Extranjera

Capítulo I

PEARL HARBOR, 1941.

 

Como todas las mañanas desde hacía un año, Jane Crayson, se levantó de su cama y fue a abrir las ventanas que le mostraban la hermosa vista del puerto de Pearl Harbor.

Pero aquella mañana Jane se había levantado sin que la despertara el dichoso despertador, y más tranquila de lo habitual ya que las dichosas pesadillas que había tenido desde que su prometido muriese no habían irrumpido sus sueños.

Decidió darse una ducha antes de empezar su turno como auxiliar de enfermería. Ese día llegaban nuevas tropas a la isla y ella era una de las encargadas de ayudar en las pruebas médicas. A veces echaba de menos la universidad.

Jane, abandonó la universidad de Sarah Lorenz, y con ello su sueño de ser historiadora, no por no ser capaz de estar a la altura que le exigía esos estudios, si no por el hecho de que quería irse de esa ciudad, que le recordaba tanto a su prometido que murió en una de las batallas que tuvieron lugar en Europa.

Había conocido a Clay Henderson, en una fiesta de la fabulosa ciudad de Nueva York. Una amiga íntima de la joven les emparejó en un juego un tanto infantil, pero lo suficientemente divertido para que supusiera que desde ese momento no se pudieron separar. Los dos se habían enamorado locamente.

Nueva York... cuanto la echaba de menos.

Salió de la ducha después de haber estado unos minutos bajo la relajante agua caliente, pensando en todo y a la vez en nada. Se miró al espejo, suspiró y peinó su largo cabello castaño recogiéndolo en una coleta.

 

 

Bajó al comedor de la residencia para desayunar. Pero solo tomo un zumo de naranja, como todas las mañanas.

— Si sigues sin alimentarte bien, los soldados van a tener que cuidar de ti y no al contrario— una joven de unos dulces rizos dorados se acercó a Jane mientras tenía una tostada en las manos—come algo más por Dios— ordenó mientras que se la ofrecía— que te estas quedando en los huesos.

—Hola Lizzy— saludó sin mucho ímpetu echándola una mirada un tanto rara.

—Anímate muchacha, que hoy llega nuevo género a la isla— a veces su querida amiga Lizzy podía ser realmente basta cuando de chicos se trataba— ¿hace cuánto que no vemos nuevas caras, o cuerpos?

—Mucho tiempo—respondió siguiéndola la corriente—. Anda, desayuna, o llegaremos tarde y ya sabes lo furioso que se pone el doctor Gibs si no llegamos a nuestra hora.

—Claro que si— pegó un bocado para terminar su tostada y habló con la boca llena—vamos querida.

Lizzy cogió a su mejor amiga del brazo para ir directas al hospital.

 

Jane conoció a Lizzy el primer día de voluntariado en Pearl Harbor. Enseguida se hicieron intimas, ya que la rubia también había llegado allí por una mala relación. Las chicas se hicieron inseparables. Jane se sentía como la hermana mayor, Lizzy era dos años más pequeña que ella, y no paraba de meterse en líos. Bueno exactamente no en líos, pero era una cabra loca y más aún cuando había hombres de por medio.

Los chicos. Esa era la perdición de la joven Lizzy. Pero para ella no era un problema, porque con su belleza conquistaba a cualquiera que osaba mirarla fijamente a esos ojos verdes.

**********

Las chicas entraron en el hospital que aún estaba vacío. La morena miró el reloj. Habían llegado al menos treinta minutos antes de que los soldados aparecieran por la puerta.

— ¡Chicas! — una señorita vestida de enfermera se apresuró hacia las dos amigas que acababan de entrar por la puerta.

—Mira Jane, aquí llega Caroline tan acalorada como siempre.

—Algunas nos tomamos en serio nuestro trabajo— respondió negando con la cabeza e ignorando el comentario de Lizzy— Jane, prepárate, harás la primera ronda con el doctor Gibs.

Caroline desapareció por una de las puertas. Caroline Flecher era la enfermera jefa, la mano derecha del doctor.

Las dos chicas se dirigieron a los vestuarios para ponerse su uniforme. Simplemente una bata blanca que abrochaba, junto un pequeño sombrero con una cruz roja en medio.

Luego separaron sus caminos y Jane se dirigió hacia el despacho del doctor para ponerse a su disposición. El doctor era joven y apuesto. Pero esto a Jane no la llamaba la atención, a contrario que todas sus compañeras.

**********

El día transcurrió tranquilo. Solo una decena de soldados se presentaron a los reconocimientos médicos, pero todo ellos pasaron las pruebas con gran satisfacción.

Algún que otro soldado le echó los ojos a Jane Crayson pero está siempre estaba tan sumergida en el trabajo que no se dio cuenta. Por el contrario, su amiga Lizzy no dejaba de coquetear con todos sus pacientes y estos se volvían unos locos desesperados hacia sus encantos. Finalmente, la rubia quedo con un chico que iba a ser piloto. Este le invitó a un bar por la noche para celebrar que era apto en la tarea que le habían encomendado. Como no, Lizzy tampoco terminó su jornada sin antes buscar un pretendiente a su adorada amiga Jane.



#30945 en Otros
#2123 en Novela histórica
#4286 en Aventura

En el texto hay: desamor, amor, aventuras

Editado: 27.12.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.