"No te das cuenta del sacrificio que estás dispuesto a hacer hasta que tu hijo te necesita. No te das cuenta que eres verdaderamente capaz de destruir el mundo que te rodea, aplastando cualquier casa que se interponga en tu camino, llevando a tus enemigos a sus rodillas hasta que descubres que la única casa por la que tu mundo gira está siendo arrancada de ti. Que Dios ayude a quien se interponga en mi camino. ¿Es posible que ni siquiera Dios pueda no ser capaz de protegerlas de mi ira?"-Frederick.
-Se que suena loco, Frederick, pero es la verdad -imploro Quirón al padre de Annabeth, y Alfa de la manada de Denver. Había llamado al Alfa estadounidense a petición de Lee, quien, por la ausencia de Poseidón y de los otros altos lobos llevaba mucho sobre sus hombros.
-¿Me estás diciendo que la Gran Luna te contacto?-pregunto Frederick incrédulo.
-Como he dicho, sé que parece una locura. Ella está llamando a las manadas. Dijo Quirón
-¿Las manadas?- Pregunto Frederick. La voz de Frederick sonaba tensa con aprensión.
-Como a todas ellas-confirmo Quirón- Dio la piedra lunar a las Fae. Ya sabes lo que eso significa. Dijo Quirón
-Quiere que las Fae nos convoquen a todos con ella.- Dijo Frederick. Las palabras de Frederick no eran una pregunta.
La línea quedó en silencio, mientras cada uno pensaba en las consecuencias de lo que iba a suceder. Frederick sabía que la situación debía ser muy seria si las manadas iban a reunirse en un solo lugar. Había habido tal división entre ellos durante tanto tiempo que no estaba seguro cómo iban a estar juntos sin posturas dominantes y luchas sangrientas. Esto iba a ser posiblemente el más grande y maldito desastre de su historia.
-¿Quién más sabe de esto?-preguntó Frederick.
-Solo las Fae, yo, y ahora tú. Dijo Quirón
-Una vez que las Fae usen la magia de la piedra lunar ninguno de nosotros va a ser capaz de resistir la llamada.-dijo Frederick sabía que no estaba diciendo nada que Quirón no supiera ya, solo sentía la necesidad de expresarlo, casi como si diciéndolo en voz alta pudiera ayudar a prepararlo para lo inevitable.
-Hay algo más.-La voz de Quirón cayó- No he sabido nada de Poseidón o Luke desde que se fueron. Dijo Quirón
-Se fueron a una extenuante excursión, tratando de atrapar a esta bruja por su cuenta. ¿Qué demonios esperabas que sucediera? -gruñó Frederick- Al contrario de lo que todos ustedes creen, Poseidón no es invencible. Dijo Frederick
Quirón devolvió el gruñido del Alfa.
-Él está manejando una situación que debería ser responsabilidad de todos. No deberías haberte ido.Dijo Quirón
-¡Él nos dijo que nos fuéramos!-gruñó Frederick.
-Eres un Alfa. Sabias lo que él estaba asumiendo. Sabias que esto podría afectar algo más que la manada de Lobos Grises Rumana. Es tu trabajo discernir cuando se te necesita, así que no me sermonees acerca de tener a Poseidón en muy alta estima.Dijo Quirón
-¿Me estás dando órdenes? -Pregunto Frederick su voz era baja y desafiante.
-Solo te estoy diciendo lo que te niegas a reconocer. Esto no es un problema de la manada Rumana. Este es un problema de todas las manadas. Se te necesita. Todos nosotros, somos necesarios y los Altas van a tener que dar un paso adelante y ser un ejemplo para sus compañeros de manada Dijo Quirón
-No me estás diciendo algo que no sepa, Quirón- dijo Frederick dejó escapar un suspiro de frustración- Voy a empezar a reunir a mis lobos más dominantes. Dame un par de días y estaremos de camino. Dijo Frederick. Aunque Quirón sabía que Frederick no podía verlo, cerró los ojos con alivio.-Quirón, ¿sabes si Annie está bien? -Pregunto Frederick no enmascaró la preocupación en su voz. Quirón no respondió de inmediato.
Finalmente, dejó escapar un suspiro resignado.
-Ella estaba con los demás, no tengo ni idea de lo que ha sido de ellos. Así que, para ser honesto, no tengo ni idea. Lamento tener que decirte eso. Dijo Quirón
-Vamos a estar allí pronto- le dijo Frederick, sin responder a la explicación de Quirón, y luego colgó sin despedirse.
Quirón miró el teléfono después que Frederick hubiera colgado. Negó con la cabeza mientras consideraba las palabras del Alfa. Tenía que estar de acuerdo, esto sin duda podría ser la mayor catástrofe conocida por su especie. Tantos dominantes juntos, listos para la batalla. Si pensó el mundo, como lo conocemos, podría ser destruido por Desdémona, o solo tal vez por los propios lobos.
Damansen corrió a toda velocidad, con una Atenea gritando al hombro, y Artemisa sobre sus talones. Esquivó árboles y ramas colgando bajo. Salto sobre los hoyos y los tocones, sus pies moviéndose a un ritmo inhumano.
-¡DIJISTE QUE AYUDARIAN!- grito Atenea por encima del ruido del viento azotando su cara.
-AHORA NO, ATENEA-gritó Damansen.
Atenea puso los ojos en blanco mientras trataba de aferrarse a la cintura de Damansen mientras este corría. No podía creer que estuvieran en esta posición. Damansen le había asegurado que este ser podía ayudarles a entender las ramificaciones de abrir el velo ahora que Damansen había encontrado a su compañera. Damansen había sido todo: él puede ayudar. Él sabe lo que voy a tener que hacer... bla, bla, bla. En lugar de ello, se habían encontrado a un grupo de criaturas más allá de las peores pesadillas de Atenea. Ahora los monstruos... no, monstruos no era la palabra correcta. Ahora, los dragones estaban dirigiéndose hacia ellos, sus mandíbulas abiertas, y listos para tragárselos enteros.
Atenea miró hacia arriba cuando oyó el sonido chirriante más fuerte que jamás hubiera atravesado sus oídos. Sus ojos se agrandaron cuando vio la forma de alas imposiblemente grandes y una larga cola elevándose a través del aire. Un dragón gigante cayó en picado hacia ellos.