Una semana para el olvido eso era. He sobrevivido a la soledad por ya bastante tiempo, pero ahora me sofoca. Regresé a esas andanzas de ver a todo el mundo mientras mi capa de invencible estaba puesta... O eso pensé, pero no, todos me conoces como la chica estúpida que se embarra pintura encima y es adicta. En el almuerzo me senté lejos de todo y observé mi plato, se supone que ahora estaría hablando de cosas ñoñas con Herian, pero él estaba a unas mesas más lejos, aparatado de todos, incluso de Candy que al parecer se le pegaba como pegamento permanente. No sé qué tiene con esa chica, pero tal vez se dio cuenta de que yo no era lo divertida y se alejó.
Lo pillé apretando el tenedor con tal de doblarlo mientras veía su comida casi llena. No había tocado ningún bocado. Tal vez por eso es tan delgado. Perdí mi vista en aquella escena, extrañando un poco lo bien que se siente tener a alguien al lado, pero solo los recuerdos me regresan a esa realidad que evita pasar toda posibilidad. Subió la vista de pronto y nuestros ojos se cruzaron, una viva esperanza despertó en ese pequeño brillo en sus pupilas. Claro que no. Aparté al instante la vista y me perdí en otra parte, para mi sorpresa noté a Ryan con el ojo casi hinchado, acercarse a mí.
—Pero ¿qué te sucedió? ¿Tu padre fue de nuevo? —La preocupación me embargó de pronto. —Ryan lanzó una mirada rápida al costado, justo donde se sentaba Herian y tomó mi manzana—. ¡Oye eso es mío!
—¡No, mi amor! —Pegó casi un grito mientras yo lo miraba casi petrificada.
—¿Qué te sucede? ¿Te medicaste? —Enojada, le quité la manzana de sus manos y le di un gran mordisco para que entendiera que eso es mío—. ¿El golpe te afectó el cerebro?
—Eres como mi hermana, ¿cierto? —Achinó sus ojos y se acercó más de lo debido, invadiendo mi espacio personal. Estaba cerca de mis labios y eso me estaba incomodando. Solté la manzana y apreté los puños—. Trata de no mover los labios.
—Si pasará lo que estoy imaginando, te pegaré en las pelotas, Ryan —Lo amenacé casi susurrando.
—Solo estoy probando algo, Leyna —Se quedó quieto, con los ojos verdes fijos en mí. No estaba entendiendo nada y de repente me besa una mejilla, casi rozado la curva de mis labios—. Gracias, hermanita.
—Eso fue asqueroso —Lo aparté bruscamente y tomé mi bandeja, enojada—. Espero que no se repita porque ahora sí que te dejo sin pelotas.
—Descuida, Leynita —Me levanté bruscamente de la mesa y justo en el costado, noté su bandeja casi llena, pero el puesto vacío—. No eres mi tipo.
—Vete al demonio, idiota —Gruñí con fuerza y noté un par de ojos posarse en mí.
No estaba de humor como para seguir los juegos estúpidos de Ryan, que pretendí irme sin comer. Al dejar mi plato lleno con las cocineras, salí de la cafetería y el director iba casi corriendo hacia un lado. Cuando entendí hacia donde, ya estaba frente a mí con los brazos cruzados.
—Leyna —Me llamó.
Hice una mueca.
—¿Ahora que hice, director?
—Hay asamblea.
—¿y qué tengo que ver yo con eso?
—Eres la más perjudicada por eso vine a buscarte, sé que escapas de ellas siempre. Me lo informaron tus profesores —Me abrió paso al pasillo que lleva al auditorio—. Vamos, Leyna.
—Pero...
—Pero nada.
Le director me dejó colocarme en cualquier lugar, pero con la única condición de que no me escapara. Me senté en los últimos asientos, lo que menos quiero es escuchar sobre lo que el director quiere que escuche.
Minutos después el auditorio estaba abarrotado de gritos hasta que el director junto con el presidente estudiantil subió al estrado. Hablaron de como la violencia se ha estado apoderado del colegio, como el nombre de nuestro colegio ha sido manchado porque aquellos que no se pueden nombrar. Palabras, soluciones y problemas, eso eran las asambleas. Luego el director cambió de tema drásticamente, la pintura fue después lo que más se comentó.
—Debido a la intoxicación de una alumna y de cómo esto llegó a manchar la manera en que protegemos a nuestros alumnos, con una solicitud enviada a junto con el departamento de educación hace el comunicado de que la profesora Lisa Avellané, no sigue más trabajando con nosotros —Silencio rotundo.
De pronto todos miraron hacia los lados y al encontrarme, lo único que llevé fueron caras que en la frente se leía "te mataré" La profesora Lisa era mi favorita junto con la de lenguaje, eso era injusto, yo ni siquiera había pedido que la sacasen de aquí. Mis uñas se enterraron en esa falda horrible azul y esperé a que todo el mundo me dejara de ver.
—Eso es todo, pueden regresar a sus aulas —Nos comunicó
Al terminar esa horrible asamblea corrí hacia el director mientras veía desde un punto lejos a la profesora sacándose las lágrimas de la cara mientras los demás maestros la consolaban.
—Director... —Grité mientras lo alcanzaba—. ¡Director!
—¿Qué Leyna?, ¿Qué quieres? —Se detuvo, girándose hacia mí.
—¿Por qué la despidieron? Yo nunca quise que se fuera, yo jamás he pedido esa solicitud —Argumenté alterada mientras esa imagen de la profesora Lisa no deja de golpearme—. Por favor, déjenla acá. Es mi profesora favorita.
—No se puede, Leyna. La solicitud fue enviada por otra persona y no puede ser invalidada por otra persona que no sea la misma —Miró hacia ambos lados y soltó un gran suspiro—. Se te tiene que cuidar, Leyna y esa mujer te puso en peligro.
—¡¿Qué?! —Chillé con fuerza, notando lo estúpido que suena eso. No me procesa lo que acabo de escuchar—. ¿En qué parte del contrato dice que se deben preocupar por mí? Cuando en los últimos años nadie ha estado al pendiente de mí, ni siquiera usted. —Lo indiqué con el dedo—. Nadie, absolutamente nadie ha velado por mí, ni siquiera mis padres, con suerte tuve este año a Herian.
—Ya ves que sí...
El director selló sus labios mientras una de sus cejas se alzaba y miles de incongruencias me llenaron la cabeza que perdí la voz cuando esto explotó. Miré hacia todos lados casi mareada y lo encontré en los últimos asientos con los brazos detrás de su nuca y una sonrisa socarrona, iluminada desde la oscuridad de la habitación.
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Editado: 27.11.2021