fascinación

En pos de una fortuna

Raquel continuó su vida de estudiante que labora con su tiempo organizado y aprovechando de recuperarse con todos sus tratamientos de belleza y sus ejercicios en el gimnasio para mantenerse en forma, tranquila, bajo el amparo de sus padres.

Su cabello ya estaba lustroso y sus manos habían adquirido la tersura de su época de soltera.

En su hogar no se escatimaba en la alimentación como le había sucedido con el esposo que en mal momento se le ocurrió escoger para unir su vida.

Ya se sentía de mejor ánimo y sus amigas solían visitarla de cuando en cuando, algunos fines de semana.

-Charlotte, que cuentas de nuevo?

-Pues estoy en el mismo sitio en que me dejaste la última vez que conversamos.

-Tienes la vista bien puesta en el chico del que me hablaste, es de una familia acaudalada, pero no puedes cometer el mismo error que yo, ni se te ocurra embarcarte estudiando él porque es falso el refrán de: “Contigo pan y cebolla”, eso no lo aguanta nadie, aunque tú eres de familia modesta, siempre hay que ambicionar una mejora de status.

-Lo que pasa es que el chico en cuestión no me habla nada de relacionarse conmigo, no sé lo que le ocurre, nosotros la pasamos bien, nuestras conversaciones son muy entretenidas. Cuando estamos juntos el tiempo se nos pasa volando, y yo con mi sexto sentido, me doy cuenta que no es a mí sola que me ocurre; aparte como no andamos tomados de la mano que se diga, algunas veces otro chico intenta acercárseme y Maximiliano se molesta mucho y se le nota demasiado.

-Hasta ahora, ha sido incapaz de pedirme que sea su novia, sin embargo, se le nota que es celoso.

-No es un Apolo, pero a mí se me caen las medias por él, y realmente no me importaría pasar hasta privaciones con tal de vivir por siempre a su lado, yo no creo que el dinero pueda comprar el amor.

-Pues ya viví una mala experiencia, dijo Raquel, y no pienso repetirla. Mis ojos sólo miran hacia arriba, me estoy preparando para un buen prospecto y hasta que lo consiga, no desistiré de mi idea.

-Hay unos eventos musicales en casa de los amigos del novio de Natalia, es algo muy sencillo, se trata de ensayos, pero la pasamos muy bien, es un espectáculo que no tiene nada que envidiar a los shows de locales costosos, tienen todo muy bien montado, música, iluminación, buenas cornetas e instrumentos.

-Y dices que no es en un local, entonces, ¿dónde lo ejecutan?

-Es en la casa del cantante, es un amigo de Natalia, en la casa de sus padres tiene un ambiente especialmente habilitado para los efectos ya que es una hermosa mansión muy espaciosa y los padres de Kevin lo acondicionaron para los efectos.

-Y tu Maximiliano ha ido contigo?

-No, Natalia sólo nos invita a nosotras las chicas.

-La siguiente vez que vayan, me avisas para ir yo también.

-Me parece buena idea, tú sólo vas al trabajo, estudio y gimnasio, sin olvidar, por supuesto tus compras eternas de accesorios y todo lo que sea el último alarido de la moda.

Quedaron en agregar a Raquel al grupo para el siguiente ensayo de música.

El ensayo inició temprano y los asistentes no dejaban de corear las pegajosas melodías que ya se habían aprendido de tanto escucharlas.

Raquel sólo estaba pendiente de Kevin, el joven cantante del grupo, por supuesto, hijo del dueño de la mansión, pudo sopesar que era un buen candidato, cumplía los requisitos que ella consideraba para un buen futuro.

-Necesito tratarlo más de cerca, a ver si le llamo su atención hacia mí.

Durante el primer intermedio, Mauricio se acercó a Sarah.

-Así que tienes un amigo japonés ahora.

-Es un joven muy simpático, lo conocí en la facultad, en el cafetín, para ser más específica.

Continuaron hablando por un buen rato y antes que iniciara el segundo tiempo del ensayo, Mauricio dijo a Sarah:

-Ha llegado un parque de atracciones a la ciudad, ¿te gustaría venir conmigo?

-Sí, por supuesto, iré con mucho gusto, ¿cuándo será que me pases buscando?

-Te llamaré antes para que te alistes, ya sé el sitio donde tú vives.

-Iré con dos amigas, ¿sí?

-Por supuesto, y hay espacio para más.

Continuaron el ensayo musical durante el tiempo para el que estaba pautado.

Al final, Mauricio repartió a las chicas a su lugar de origen y al dejar a Sarah, le reiteró la invitación.

Sarah y Niccole llegaron directo a la cocina donde Beatrice las esperaba con una taza de chocolate caliente para cada una. Conversaron un rato más contándole la experiencia.

Raquel llegó a su casa desmaquillándose y luego se fue a dormir.

Charlotte saludó rápidamente a su madre pues el padre se había retirado ya y se fue a la cama luego de contarle a la madre un resumen del espectáculo que había presenciado.

Natalia se despidió de Vincenzo con un tímido beso, en su casa ya todos se habían retirado a sus aposentos.




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