fascinación

El ensayo

Llegó el día del ensayo, Mauricio estaba más emocionado que de costumbre, ante la incertidumbre de captar la atención de Sarah, que era lo que realmente quería.

Era la oportunidad de acercarse, ganarse su confianza para frecuentarla con la esperanza de lograr conquistar su cariño.

Era la chica que llamaba poderosamente su atención de entre todas las que conocía, le gustaba su imagen, su forma de moverse, de mover sus manos y la tibieza y dulzura de su mirada.

La música empezó a invadir todos los espacios aledaños al salón de ensayos.

Se sentía todo un ambiente de festividad y alegría conformado por los jóvenes asistentes al evento, aunque era sólo un ensayo, para ellos era un espectáculo grandioso, las luces estroboscópicas titilantes, el volumen ensordecedor y el público de jóvenes espontáneamente coreaba las canciones.

Natalia se sentía feliz, había ido con su grupo de amigas a disfrutar de la música de los fraternales de Vincenzo y él estaba allí también.

En el primer descanso, Mauricio se acercó al grupo de Natalia y se sentó junto a Sarah.

Ella se había sentido sin deseos de salir a ningún sitio porque aún sentía la congoja por la ruptura con Anthony, pero ante la insistencia de Charlotte y Natalia optó por acompañarlas.

-Vamos Sarah, así te distraes y olvidas tu desilusión amorosa, allá verás otras personas.

- ¡Anímate! ¡No irás a pasarte la vida llorando como una anciana aburrida! Le dijo Natalia para convencerla.

-Mauricio, el amigo de Vincenzo, pasará a recogernos por mi casa, se vienen temprano todas para irnos con él.

Kevin vivía en una enorme mansión. Su padre era un prestigioso comerciante dedicado a la joyería.

Le había hecho construir dentro de la mansión un ambiente muy espacioso especialmente habilitado para su pasión: la música.




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