Bennett se quedó en silencio no entendía qué era lo que estaba pensando con Alysa, ya había dado respuesta ¿no era eso lo que la emperatriz quería?, pero la forma como lo miraba lo inquietaba, una mirada fría y sin brillo, le frunció el ceño esperando que ella quitara esa cara; sin embargo, fue todo lo contrario ella pasó por un lado de él como si no importara en lo más mínimo.
El estruendo de la puerta al cerrarse se escuchó por los pasillos, los empleados que estaban cerca dirigieron su mirada a Alysa, algunos tragaron en seco otros siguieron en lo suyo con una gota de sudor bajando por sus mejillas. Sintieron los malos humos de la emperatriz con cada paso que daba, no sabían que había pasado, pero se lo imaginaban.
Estando en su habitación se dio una ducha y se vistió con un vestido blanco el cual tenía estampadas flores rosas, con algunos prenses dorados. Su vestido llegaba al piso y tenía como acompañamiento un abrigo de tela trasparente. Su cabello azul oscuro suelto y algo desordenado cubría su espalda, se sentó en el tocador y empezó a peinarlo con suavidad. Estaba pensativa y le costó mucho conciliar el sueño, el reloj con su sonido inquietante, los pasos de algunos sirvientes pasando por su habitación y el canto de dos aves que acomodaron en su balcón, provocaron que su noche fuera larga.
Pasadas las ocho de la mañana, cuando el sol tocó las ventanas del palacio y lo iluminó con su luz natural, Alysa y Bennett estaban recibiendo su desayuno, cada uno en su habitación como acostumbraban. Aún tenían trabajo que realizar y estaban ocupados.
Mientras estaba en su oficina, fueron interrumpidos por el mensajero privado de Bennett, Alexander.
—Majestades —Hizo una reverencia —Tenemos un mensaje de la tropa que fue al imperio de las bestias divinas —Mostró una carta
Bennett miro a Alysa de mala manera, aunque ella se sentía observada ignoro ese sentimiento y espero que Alexander siguiera.
—Continúe
—Dicen que se sienten agradecidos con la emperatriz, la poción de visión nocturna que les otorgó les ayudo a los guardias a estar más seguros del territorio. Por el momento no se han enfrentado a animales salvajes, las provisiones durarán más de lo que pensaban y su salud está bien. El ave mensajera que enviaron; en estos momentos está siendo revisada por los veterinarios, dicen que puede volver a tomar vuelo
—Eso es excelente —Alysa sonrío
—Majestades ¿Quieren volver a enviar al ave? —Preguntó
—No déjenlo así. Gracias —Contestó Bennett
—Puedes retirarte —Le indicó Alysa
Alexander hizo una reverencia y salió de la oficina, pasaron las horas y llegó el medio día. Momento del almuerzo, como se acostumbraba en el palacio los emperadores almorzaban juntos. Pero desde que Alysa y Bennett se casaron son muy pocas las veces que almuerzan juntos.
—Emperatriz acompáñame —Bennett extendió su mano
—Su majestad puedo caminar a su lado sin necesidad del tacto —Dijo de manera fría, aun se sentía mal por lo de la noche anterior
—¿Está enojada por lo de ayer? —Bennett bufo —Porque si es así créame que es algo de una sola noche. Las amantes van y vienen, pero las emperatrices son eternas.
Ella ignoro su comentario y camino a su lado, aunque su mirada fuera fría se sentía bien caminado al lado de su esposo.
Un sirviente abrió la puerta del palacio y lo que primero vio a Alysa fue a una mujer pelirroja con prendas finas y joyas.
«¿Quién es ella? Aunque tenga prendas de la alta sociedad no pertenece a ella ¡No! Espera ella es la mujer que estaba con Bennett cuando llegó, se ve diferente por las prendas en ella, pero su rostro, su odiable rostro»
—Siéntate —Señaló su asiento
Eileen estaba nerviosa, apretaba su vestido y no le quitaba los ojos de encima a Alysa.
Evito el contacto visual con Eileen pero no lo consigo, la pelirroja estaba inquieta por saber quién era. Bennett se sintió intrigado por el ambiente entre ambas.
—Disfruten Majestades, señorita —El chef tenía una cara de orgullo y se retiró.
«" Majestades" ¿Acaso ella es la emperatriz? Sé que Bennett está casado, pero ¿Por qué habrá querido que almuerce con él y su esposa?»
Alysa probó la comida y lo hacía de forma elegante, Eileen al verla seguida por la incomodidad; solo veía el plato de comida al frente suyo. Bennett al verla sentía lástima por Eileen, no considero correcto haberla hecho almorzar con Alysa.
—¿La comida no es de su agrado? —La miro con una sonrisa en sus labios
—Bue..no
—Sí desea podemos traer algo que le guste; sin embargo, ese no sería el comportamiento de un noble. Dime de que parte del imperio vienes —Alysa sonrió mostrando algo de amabilidad
—Su majestad, esto... —Bennett no pudo continuar
—Su majestad, ¿por qué no me dijo que teníamos a una invitada? No es muy adecuado venir sin avisar ¿sabe? —Pasó su mirada a Eileen —¿Cómo te llamas niña?
—Ei..leen —Respondió tartamudeando
—No estés nerviosa, imagino que eres la invitada de su majestad. Así que por favor siéntete como en casa —Sonrío amable
—Ya termino —Bennett hablo con voz grave —Déjeme presentarla ella es la hija de un noble del imperio, la conocí hace un mes y le prometí a su padre que cuidaría de ella; pocos minutos antes de su muerte —Mintió
«No he escuchado hablar de la muerte de ningún noble; vaya que mi esposo es un tonto mintiendo»
—Lamento mucho la muerte de su padre, mis más sinceras condolencias
Se quedaron en silencio, cuando el reloj indico que había pasado un minuto siguieron comiendo, Eileen observaba a Alysa para seguirla y no fallar en la mentira de Bennett.
Estudio una poco los movimientos de Alysa y los copio a la perfección, en su momento le pareció extraño, pero lo dejo pasar.
Después de terminar una lágrima bajo por la mejilla de Eileen, sus lágrimas caían en el plato y no se contuvo a llorar.
—¿Lady Eileen pasa algo? —Preguntó Alysa
#1303 en Fantasía
#4971 en Novela romántica
romance drama, poder magia reino celos, divorcio infidelidad intriga
Editado: 24.01.2024