Sarah se sentía muy bien andando en amores con Alejandro; con él sentía la pasión que nunca sintió por Anthony, ya que con ése aceptó el noviazgo por su insistencia, de un modo muy cerebral; es decir, sopesaba que era un tipo muy valioso, con muchas virtudes, pero nunca estuvo realmente enamorada de él como hombre atractivo.
Alejandro, en cambio, la hacía sentir a plenitud y ella debía frenarse para no responder como le pedían sus instintos.
Era muy joven, pero ante todo quería su logro profesional pues esa era la meta que tenía trazada para su futuro.
Por su parte, a él le ocurría lo mismo; su estadía en la casa de su hermana, en una provincia que no era la suya de origen, era con un esfuerzo económico de su familia para el logro de recibirse como profesional en una buena universidad. No podía establecer un compromiso formal con esa chica que le gustaba tanto y le hacía sentir tan bien, porque debía cumplir su objetivo primordial.
Reflexionando sobre estos asuntos, se encontraba con su amigo Fernando quien era de su total confianza.
-Me encanta esta mujer, pero no tengo los medios para casarme con ella; para hacerlo, tendría que buscar un empleo y tirar por la borda mis planes de escalar una posición económica más sólida para mi vida venidera.
-He decidido terminar esta relación para no hacerle perder el tiempo a ella, mejor la dejo libre de modo que tenga la posibilidad de emparejarse con alguien que la merezca y pueda formar una familia pronto si lo desean.
Así fue como Sarah tuvo que sufrir el dolor del retiro de Alejandro de su vida; seguir asistiendo a clases y mirándolo de lejos sin andar más junto a él, con su amor y sufrimiento ocultos en lo más profundo de su corazón.
Editado: 05.10.2021