Z E F E R
Después de que termináramos de afinar los detalles del plan los soldados comenzaron a prepararse para partir, sentí un pequeño escozor provenir de las heridas que tenía en mi pecho, y al bajar la mirada, pude notar unas pequeñas manchas de sangre a la altura de las suturas.
Clematis me estaba dando la espalda, todavía continuaba conversando con Rik e Ian, así que antes de que pudiera seguirme, aproveché el momento para caminar nuevamente a la carpa de Lyra.
Mi cuerpo todavía seguía demasiado lastimado producto de la caída, y aunque era consciente de que debía de informar el estado en el que me encontraba, esto lo único que provocaría sería que Clematis se preocupara por mi y posiblemente me pediría que me quede en el campamento.
—Elinor —al escúchame ella pegó un respingo, algunos de los potes que estaba acomodando dentro de su maletín se cayeron en el interior, pero por suerte el líquido que había dentro no se derramó—. Lo siento, no quise asustarte.
—Descuida, Zefer, es solo que… estaba distraída, no me di cuenta que llegaste.
—Necesito que me ayudes —le dije a la par que señalaba las pequeñas manchas sobre mi camisa, ella inmediatamente me pidió que tome asiento y comenzó a buscar los implementos que necesitaba.
Al abrir mi camisa los vendajes que cubrían mi torso quedaron expuestos, ella retiró la tela con sumo cuidado y una vez que dejó las heridas expuestas, examinó con detenimiento las heridas.
—Debo volver a suturar, se rompió el hilo que puse —añadió mientras apretaba los labios de forma lineal—. Lo siento, prometo mejorar mi sutura, sé que todavía me falta mucho por aprender.
—Descuida —la interrumpo antes de que pudiera continuar—, valoro mucho lo que estás haciendo por mí, además, pese a no ser una curandera, vienes realizando un excelente trabajo, si no fuera por tu ayuda no hubiera podido llegar a la aldea.
—Gracias… —añade ella con vergüenza mientras deja el trapo con el que limpió los restantes de sangre a un lado, luego tomó la aguja y el hilo y comenzó a realizar las suturas.
Ambos no hablamos, Elinor parecía estar ida, como si sus pensamientos estuvieran en otro lugar, y aunque mentalmente no estaba allí en ese momento, su cuerpo se movía por inercia y realizaba su labor a la perfección.
—Zefer —dijo tras una breve pausa, exactamente cuándo termino de hacer el nudo final.
—¿Qué sucede?
—Tengo que pedirte un favor —sus manos temblaban al igual que su cuerpo, parecía muy nerviosa.
Elinor jamás pedía nada, aunque tuviera sed o abre ella nunca abría la boca para pedir, quizás esto se debía a que, aunque hayamos sido compañeros de viaje, todavía no tenía la confianza suficiente, pero en esta ocasión en verdad sentía que necesitaba pedir algo.
—Vinieron a informarme que yo marcharé con el pelotón en dirección a Velmont —dice mientras sujeta sus dedos nerviosamente—, sin embargo, quisiera… ir con ustedes a las minas de vidaleons y posteriormente a My-trent —suspiró, y luego me observó con sus ojos bicolores—. Estoy preocupada por Madam Fiora, cuando escapé de allá los guardias fueron a apresarla… yo… necesito saber que está bien.
—No creo que haya problema con eso —le dije, y la mirada se le iluminó.
—No sabes cuanto te lo agradezco —contestó mientras veía como unas pequeñas lágrimas resbalaban por sus ojos.
—Elinor, creo que en todo este tiempo que hemos viajado juntos nunca lo dije…pero lamento lo que pasó la primera vez que nos vimos.
—Déjalo, Zefer, yo entiendo perfectamente que fue lo que pensaste —una sonrisa nerviosa escapó de sus labios—. Siempre fue una desventaja que ambas nos pareciéramos tanto… y fue gracias a esa maldición que Eleonor tomó ventaja.
—Desde que supe la verdad… nunca entendí porque tus padres jamás dejaron que las dos vivieran con libertad.
—Mis progenitores eran unos sujetos demasiado supersticiosos —me dijo mientras colocaba los nuevos vendajes sobre mi cuerpo—. Hace mucho tiempo en nuestra familia hubo dos gemelos, misteriosamente, el padre de uno de esos niños falleció en circunstancias muy extrañas, nunca se logró saber con exactitud que fue lo que pasó, pero al ser el único testigo el hermano menor y al no saber explicar los acontecimientos, fue culpado de homicidio y posteriormente asesinado.
El hermano creció y desposó a un familiar de la primera línea sanguínea con tal de mantener el linaje intacto, a raíz de esto nacieron mis padres, y posteriormente nosotras. Lógicamente debido al precedente que existía de los gemelos, fue que mis padres se asustaron, pensaron que la historia se repetiría nuevamente, y como un modo grotesco de diversión, hicieron una especie de competencia, querían ver cual de nosotras era útil y cual estaba destinada a una vida de servidumbre.
Amé mucho a mi hermana cuando éramos niñas, juntas cargábamos con el dolor de la otras y tolerábamos todos los abusos a los que nuestros padres nos sometían, pero Eleonor siempre fue ambiciosa, y conforme iba creciendo su personalidad comenzó a deformarse cada vez más y más.
Mi error fue confiar en mi hermana. Jamás debí de decirle lo que pasó el día que te conocía, ella posiblemente asumió que automáticamente yo sacaría provecho de la situación y escaparía, condenándola a ella a una prisión, así que usurpó mi identidad y bueno… la historia ya la conoces.
—Lo lamento, no haber podido diferéncialas apropiadamente, quizás…
—La historia no hubiera sido diferente —contesta con una apagada sonrisa—. Mis progenitores jamás hubieran confesado, sin pruebas que avalaran que ellos tenían gemelas, nadie hubiera podido ayudarnos a ambas —dijo mientras acomodaba nuevamente sus cosas—. Sí, sufrí mucho y en muchas ocasiones pensé en que moriría en manos de la persona que me compró. Constantemente despertaba y maldecía a la vida por permitirme respirar todavía, pero aunque hubiera tratado de poner un punto final, mi captor no me lo hubiera permitido.