Falla de amor

El Inquilino del 506.

Desde que mi madre murió mi vida se había convertido en un completo infierno, bueno ya lo era antes, pero su muerte cambió las cosas y no para bien sino para mucho peor. Fue hasta hace dos años cuando cumplí 18 que pude cambiar las cosas.

Ya siendo mayor de edad pude irme de la casa. Sin dinero, sola y con los peligros que se cruzan por la vida logre llegar al que ahora es mi hogar, el 507.

Para poder pagar todos mis gastos, desde el arriendo hasta los más personales, tuve que trabar de mesera en un café, situado a media hora del edificio. Con un poco de desconfianza tanto de mi parte como de los dueños del lugar empeze mi labor. Trabajaba cada día de siete de la mañana a cuatro de la tarde, con tan solo media hora para almorzar, pero afortunadamente las cosas se dieron bien y la confianza entre mis jefes y yo, aumentó.

A medida que pasaban los días el trabajo se volvía más suave para mi, las propinas aumentaron. Por fin la vida me sonreía después de tanto tiempo de tropiezos; las cosas mejoraron aún más cuando ya solo tuve que dedicarme principalmente a mis historias y solo iba al café los fines de semana o cuando fuera estrictamente necesario.

Para mi fue mejor dejar las comodidades materiales por la mentales. Danna, Mary, este edificio, mi apartamento, eran mi hogar, aunque separados pero llenaban el vacío que tenia en mi.

Bueno, así iban de bien las cosas hasta que llegó el nuevo inquilino del 506. De tantas personas que podrían haberlo arrendado y justamente fue él quien lo tomó, si, ese chico alto, de cabello marrón oscuro con leves ondulaciones en las puntas, de una hermosa piel clara y brillantes ojos verdes, el chico de gorro oscuro que conocí esta mañana en la cafetería, el motivo por el cual perdí un cupcake esta mañana, creo que no quedó satisfecho y vino por el otro, ¡enserio! ¿estas casualidades existen?.

—¿Que pasó?, ¿te comió la lengua el gato?

Otra vez ese tono, esa forma de reírse, ¡me estresa! ¿por que me pasa esto a mi? Trato de llenarme de valor, del mismo que me arme esta mañana para estrellarle el cupcake en la cara. Espero que mi idea funcione, al fin y al cabo ya no llevo mis lentes, y para suerte mía no hace mucho que llegue de la casa de Danna así que mi aspecto es mucho más presentable que el de esta mañana. Solo quiero que crea que se está confundiendo de chica, tan solo que se encontró con una muy parecida y ya.

Si esto funciona no habría problema en tener que levantarme más temprano de lo normal para arreglarme y así despistarlo hasta que todo se olvide.

Bueno, aquí vamos, aclaro mi voz y empiezo.

—ah, emm, hola, soy Alexa...

Idiota, por que dije mi nombre, bueno, no creo que sea un problema, al fin y al cabo no lo sabe, bueno, sabía. Sigamos.

—Mucho gusto en conocerte, escuche que por fin se había arrendado el 506 así que viene a saludar y dar la bienvenida.

Con una mira confundida se que fijo en mi por unos segundo hasta que respondió a mi saludo.

—Ah si, soy Alan, me mude esta mañana. Un amigo me recomendó el lugar.

Sus últimas palabras sonaron tan suaves e inseguras, como si fuera algo que no debió haber dicho. Un silencio se crea entre nosotros volviendo todo más incómodo de lo que ya es.

—Uummm, entonces he de suponer que no eres de esta parte de la ciudad. Ya decía yo que no te había visto por estos lugares.

Perfecto, ya con esto debe quedarle claro que no lo conozco, unas palabras más y listo, para él no seré la chica que le estrelló un cupcake esta mañana. Una sonrisa que no pude descifrar sale de sus labios
—Si, soy nuevo por este lugar, me alegra conocer gente como tu. Espero que de ahora en adelante nos llevemos bien como buenos vecinos, ¿que te parece?-

¡Si!, ya cayó, no fue tan difícil como pensé. Supongo que ahora necesitaré mas que nunca de Danna, al fin y al cabo me debe el favor.

—Bien, entonces nos hablaremos más adelante, y espero verte en la reunión colectiva del eedificio. Que tengas buena nnoche.—me despido.

Me giro rápidamente poniendo la cajita que antes estaba escondida detrás de mi espalda  hacia adelante, justo cuando doy mi primer paso sus palabras me detienen.

—Pensé que cuando los vecinos dan la bienvenida también traen un presente con ellos.

Así que se dio cuenta, no me queda más opción, si lo trato de seguir escondiendo las cosas serian mas raras, aunque sus palabras fueron un poco... No se, pero no me gustaron.

—¡Oh si!, se me olvidaba, esto es para ti  —le digo al mismo tiempo que le extiendo la cajita con el cupcake dentro.

Una risa se escapa de su boca. Me doy la vuelta y ya frente a mi apartamento tomó la perilla para girarla cuando escucho sus últimas palabras.

—Por cierto, como soy nuevo por el lugar me gustaría que alguien me de un pequeño recorrido para familiarizarme con el lugar y de paso me explique sobre el funcionamiento de la residencia, no te importaría ser esa persona, ¿verdad?

Sus palabras me dejan en blanco, y sin poder responderle entra a su apartamento no sin antes decirme:
—Bien, entonces mañana te molestare un poco.

Cierro fuertemente la puerta detrás mío, como es que ese chico me saca de onda, es tan confiansudo y autoritario, sus palabras no parecían de petición si no de orden, ¿como podía hacerlo tan sutilmente sin que sonara a eso?




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