hubiese desaparecido. “¡Cole!” Él no pudo abandonarme “¡Responde!” solo porque le pedí “Por favor” lo que me había prometido “Dime que sigues ahí”.
No escuchar su voz me hacía sentir…
“¡Por favor!” …como sí hubiese sido abandonado. “¡Cole!” por él ser humano “¡No me dejes aquí!” que prometió “¡Cole!” cuidar de mi, “¡Respóndeme!”.
Estaba a un simple escalón de llegar al otro lado y, en lugar de cruzarlo, me detuve, como sí fuese un elefante atado a un poste.
Recuerdo la primera vez que vi esa foto.
En una clase de sociales la profesora nos mostró la imagen de un elefante atado a un pequeño tronco. Verlo me hacía pensar que era una estupidez; digo como podía ser posible que una creatura, de casi seis toneladas, se mantuviese quieta a un poste, que podía derribar sin ningún problema y la profesora me indicó que era a causa del miedo.
El ser humano siempre tuvo miedo a no tener todas las respuestas acerca de su origen, quien lo creo o cuál era su propósito. Por esa razón prefería trasmitir miedo a otros, como era el caso de ese elefante.
Una creatura que podía liberarse, por sí sola, pero no lo hacía porque muchos elefantes, que crecieron en cautiverio, sufrieron a causa de sus cuidadores; diminutos humanos a quienes veían como monstruos en lugar de simples insectos que podían aplastar.
Los elefantes crecían con miedo.
Al igual que yo.
Viví creyendo que mi propia familia me abandonó en un proyecto que salvaría al planeta. Esa mentira me hacía creer que realmente era importante para La Zona y me impedía ver lo que ocurría delante de mis propios ojos.
“¡Cole!” Para La Zona no era alguien importante “¡Respóndeme!” sino más bien un elefante “¡Por favor!”, incapaz de hacer algo por sí mismo “¡Dime en donde te encuentras!” porque nunca hice nada por mi mismo.
No me creía capaz de seguir ahora que Cole me había dejando.
¡¿Por qué él haría eso?!
“¡Cole!” ¡¿Acaso había hecho algo mal?! “¡No puedes irte!” ¡¿O fui muy directo cuando rechacé sus estúpidas bromas?! “¡Dijiste que cuidarías de mi…!” no solo sabía.
Solo se que dejé de escuchar su voz…
Así es, Doce …y repentinamente mis respuestas fueron respondidas y lo sigo haciendo.
“¡¿Cole?!” No lo podía creer “¡¿eres tú?!”.
Si Doce, Cole había vuelto, quien más podría ser.
“Un maldito idiota”.
Quizás lo sea, pero no soy un bobo.
“Qué”
Un bobo, digo solo te falta un escalón para terminar la prueba y en vez de subirlo te detienes; Por qué.
“Porque dejaste de responderme”
¿Es enserio?
“Sí”
¿Y por qué hiciste esa estupidez?
“Porque me pusiste nervioso” Cole volvió a reírse “qué es tan gracioso”.
No es nada. Solo me cuesta creer que te hayas quedado quieto, durante casi diez horas, porque no te respondí.
“¡¿Te fuiste Diez horas?!”
Claro que no, solo me fui cinco minutos.
“Eres un imbécil”
Y tú mi fan Número 1 solo necesité de volver a escuchar su voz durante un par de segundos para volver a molestarme.
“Como puedes ser así”.
A qué te refieres.
“Cole, dejaste de responderme”
Durante poco tiempo.
“¡Me hiciste creer que te habías ido!”.
Pero no lo hice.
“Por qué”.
Tenía que reflexionar sobre todo lo que hablamos, Doce. Me pusiste en una situación difícil.
“Solo te pedí respuestas”.