7
Nos encontramos en una especie de cuarto, con paredes cafés y una cama gigante cubierta con sábanas blancas, tenía solo dos ventanas que permitían ver el océano, pero como era de madrugada aun, todo era oscuro de no ser por el pequeño foco blanco de la habitación no podríamos ver nada.
- Piensa en Simon – dice Thomas –
- No puedo, no recuerdo su rostro – respondo, ahora que sabía toda la verdad, sentía un enorme peso en mi –
- Vamos, Sum – dice Sam – necesitamos acabar con esta guerra, ahora somos más que poderosos –
- Confían en una chica de 18 años, que no puede peinarse, que no acabo la escuela de magia y que quería un tonto año sabático para poder decidir que quiere ser – respondo exasperada –
Thomas golpea la pared levemente y responde dándome la espalda
- Necesitamos de tu apoyo elegida – noto deje de desesperación y de ironía – de tu maldita cooperación, puedes dejar de lado el miedo o la sorpresa, hay personas que están muriendo a cada segundo, el siguiente en caer será el mundo de lo humanos, necesitas madurar e intentarlo, fracasar para luego crecer, Summer – no sé si fue un consejo o un regaño a una niña mimada como el me veía o que fue –
- No tienes que hablarle así, tú no sabes por lo que hemos pasado – menciona Sam enojado, agarrándolo bruscamente por el hombro, obligando a quedar frente a frente –
- Sus padres están muertos, su padre le mintió, problemas familiares – responde Thomas en un tono seco – allá afuera hay niños vivos, reales, sufriendo, siendo torturadas, personas vivas, hombres, mujeres, si quieres hacer algo por sus muertes, honralos – se saca la mano de Sam y se va de la habitación –
Sam se va enojado de la habitación y me quedo ahí sentada en la cama. Intento concentrarme aunque realmente no sé cómo lo hice hace tiempo. Que tenían en común, había estado expuesta a mis emociones y en otra tenia totalmente la cabeza despejada pero aun sufría… quizás las emociones eran la clave. Empiezo a recordar un poco a mi madre, el tiempo que había pasado con ella. Recuerdo que en una ocasión estábamos haciendo las compras en el supermercado y me dijo.
- Tomaras lo suficiente para dos semanas – menciona cuando ve que agarro un cereal pequeño –
- Voy a coger de otro sabor mamá, tranquila – me rio –
- Tu agarras lo suficiente como para un año, entonces – dice ella riendo –
- Ay, mami, no exageres – le digo guardando en el carro dos fundas de cereal más –
- ¿Qué tal te va en las escuelas? – preguntó ella –
- En una tengo problemas en matemáticas y en la otra en convertir cosas en invisibles – le digo moviendo las manos
- Cuando eras niña, tu magia era tan libre como tú, ahora te has limitado, has creado una caja que mantiene tu vulnerabilidad a raya… - la interrumpo –
- O quizás necesito entrenar más – le digo – en todo caso ¿por qué tengo problemas en matemáticas, experta? ¿acaso mi alma no es libre con los números? –
- Ves de lo que te hablo, no hablas de lo que sientes, te encierras – dice ella agarrando un par de cosas más –
Me quedo acostada en la cama pensando en su rostro, en la forma en la que se reía, como nos reíamos durante el almuerzo porque la comida había quedado o muy salada o muy simple. Y ahí estaba de nuevo en la sala del director, pero no había nadie. Había viajado al lugar equivocado… Me concentro un poco más y pienso en Simon, pero nada. En la dirección las cosas estaban vacías, era el único lugar intacto de todo el desastre. Me concentro en el camarote y regreso al instante. Empiezo a pensar en Simon, no recordaba muy bien su rostro, pero lo estaba intentando, era un señor de pelo blanco, con bigote blanco, la última vez que lo vi cargaba un pantalón negro y camisa blanca. Y ahí estaba. Por fin lo había logrado, Simon estaba caminando en un club nocturno o discoteca… no estaba bailando parecía apresurado. Llego donde otra persona, una mujer. Era delgada, de tez blanca, pelo platinado, quizás de la edad de Simon.
- Llegaron a la fiesta – dice Simon –
- Hora de irnos – menciona la mujer-
- ¿A dónde? ¿sabes algo de Thomas? – pregunta Simon –
- No…
Empiezo a gritar, intentando que me preste atención. Ocurre algo nuevo, algo que me paraliza, algo que me hiela la sangre y me deja agotada. Caigo de rodillas en el suelo, frente a esa mujer y frente a Simon.
- Oh Dios ¿Qué diablos haces aquí? – pregunta Simon demasiado sorprendido–
Temblorosa niego insistentemente con mi cabeza.
- Necesitamos irnos Simon, se nos acaba el tiempo – menciona la mujer –
- Yo sé dónde está Thomas – digo y me atrevo a decir que estoy en shock, nunca antes me había transportado sin el transportador, nunca antes había estado acostada viendo situaciones de otras personas y luego caía ahí con ellos.
- Bien, llevanos – menciona Simon –
Agarro el hombro de Simon y programo el transportador. Inmediatamente nos encontramos en el jate, el cual se sacude bajo nuestro peso.
- Mamá – grita Thomas y corre a abrazar a la mujer, es la primera vez que veo su semblante feliz, una sonrisa, tan humano, tan joven –