—Su majestad —escuchó una voz ausente
—¡Majestad! —fue lo último que escuchó antes de que cerrara los ojos
Sus párpados pesaban, su cuerpo estaba adolorido, escuchaba las voces de los demás, de médicos, de los duques, de su esposo.
Abrió lentamente los ojos, volviendo a ver nublado el lugar, Daisha fue la primera que se dio cuenta de que estaba despertando acercándose a ella sus ojos se aguaron.
—Su majestad —exclamó al verla
Los dos hombres se acercaron a la cama, Bennett, sostenía su mano y la besó con dulzura, aún veía nublado y cerrando los ojos decidió escuchar a los presentes.
El médico de la familia, tenía una sonrisa en la cara, mientras guardaba sus cosas y al ver a los nobles tan asustados, se acercó a ellos, tomando al emperador del hombro
—Pueden estar tranquilos, su majestad la emperatriz está bien, recomiendo reposo y estar al tanto de su estado —observó a Alysa quien estaba abriendo los ojos lentamente —. Felicidades majestades, duques, la emperatriz está encinta —anuncio con una sonrisa y las caras de todos cambiaron drásticamente
Estaban asombrados, en especial Alysa que ahora podría ver mejor, fijándose en las expresiones de cada uno.
—Disculpe… ¿Qué acaba de decir? —preguntó la emperatriz al no creer
—Que está embarazada, ahora si me disculpan hay muchos pacientes que me esperan. Con su permiso —el médico se despidió con una reverencia y al salir de la habitación las miradas pasaron a Alysa
Era atemorizante verlos, estaban felices, y pronto las felicitaciones llegaron a los emperadores.
—¡Muchas felicidades! —Frey sonrió alegre
Estaba realmente feliz por la noticia
—Felicidades su majestades —comentó Daisha que al igual que su esposo estaba feliz
«Con un bebé en la panza de su magestad, será más fácil que Alysa cuide su puesto, que alegría, y así ella me puede ayudar a mí» pensó la duquesa
A comparación de la cara de sus cuñados, los emperadores se veían asustados, Alysa aún no lo podía creer, otra vez su vientre estaba lleno de una futura vida que debía cuidar.
Bennett estaba espantado, pues no sabía cómo decírselo a Eileen.
La mujer que realmente amaba.
Sintió culpa al haber embarazado a Alysa.
Algo en su corazón no lo dejaba tranquilo.
—Muchas gracias, de verdad nos sentimos muy agradecidos —Alysa tomó la mano de Bennett y eso lo sacó de sus pensamientos
Apretó la mano de Alysa y sonrió.
—Creo que ha sido un día de buenas noticias, ¿no lo creen? —bromeo Bennett tratando de ocultar su descontento
—Por supuesto, no saben lo felices que nos sentimos al saber que seremos tíos —contestó Frey
De todos los presentes en la sala era quien estaba más feliz.
Los emperadores tuvieron que fingir sonrisas durante un tiempo largo, y cuando pasó una hora todos dejaron a Alysa sola en su habitación tomando en cuenta lo que dijo el médico.
Cuando se quedó sola, la sonrisa de sus labios desapareció, recostandose en la cama.
¿No debería estar feliz? No se supone que debería sentirse alegre, porque después de algunos meses estaba nuevamente embarazada, ¿no debería sentir esa alegría que sintió cuando se enteró del primero?
No podía explicar sus emociones, su sentimiento, su expresión.
«Estoy casi segura que este bebé no es de Bennett»
***
En la noche, Eileen estaba en su habitación alegre, tenía una sorpresa preparada para Bennett.
Lo había mandado a llamar, y no faltaba mucho para que llegara, en sus manos tenía un paquete morado, el cual la estaba llenando de ansiedad.
La puerta se abrió y los pasos del emperador se escucharon, giró su cabeza con alegría, con el rostro brillando tal cual estrella y una sonrisa envidiable.
—¡Su majestad! —exclamó alegre extendiendo sus brazos y abrazando con fuerza al hombre
—Esperaba verte —comentó Bennett acariciando sus cabellos rojos
—Yo también, su majestad —se separó de él un poco, mostrándole el paquete que tenía en sus manos
—¿Qué es eso? —preguntó y Eileen le entregó el paquete en las manos
—Ábralo —dijo sonriente
La observo curioso y con una sonrisa inevitable, analizo el paquete observando una cinta que lo unía y tirando de esta metió su mano.
La textura que sentía era suave como una tela, sacó del paquete una prenda pequeña, sus ojos se abrieron con lo que vio.
Un vestido blanco de bebé, que tenía mangas en su muñeca y bordado en la parte final de la falda.
Estaba asombrado con lo que veía, no esperaba ser recibido con tal regalo.
Observo a la pelirroja con un ligero rubor en sus mejillas.
—Eileen… tú…
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Editado: 24.01.2024