DE REGRESO
Ver a James McAllen de nuevo se sintió como recibir una caja grande de regalo solo que al abrirla encuentras algo aburrido, como una herramienta que no sabes utilizar o una maceta sin planta.
James fue mi primer amor. Nunca me correspondió, pero sí me hacía creer que valía la pena quererlo tanto. Todas las mañanas nos sentábamos juntos a hablar de la vida, desde lo más simple hasta lo más profundo. James y yo éramos mejores amigos y ese siempre fue el problema. Solo fui su mejor amiga.
Un mes antes de la graduación le confesé mis sentimientos. Él me dijo algo que yo ya sabía, que no me veía de esa forma. Claro, ¿Quién podía verme de esa forma después de lo que le pasó a mi cara?
Solté una carcajada, le hice creer que todo había sido una broma y me abrazó como si le hubiera quitado un gran peso de encima. Pero desde ese día supe que James y yo nunca íbamos a estar juntos así que renuncié a él y cuando la escuela acabó, tomé mis cosas y me largué de esta ciudad.
James está como siempre, ahora tiene menos músculos y una pequeña panza. Lleva el cabello más corto y ahora tiene una pequeña barba. Quitando todo eso, sigue viéndose como el mismo James de antes. Un chico atractivo, aunque ya no “un chico” supongo que ahora entra en la categoría de hombre.
Lo veo un momento, antes que él me mire. Supe que era el nuevo vecino de mis padres cuando mamá me envió un video de los nuevos muebles que les compró mi hermano. Me dijo que su vecino estaba ayudándolos, ella grabó un video un poco desenfocado pero ahí lo reconocí inmediatamente.
James, mi primer amor.
Un amor fallido, pero mi primer amor después de todo.
Dejé de pensar en él hace mucho tiempo pero cuando comprendí que iba a volver a verlo esperaba que algo sucediera dentro de mí. Tenía un poco de miedo, ¿Y si todos los sentimientos volvían? ¿Y si me enamoraba una vez más de él? Creo que no siento nada de eso ahora.
Tomo una larga respiración. Su jardín tiene varios muñecos inflados con forma de hombres de nieve. Una contradicción pues en esta ciudad jamás ha nevado. Recuerdo que hace ocho años dijeron que esa podría ser la primera Blanca Navidad para los locales, pero los días pasaron y no cayó ni un solo copo. Conocí la nieve después de mudarme tres horas lejos de aquí. Lejos de todos los malos recuerdos y de esas miradas que me dan las personas.
Lástima, vergüenza, pena y decepción.
James voltea, le toma un poco de tiempo reconocerme. Sus cejas se elevan, mi corazón me duele. No puedo creerlo. No es por él, no es que quiero que deje a su familia por mí, es porque él logró todo lo que quería mientras que yo sigo atascada en esta bola de nieve llamada vida. Me sacuden constantemente pero sigo en el mismo lugar.
Se acerca, casi pareciera que el tiempo ha regresado varios años atrás y es el mismo chico de la escuela que corría a saludarme por las mañanas. — ¿Petty?
No he escuchado ese apodo en mucho tiempo. Mi nombre es Petal, como “pétalo” pero en la secundaria todos me llamaban Petty. Escuchaba tanto “Petty” que algunas veces se sentía más como mi nombre real que Petal.
Respiro profundo. —Hola James.
James camina la corta distancia que nos separa, no hay cerca que divida estas dos casas, solo unos pequeños ladrillos colocados en línea recta. Solo tiene que levantar un poco sus pies para cruzarse donde yo estoy.
James me toma entre sus brazos como si la última vez que nos vimos fue ayer. Como si aún es ese chico popular que salía con porristas y yo la chica de cabello largo, siempre ocultando la mitad de su rostro.
— ¡Te he extrañado! —Me estrecha con fuerza—. No puedo creerlo, ¿Dónde te metiste Petty White?
Nos separamos, hago mi mejor intento por sonreír como si nada de esto me estuviera afectando. —Por ahí, dejando que la vida me lleve.
Sonríe, de lado y mostrando su hoyuelo. —Claro que sí, así eras tú, ¿no?
Respiro profundo de nuevo, tengo que relajarme. —Sí, así era yo.
James mira hacia la casa de mis padres, la que alguna vez fue mi hogar. —Entonces, ¿Qué haces aquí? Tu mamá… no tenía idea que fuera tu mamá hasta que me habló de ti, vi sus fotografías y te reconocí, estoy feliz de verte otra vez.
Asiento. —Sí, que pequeño es el mundo —Aunque no tiene nada de sorprendente que James se haya mudado al lado. De todas formas esta es una ciudad pequeña y era bastante probable que nos volviéramos a ver, es por eso que hui.
Señala hacia atrás. —No lo vas a creer, ¡Tengo una familia ahora! ¿Recuerdas que quería tener perros? Tengo dos, y son grandes. Los amo.
También sé que te casaste y que eres muy feliz. —Vaya, estoy feliz por ti.
Si realmente lo estuviera no tendría el deseo de llamar al taxista para que regrese por mí y me lleve de vuelta al mundo donde solo existo yo. No quiero retroceder en el tiempo, no hay nada en mi pasado que me de felicidad.
James mira mis maletas. — ¿Cuánto tiempo te quedas?
Bajo la mirada, espero que no mucho. —Solo, después de año nuevo.
Sonríe. —Genial, tendremos tiempo para ponernos al día —coloca su mano sobre mi hombro—. Tienes que conocer a Paris, es asombrosa.
Sé quién es Paris, es su esposa. Aun lo tengo agregado en Facebook. Ya no utilizo Facebook en absoluto, ya no publico nada y lo abro un par de veces al mes para ver qué hay de nuevo. Ahí me enteré de su nueva vida perfecta.
Borré mi fotografía, no contesté los mensajes. Las personas creen que desaparecí de las redes sociales, o que me morí y por eso jamás volví a escribirles. No me importa que piensen, ya nadie es parte de mi vida.
Soy solo yo contra el mundo.
—Claro —asiento—. Paris es…
James levanta sus hombros. —Mi esposa, nos casamos hace un año. Ojala hubieras estado ahí.
No, me alegra no haber estado ahí. —Vaya, felicidades.