— La copa y el refresco que pidieron señoritas —dijo el camarero dejando los vasos frente a nosotras.
Sí… soy un fraude. No quería venir pero aquí estoy, en una discoteca repleta de gente, y muy a mi pesar reconoceré que estaba disfrutando como nunca. Mi cuerpo necesitaba esto, disfrutar y no pensar.
Hace un rato que llegamos al lugar y tengo que decir que está bien facherito. La cosa es que no sé de dónde conoce Eli un lugar como este, el cual estaba lleno de moteros. Era algo que me incomodaba un poco, pues mi cabeza no paraba de decirme que quizás vea a alguno de los chicos aquí. Esa idea me hacía no disfrutar el cien por cien de la noche.
— ¡VAMOS A BAILAR! —Gritó Eli, haciéndose oír por encima de la música, y sin esperar una respuesta, cogió de mi mano y me arrastró hasta la pista de baile.
Estaba aquí para pasármela bien, asique cerré los ojos, solté mi cuerpo y me dejé llevar por la música, sintiendo una hermosa sensación de libertad.
No quiero recordar a Paul y todo su maltrato; no quiero recordar a Nadir y su actitud bipolar, confundiéndome cada segundo; pero sobre todo, quiero dejar de sentirme culpable por Luca. Hoy solo quiero preocuparme por mí y nadie más.
Estaba pasando una noche tan buena que no quería que se acabara. Eli ya estaba más que borracha, pero no la juzgo, pues aunque intenté no tomar nada de alcohol, al final acabé tomando algunas copitas, pero no lo suficiente como para no percatarme de lo que hacía.
No me acordaba de la última vez que salí de fiesta, y ahora estaba que solo quería más y más… era un chute de energía que no puedo explicar con palabras.
Pero en un punto de la noche llegue a sentirme muy incómoda sintiendo como si alguien me estuviera observando. Me intentaba tranquilizar, diciéndome a mí misma que era algo normal, pues estaba en un lugar público lleno de personas, pero de la sensación tan pensada que sentía, todo mi cuerpo empezó a temblar, como esperando a que algo malo pasara.
Por desgracia, esa sensación no se equivocó. No sé si fue una imaginación o si fueron las copas que ya se me empezó a subir a la cabeza, pero juro que por un momento creí haber visto a Nadir. ¡A NADIR!
Fue de lejos y apenas fueron unos segundos, pero juraría que era él. Cuando volví a clavar mi mirada en aquel lugar donde lo vi, me di cuenta de que solo fue una alucinación, pues lo que sea que hubiera visto ya no estaba. A pesar de que por un momento llegué a alterarme, me obligué a mantener la calma, y a continuar disfrutando la noche como si nada. No quería arruinar mi noche solo por un delirio.
Cierto es que desde ese momento no me volví a relajar, pues en mi cabeza solo estaba la idea de que quizás si era él, si era Nadir. Tampoco cesó la sensación de que alguien me estuviera observando y para acabar con este mal momento, decidí ponerle fin a la noche.
Me puse en busca de Eli, ya que llevaba rato sin verla, pero ni modo, la última vez que la vi fue cuando se fue con un morenazo, desde entonces le perdí el rastro. Igualmente la intenté ubicar por la zona, por si llega a ser que sigue por los alrededores.
De repente una sensación mucho mayor se instaló en mi cuerpo, haciéndome parar con la búsqueda. Sentía como si alguien me estuviera acuchillando con la mirada, y era ahogante no saber de dónde provenía. Giré y giré, buscando por toda la discoteca, a ver si encontraba el motivo de esta rara sensación y así fue… lo encontré.
Me pellizqué el brazo esperando que nuevamente fuera una alucinación, pero esta vez no tuve esa suerte, no era un sueño… era él. Tenía a Nadir mirándome fijamente con una expresión seria y con una postura tan imponente que me hizo helarme en el sitio.
¿Cómo me encontró?
En este momento me arrepentí mucho de no haberme largado bien lejos de esta ciudad, desde el principio tuve que haber hecho las cosas bien y haberme ido lo más lejos posible de él y de todo lo que le rodeaba.
Al salir de mi ensimismo, me di cuenta de que Nadir estaba caminando hacia mi dirección, cosa que logró que me atacaran los nervios y en un ataque de pánico, me puse a correr hacia la salida como si mi vida dependiera de ello.
En lo que corría me iba chocando con todos a mí alrededor, recibiendo así insultos por muchos, reclamos de algunos y miradas de otros, pero no me importaba, lo único que quería era que ese desgraciado no me alcanzara.
Una vez en la calle intenté ubicar un taxi mientras me seguía alejando, pero no encontraba ni uno. Para rematar, los zapatos que llevaba no ayudaban a que fuera más rápido, de hecho ya me empezaba a doler los pies, pero me negaba a detenerme… no podía para ahora, arriesgándome a que me alcanzara.
Cuando por fin iba parando un taxi, sentí como una mano sujetaba mi brazo, tirando fuertemente de mí. Sentí chocar con un duro pecho y cuando me esperaba lo peor, levanté la mirada y no me podía creer lo que veían mis ojos…