Familia Lyncon

1. Derek Lyncon.

Adison

 

Dejé caer mi cuerpo en el respaldo de la silla. Había llegado quince minutos tarde y el profesor decidió que me sentara en el frente sin posibilidad de cambiarme. Me toco un asiento asqueroso. Además de incómodo mi trasero estaba apoyado encima de un dibujo con la forma de un pene. 

Subí la mirada hacia el reloj, todavía quedaba media hora de clase. No sé si alguna vez les paso, pero cuando estás en la clase que odias con el profesor que odias, los minutos se vuelven eternos. 

-Señorita Peterson-me sobresalté al escuchar la voz del profesor-¿Podría repetir lo que acabo de decir? 

-Oh, yo no... no estaba prestando atención-hice una mueca. 

-Es la tercera vez en la semana que debo llamarte la atención. La próxima no será un aviso, sino un reporte. Largo de mi clase, Peterson. 

En otro momento me hubiera preocupado, pero como faltaban quince minutos preferí salir sin protestar, aunque esto se verá reflejado en mi calificación y eso me aterra. 

-Que onda-saludé a Kenndall con un golpe en la cabeza-Pensé que estabas en clase-mordí de su hamburguesa. 

-Debería, pero las porristas entrenaban a la misma hora y mi corazón decidió ir-me quito la hamburguesa. 

-Deberías salir con Danielle. Se nota que le gustas-volteamos a ver a la chica morena sentada con el grupo de porristas. 

-Podría, pero no tengo tiempo-sonrió a medias. 

-Kenn, morirás virgen-negué con la cabeza-Al igual que yo. 

-Bueno, sería un buen nombre para un libro. Virgen a los 18-reímos mientras tomábamos nuestras cosas y caminábamos hacia el estacionamiento en busca de mi coche y de la motocicleta de Kenn-Oh, se me olvidaba. Mi madre dijo que están invitados a una cena en mi casa, lo cual es raro porque la última vez que hizo algo así fue cuando Derek se fue a Londres, o sea hace como años-frunció el ceño al ver mi cara-¿Quieres un pañuelo? Tienes un poco de saliva-revoleó los ojos.

-Ay, cállate Kenn. Supere mi flechazo desde antes de que se fuera-se montó a la motocicleta.

-Ajam, eso espero, porque Derek es un idiota. Nos vemos luego fea. 

Me quedé viendo como se alejaba mientras en mi cabeza recordaba a Derek. A pesar de mi gran amistad con Kenndall, jamás pude tener la misma conexión con su hermano, pero estaba muy atraída por él, aunque apenas me hablaba. 

-Llegué-saludé a mi madre con un beso en la mejilla. La ayudé a preparar la mesa ya que estaba con el uniforme de enfermera, lo que significaba que en cualquier momento se tenía que ir. 

-¿Como te fue?-nos sentamos a comer. 

No tenía hermanos y tampoco padre, nunca pude conocerlo gracias a que cuando mi madre quedó embarazada él decidió no hacerse cargo y abandonarla. Gracias a eso mi madre estuvo mucho tiempo cerrada al amor y negada a conocer a alguien, por eso nunca tuve hermanos. Llegue incluso a odiar a ese hombre pero luego de varios años entendí que no valía la pena sentir ningún tipo de sentimientos hacia personas como él. En este momento mi madre tiene pareja, es un cirujano del mismo hospital de dónde trabaja. Se le ve feliz, y mé encanta verla feliz. Por otro lado, no me hace falta tener hermanos, porque crecí junto a Kenndall, que es básicamente lo mismo. 

-Bien. Kenndall me dijo que hoy de noche nos esperan en su casa para cenar, creo que tienen algo importante que decirnos. ¿Tu crees que esté embarazada?-abrimos los ojos sorprendidas. 

-No creo, ya estamos bastante grandes... espero-sonrió-Dile que iremos. No creo que Steven pueda ir pero nosotras si iremos-beso mi mejilla-Nos vemos luego, te amo. 

-Yo más, mami-le sonreí. 

Subí a mi habitación luego de lavar los platos y comencé a buscar ropa. No tenía ni idea de que iba a ponerme para hoy de noche. No era novedad que nos viéramos, por eso no me preocupaba mucho en ir bastante producida o no. Pero cuando Kenndall mencionó lo de Derek era verdad, la última vez que organizaron una cena así de importante era para avisarnos que él se iría durante mucho tiempo, y sinceramente en mi cabeza había una voz que me repetía que quizá la sorpresa era que Derek había vuelto. 

Llegamos a la casa de los Lyncon un poco más tarde, ya que mi madre llegó un poco atrasada del trabajo y luego yo me demoré en la ducha, porque siempre dejo todo para último momento. Cuando nos adentramos nos encontramos con la linda familia Lyncon en su enorme sala. Kenndall vivía en una casa increíble. 

-Oye, que guapa-Kenndall me hizo dar una vuelta. Frunció el ceño al ver mi boca-Tienes labial rojo, tu nunca usas labial rojo-achinó los ojos.

-Lo dices como si estuviera intentando llamar la atención de alguien-me reí mientras buscaba dónde sentarme. 

-Bueno, parece-carraspeó la garganta y me señaló a su madre. 

-Se que no tienen idea de por qué organizamos esta cena, pero ustedes son como nuestra familia así que de que estarán igual de felices que nosotros-no pude evitar hablar. 

-¿Estas embarazada?-todos voltearon a mirarme algo burlones. No me sentía humillada, no tenía vergüenza con ellos. 

-Gracias a dios no-me quede quieta al escuchar su voz-Me alegra volver a verlas-mi madre se acercó a abrazarlo. Todos estaban muy contentos, incluso yo, pero Kenndall no parecía muy contento con la aparición de su hermano-¿Tu no me vas a dar mi bienvenida?-elevó una ceja. 

Me acerqué a él con una sonrisa y lo abracé. Estaba más guapo que antes. 

-Me alegra volver a verte, mocosa-despeinó mi cabello-Te queda sexy-señaló mi boca antes de ir a sentarse junto a su hermano. 

A mi también me alegra verte, Derek Lyncon. 




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