fascinación

Elizabeth

Elizabeth era hija de un poderoso magnate de la agroindustria; se inició siendo agricultor; posteriormente empezó a incursionar en la manufactura de los productos de la cosecha, creando así un emporio con grandes beneficios socioeconómicos, labrándose además un gran prestigio.

La madre de la niña había fallecido siendo aún muy joven por lo que el señor la había puesto al cuidado de meretrices para que la criaran, siendo la crianza de ella hecha por mujeres con las que no tenía ningún nexo consanguíneo; y el padre siempre se hallaba ocupado atendiendo sus negocios, solamente le proporcionaba todos sus caprichos.

La mujer que la crio le repetía frecuentemente que la vida había que vivirla a plenitud todo el tiempo, porque no se sabía en qué momento se acababa.

-Mira cómo se fue tu madre, tan bella y en plena juventud.

Elizabeth coincidía con este modelo hedonista, de vivir bebiéndose la vida completa y a placer.

Siendo la única hija, cuando manifestó su deseo de estudiar una carrera universitaria en otra provincia, el padre le compró un piso para ella sola y contrataron los servicios de una persona para que la atendiera en cuanto servicio ella requiriera.

La señora que le servía en el piso se marchaba antes del anochecer.

A partir de esa hora, Vincenzo llegaba a visitarla; apenas él aparecía, se abrazaba a él y se besaban apasionadamente; apenas les daba tiempo de llegar a la habitación para vivir su tórrido romance hasta saciar su deseo pasional.

Cuando lo veía no podía evitar recordar a los jornaleros de las tierras de su padre con los torsos al desnudo, sus musculaturas fuertes, muy bien definidas y bronceados por el sol, dándoles un aspecto de estatuas clásicas, y con los que durante tanto tiempo había tenido que aguantar sus ansias de relacionarse; estando con Vincenzo, sentía que al fin satisfacía sus ansiedades contenidas.

Él no podía evitar la comparación con la dulce y recatada Natalia, mientras que ésta era toda una fogosidad muy experimentada.

Tenía que reconocer que además Elizabeth era muy hermosa, pues heredó la belleza de la madre y sus mismos ojos color gris acerado.

- ¿Por qué no te quedas toda la noche conmigo?, le preguntó una vez. La mujer de servicio no se presenta tan temprano, nos da tiempo de irnos juntos a la universidad, así no tendrías que irte tan lejos a tu casa y tener que subirte a ese transporte colectivo atestado de personas.

Él no respondió a la pregunta; se limitó a vestirse.

-Quisiera que me acompañes a escoger el nuevo coche que me va a regalar mi padre, el diseño del mío ya va a estar desactualizado.

- Hay que recorrer varias agencias a ver cuál me gusta.

Se despidió y salió del piso para dirigirse al hogar de sus padres.

Al llegar, su madre le esperaba con el mismo discurso, comparando las dos chicas:

-Cuando se aburra de ti te dejará igual que a un estropajo; es una veleidosa, acostumbrada a que su padre le compre todos sus antojos porque tiene dinero.




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