Pov Nathan
Cierro la puerta de mi departamento y dejo las llaves en una esquina, mis zapatos son lanzados a otra parte de la sala y mi chaqueta también, los calcetines terminan en algún lado que la verdad me importa poco.
Si, soy muy desordenado, pero eso importa poco. Es mi casa y hago lo que quiera en ella ¿No?
Me dejo caer en el sofá frente al aparato de comunicación al que todos llaman televisión, no piensen que lo voy a encender. Algo normal que cualquiera haría sería eso, pero yo no. Ni siquiera sé que carajo hace esa cosa aquí.
Mis razones por las que no quiero ninguna interacción con medios de comunicación es simple, pero no quiero hablar de eso ahora. Son las cuatro de la mañana y estoy muy cansado después de haber corrido tres carreras seguidas.
Me quedo allí mismo y cierro los ojos, minutos después soy arrastrado por el sueño.
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Fuego, fuego por todos lados.
Mi piel se siente caliente y el sudor corre por mi cuerpo. Busco a mi padre por todos lados, pero allí sólo había fuego.
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Despierto agitado por haber tenido ese sueño una vez más, todas las noches era lo mismo. Ya no podía dormir porque era lo único que soñaba, con aquel horrible día.
Escucho como tocan la puerta y miro la hora en mi reloj de muñeca, las siete de la mañana. Me pongo de pie sintiendo los músculos doloridos por haber dormido en tan mala posición.
Sin importarme mi apariencia lo más mínimo sólo me acerco a la puerta y abro. Detrás de esta se encuentra la única persona que puede decirse me cae bien en este mundo. Mi mejor amiga.
- ¡Que horror, Nataniel! - pronuncia mi nombre en vez del diminutivo y eso en parte me enoja. No me gusta mi nombre y ella lo sabe, pero le encanta hacerme rabiar. - Pensé que estarías en malas condiciones, pero nunca tanto.
- No molestes, Black. - le cierro la puerta en la cara, pero ella vuelve y la abre adentrándose a mi casa.
- Tenemos cosas que hacer, Nathan. - se quita la chamarra y la deja sobre un lugar que ni miro.
Su ropa es siempre como su nombre lo indica, negra, cabello negro y maquillaje del terror. A veces da un poco de miedo, pero cuando te acostumbras a verla ya no.
En cierto modo me recuerda a Lara, sólo que Black tiene mejor gusto para vestir y es más fría y más problemática.
Black no tiene límites.
La veo sentarse en el sofá con intenciones de encender el televisor y me apresuro a quitarle el mando de las manos.
- ¿En serio? ¿Para qué tienes un televisor si no lo usas? - refunfuñó.
- Estaba incluido en los muebles del departamento. - me encogí de hombros.
- Tú y tu fobia a los medios de comunicación. ¿Hace cuanto tiempo que no usas redes sociales? ¿No escuchas la radio? No ves televisión, no lees el periódico, no ves revistas. Eres una cosa extraña, Nathan y todavía no entiendo por qué. - se quejó.
No me molesté en responderle, yo tenía mis razones. Los medios de comunicación sólo me han jodido. Cuando pasó lo de mi familia los medios se encargaron de empeorar las cosas exagerando todo.
- ¡Que asco, deberías limpiar un día! ¿Hace cuanto tiempo está esa pizza ahí? - se quejó señalando una caja de pizza con restos de pizza.
- Si tanto te molesta limpialo tú. - respondí antes de entrarme a mi cuarto y luego baño, me deshice de mi ropa y luego a la ducha.
Después de todo lo que pasó en Seattle, la situación con Sky me dejó más mal de lo que pensaba. Soy fue una chica que conocí en aquella ciudad justo un día que me había escapado de la universidad con Dave, ella me llamó la atención desde que la vi sentada con Katia, su mejor amiga.
Ese porte frío y distante me atrayeron como un imán, a medida que la fui conociendo me fui prendando de ella, de ese carácter fuerte y su indiferencia.
Yo estaba dispuesto a dar todo por ella, pero eligió al estúpido playboy de Dylan. Un imbécil que sólo la hizo sufrir.
Nunca he entendido porque las mujeres cuando tienen a alguien capaz de hacer cualquier cosa por ellas se hacen de la vista gorda, pero si se trata de un gilipollas están babeando.
Definitivamente, no me vuelvo a involucrar nunca más con ninguna chica, no de esa forma. Lástima que lo entendí cuando ya estaba enganchado.
Salgo de la ducha y me envuelvo una toalla a la cintura, en mi habitación encuentro a Black revisando mis cosas. Creo que olvidé mencionar que ella es muy invasora.
- ¡Natha, soy una dama! ¡Tapate! - gritó.
- Sal de mi habitación. - Ordené. Obviamente no iba a salir sin antes hacer algo estúpido como sacarme la lengua.
Rodé los ojos y procedí a vestirme. A veces extraño Seattle, a Lara, la universidad, incluso a Sky, a ella maa que a nada pero lo mejor fue alejarme.
A veces hablo con Lara y me entero de algunas cosas, pero me alegra que se haya reconciliado con su abuela, yo más que nadie sabía cuanto la extrañaba. No le hizo bien irse de casa así de la nada.
Me paso los dedos por mi cabello dejando que caiga en mi frente, está más largo que antes, pero me gusta así.
Al salir veo a Black aburrida mirando algo en su móvil. Aún no se que es lo que hace aquí, así que decido preguntarle.
- ¿Qué coño viniste a hacer aquí? Además de molestar. - la miro con los brazos cruzados y ella bloquea si móvil para poner su atención en mí.
- Los chicos te esperan, están haciendo arte en las calles de Nueva York y quieren que digas cuál lo hace mejor. - informa.
- ¿Otra vez? - pregunté levantando una ceja. Asintió.
Salimos del departamento y Black tomó su moto mientras que yo me fui en mi auto. Las calles de Nueva York estaban igual que siempre, repletas de personas que van de un lado a otro en su monotonía.
Al llegar donde se encuentran los chicos no me sorprende verlos pintando las paredes de un edificio con pintura en aerosol.