fascinación

El plan de Charlotte

Al siguiente sábado, Francisco Joaquín, más puntual que el sol al amanecer, se llegó a la casa de los padres de Niccole. Se presentó con un obsequio para las hermanas.

-No te hubieras molestado pero muchas gracias, es de mis favoritos, le dijo Charlotte.

-Voy a avisarle a mi hermana que estás aquí.

-Ven Niccole, que este joven ha venido es por ti.

-Por qué no se va a visitar a Raiza, ya que se ríe tanto con ella, le gusta mucho esa chica, entonces ¿qué viene a buscar aquí?

-Pues viene “a buscar lo que no se le ha perdido”, como dice el dicho popular y se echó a reír.

-Tú y tus chistes tan macabros, ahora yo tengo que salir a hablar con este necio.

-No será tan necio por lo que lo has estado alabando tanto, me lo vendiste como el hombre ideal de tus sueños.

-Será ahora más bien de mis pesadillas, gracias a tu intervención.

-Maquíllate un poquito y suéltate ese cabello, al menos da la pelea y la pelea es peleando.

Niccole salió al fin para el living a hablar con Francisco.

Después de un rato de plática, fue a servirle un té refrescante.

Ese momento lo aprovechó la hermana.

-A ti te gusta Niccole, ¿cierto?

El joven se sintió como cogido en falta, pero se arriesgó y contestó con certidumbre.

-Sí, mucho.

-Y entonces, ¿por qué revoloteas en torno a otra?

-Es que ella no me toma en cuenta.

-Y crees que, revoloteando en torno a otra, ¿Niccole se va a fijar en ti?

El joven se quedó pensando.

-Si en verdad te interesa mi hermana tienes que cortar todo nexo con la otra y verás que así si te considera.

- ¿Tú crees que tengo posibilidades?

- ¡Te lo garantizo yo!

Niccole llegó con los tés de menta para los tres y ni sospechó nada de la conversación sostenida por la insólita Charlotte.




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