Extraño Milagro De Navidad

6

 

Sky sale del salón, yo veo los adornos que colocó.

Por lo menos me siento un poco más tranquila aunque sé que solo es temporal. Cuando regrese a mi casa todo volverá de nuevo. Cuando me siente en medio de la oscuridad, la realidad se encargará de hacerme sufrir una vez más.

Escucho la puerta abrirse, giro para ver al famoso santa malvado. A pesar de todo, tengo curiosidad por esa decoración. Pero no me encuentro con ningún santa malvado, me encuentro con una pequeña niña de ojos negros grandes, el cabello despeinado hasta la cintura y unas mejillas enrojecidas por el calor.

Sonríe cuando me ve, mientras que mi corazón se acelera. La puerta sigue abierta, ¿Ya van a entrar todos los niños? Tiro de mi cabello y bajo el rostro, ¿Por qué acepté venir aquí?

— ¿Eres el hada de la navidad? —su voz es aguda—. ¿Conoces a Santa Claus?

Niego dos veces. —No.

Ella camina hacia mí, se inclina buscando mis ojos y yo retiro la mirada. —Te pareces a mi muñeca, Hada de la navidad —sigue llamándome así por alguna razón—. Me la regalaron el año pasado en navidad, ¿Fuiste tú? ¿Tú traes los regalos con Santa?

Mi corazón sigue latiendo con fuerza, quiero irme de ahí ahora mismo. —Yo no…

—Hada de la navidad —toma mi mano, no se la retiro porque no quiero ser grosera con una niña pequeña pero quisiera que me soltara—. ¿Puedo preguntarte algo?

Respiro profundo, tengo que calmarme, solo es una niña. Pero sé que preguntará por mi cara, seguramente vio la cicatriz cuando se inclinó.

— ¿Crees que mamá pueda bajar del cielo? —su voz no suena triste, en realidad, está llena de curiosidad.

Volteo a verla finalmente, sus ojos me observan atentamente. — ¿Tu mamá?

Asiente dos veces con una sonrisa. —Mami se fue con Jesús cuando yo era un bebé, Clara me está cuidando mientras tanto.

En ese momento Sky entra con los ojos abiertos, busca algo y cuando ve a la niña me mira apenado. Está sosteniendo un Santa bastante grande, con un cabello y barba amarillenta y ojos azules despintados.

No se ve tan malvado.

Lo deja a un lado y camina hacia la niña. —Ileana, no puedes estar aquí ahora —pasa sus dedos a través de su cabello—. Por favor, ve a jugar.

Ileana niega y me mira sonriendo. — ¿Puedes decirle a mami que venga en navidad? Solo una noche.

—Ileana —Sky vuelve a hablarle.

Yo me muerdo el labio, no esperaba que me dijera algo así. —Yo…

—Ileana —Sky se inclina un poco—. Ya casi terminamos, ¿nos dejas terminar? Gracias princesa.

Ileana suelta mi mano y suspira. —Bien, ya me voy, solo vine por agua.

Miro a la niña mientras se mueve al fondo y saca una botella pequeña rosada de una mochila también rosada. Ella da dos tragos y camina hasta la puerta, pero antes de salir, me da una mirada y sonríe.

Sky se acerca a la puerta y la empuja para asegurarse que esté cerrada. —Lo siento, Petal —me mira afligido—. Perdón, no pensé que iba a entrar alguien.

Pienso en esa pequeña niña y recuerdo donde estoy. Ninguno de los niños que juegan ahora tienen padres. Desde muy pequeños han comenzado a vivir en el lado duro de la vida.

—Los niños, ¿Están aquí por algo más que ser huérfanos? —le pregunto, no sé si él sepa la respuesta pero parece que ha estado aquí antes suficiente tiempo para saber la respuesta.

Sky hace una mueca. —Algunos sí tienen padres pero… bueno, ya sabes. Algunos adultos son malos y prefieren drogas que a sus propios hijos, o los dejan abandonados. Aquí.

Trago saliva, me siento muy triste ahora y no por mí. Por ellos. —Ella… pensaba que era un hada de navidad o algo así.

Rasca su cabeza. —Quizás te llamé así, solo intenté que no entraran —gira su cabeza al Santa, lo levanta y lo coloca en una esquina al frente del salón. Le peina un poco la barba. —Ya está, hemos terminado.

Asiento. —Bien.

Sky señala hacia afuera. —Mira, si te molesta salir ahora puedo pedirle a Clara que mantenga a los niños en otra parte, no hay problema.

Niego sintiéndome estúpida. ¿Cómo puedo verme tan intimidada por unos pequeños niños? —Está bien, podemos solo salir.

Sky sonríe. —Vamos entonces.

Respiro profundo y tiro de mi cabello, no voy a dejar que nadie vea esa cicatriz. Paso por la puerta, algunos niños se acercan a Sky y le preguntan si quiere jugar con ellos.

—Lo siento amiguitos, hoy tengo que irme pero volveré —afirma alegre.

Algunos niños se acercan a mí. —Hola —saluda una niña con gafas moradas—. ¿Cómo te llamas?

Trago saliva. —Petal.

La niña a su lado sonríe. — ¿Petal? Te llamas como si fueras una princesa.

Ileana se acerca y me sonríe. —Es mi amiga, la reina de las hadas navideñas.

Sky sigue rodeado de niños, como si fuera una celebridad. —Eh, chicos… lo siento, tenemos que irnos.

Un niño de cabello rojizo me señala. Mi corazón se detiene. No quiero que se burle. No quiero que nadie hable sobre eso. —Es la reina de las hadas navideñas, ¿nos visitaras otra vez?

Suelto aire, aliviada. —Yo…

Ileana me da un abrazo, sus pequeños brazos me rodean la cadera y sus ojos se cierran. Tiene pestañas largas. —Ven a jugar con nosotros reina de las hadas, ¿sí?

—Navideñas —agrega el niño.

Eso me hace sonreír un poco. Tengo que admitir que en algún punto de mi vida quise crecer para tener hijos. Luego con el tiempo eso cambió. Alguien como yo no puede ser madre de nadie.

Pero eso no signifique que no piense que los niños son tiernos. —Intentaré volver —les digo, mi voz es débil pero espero me hayan escuchado.

Clara suelta unas carcajadas suaves. —Niños, dejen a los chicos, aún no han comido pastel.

Se separan de nosotros, Sky me mira con las cejas arqueadas. — ¿Quieres pastel?

El viento mueve el cabello de mi cara, pero tomo el mecho del frente rápidamente para evitar que algo se muestre. —Está bien.



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En el texto hay: navidad, milagros, navidad y romance

Editado: 22.12.2022

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