Me encontraba en la recepción del albergue esperando a que me confirmaran si les quedaba alguna habitación libre.
Llevo esperando aquí una media hora y desde entonces que decidí apagar el móvil, debido a que al parecer Luca ya había notado mi ausencia y empezó a llamarme.
Lo peor de todo es que el remordimiento que sentía no se iba, y a pesar de que intento convencerme de que fue la mejor decisión, mi cabeza no paraba de traicionarme diciéndome que estuvo mal lo que hice…
Me hubiese encantado haber hablado con Luca y juntos irnos bien lejos, pero no podía ser egoísta y alejarlo de todo lo que le hacía feliz, solo para que se quedase conmigo. A pesar de que con él me siento cien por cien segura y libre de temores, no podía encadenarlo a mí y separarlo de todos.
— Ya puede pasar señorita Durand — llamó la directora del centro, dándome paso. Yo me levanté y con mis cosas me adentré al pequeño despacho. — Buenas noches, mi nombre es Emily González —dijo, tendiéndome su mano.
— Mucho gusto Señora González. — respondí estrechándole la mano.
Una vez tomamos asiento, ella se puso a hojear unos papeles que tenía encima de su mesa y por cada minuto que pasaba sin decir nada me ponía mucho más nerviosa, tanto que hasta las manos me empezaron a sudar.
— Bueno señorita —empezó diciendo mientras levantaba su mirada. — Me veo en la obligación de informarle antes de nada que en nuestras instalaciones el respeto hacia las demás personas es fundamental — asentí haciéndole entender que comprendo y respeto lo que me dijo. — Respecto a las habitaciones, se puede quedar en una, la cual sería compartida con una compañera — dijo, dándome la mayor de las alegrías, no quedaría en la calle tirada.
— Me parece genial — respondí un poco impaciente, deseando irme de una vez a la habitación. Siguió explicándome algunos términos del lugar y diciéndome que tendría que pagar una cuota semanal, la cual estuvo bien pero de igual forma, necesitaba trabajo para poder pagar más de una semana.
— Bien, creo que ya todo queda aclarado, por lo que le hago entrega de la llave de su habitación —dijo tendiéndome la llave. — Es la tercera puerta de la segunda planta.
— Se lo agradezco señora González — dije, dando por finalizada nuestra conversación, y levantándome de mi asiento mientras le tendía mi mano, a lo que ella la aceptó estrechándola.
— Puede retirarse. — dijo, a lo que simplemente cogí mis cosas y salí de su despacho.
Subiendo las escaleras, en busca de mi habitación, pude apreciar que en este lugar había mujeres de todas las etnias posibles, y digo mujeres porque resulta que en este lugar solo aceptaban mujeres.
Respecto al lugar, estaba muy bien pero sinceramente no me interesa tanto la fachada o como esté amueblado, ya que lo único que me interesa realmente es tener un lugar donde dormir y no quedarme en la calle.
Por otro parte, desgraciadamente mi rostro sigue magullado, y no es que pase desapercibido a la vista de las demás. A estas horas no quedaban muchas chicas en los pasillos, pero las pocas que estaban se quedaban mirándome con lástima, cosa que no me agradaba en absoluto. Solo espero que al amanecer, las demás chicas sean menos descaradas y no me lleguen a incomodar demasiado.
Cuando por fin llegué al cuarto que me indicó la directora del centro pude ver que la compañera que me tocó ya estaba acostada y plenamente dormida, la luz estaba apagada y no quería encenderla para no molestarla asique tras ubicar donde se encontraba la cama vacía, cerré la puerta, dejé la maleta a un lado y me acosté.
Por fin, después de la horrible noche que llevaba, puedo tumbarme y descansar. Aunque no podía dejar de recordar la conversación de Nadir e Ian, y eso no ayudaba mucho a mi paz mental, pues en una de las tantas cosas que dijeron, Nadir acusó a Ian de sentir algo por mí y viceversa, y la verdad que solo le pido a dios que no sea cierto, pues Nadir es de las peores personas que existe e Ian no quisiera perderlo de amigo.
Además, Paul me hizo repudiar el amor y ahora que está preso, pienso vivir felizmente con mi soledad y disfrutar de mi soltería.
Ahora intentaré no pensar ni recordar más y dejaré que el sueño me lleve. Ya mañana veré que me depara el destino.