Desde el dia del incidente con los puercos, la poca tranquilidad que existia en la casa de saday habia desaparecido como el humo de un cigarrillo solo quedaria su fragancia convertida en recuerdos melancolicos.
Esa tarde la madre de Saday habia llegado bastante tarde, pesce al cansacio del trabajo llego a preparar la comida, aunque no tenia idea de lo que habia pasado en la mañana. Con los vivires que habia ganado en el dia no necesito utilizar nada de lo que habia en la casa.
Pasaron varios un par de dias para que la señora empezara a precuparse por el par de puercos que con tanta ilusion estaba invernando. Lo animale no aparecian por ningun lado por mas que lo llamaran. Aquella mañana la mujer despues de enviar a la escuela su pequeña. Se puso la tarea de buscar a sus animales en lugares mas alejados de la casa. Su hermana mayor se habia ofrecido para acompañarla. Caminaron alrededor de tres horas por los alrededores. Agotadas por la caminata se dirigieron a uno de los terrenos que tenia una posa de agua. Para tener un poco de agua para beber. Parecia que algun misterio del cielo les habia guiado a aquel lugar, al lado de la posa, debajo de unos plantines caidos estaban los puercos. Apenas podian moverse seguramente por el hambre y algunas heridas. La mujer al ver a sus animales en aquel estado se sorprendio de sobremanera.
Trato de hacer que caminaran pero sus esfuerzos fueron vanos.
- quien se atrevio a hacerles tales heridas heridas- balbuceaba la mujer con la voz quebrantada. -no desesperes querida- trato de alentarla un poco su hermana con su voz calmada.
-hermana ¿sabes por que me esmeraba para engordar a estos puercos?- entre sollosos continuo -queria venderlos a un buen precio para comprar la ropa de mi hija para las fiestas patria- con una voz de compasion la hermana dijo - soy conciente de tu esfuerzo, voy a tratar de ayudarte- abrazandola añadio - tengo un conocido que viene todos los sabados a comprar ganado, el lo comprara estoy segura- secandose las lagrimas la mujer pregunto esperanzada -de verdad crees que puedo vender en ese estado?-
-el los comprara estoy segura de eso- afirmo con certeza la hermana. Ellas eran muy unidas desde muy pequeñas. La diferencia de edad eran casi 8 años entre las dos y aunque tenían otros 5 hermanos ninguno de los otros era capaz de aguantar el temperamento del abuelo así que se alejaron tan pronto como cumplieron la mayoría de edad. La madre de Saday también hizo lo mismo incluso se fue de casa mas joven, pero por lo desafortunado que fue su fue su desenlace amoroso volvió a la cas de su padre.
Ese día después de encontrar a sus puercos la madre de Saday volvió a la casa de su padre con ellos, amarro a los animales como de costumbre. Y se dispuso a limpiar la casa ya que tenia perdido el día y no podría ir a trabajar. Cuando el abuelo llego el abuelo y vio a los animales comento sarcásticamente – aparecieron estos dañinos?- la hija no comprendió muy bien por que dijo dañinos -ellos no son dañinos solo estaban perdidos- respondió la mujer, - como que no son dañinos, estos animales destrozaron toda la cocina hace unos dias- el abuelo comenzaba a levantar la voz – claro como nunca estas en la casa ni cuenta de diste- solo entonces la mujer se dio cuenta que sus animales no habían sido golpeados por ningún extraño. -por eso los golpeo hasta dejarlos en ese estado?- pregunto la mujer con un dejo de rabia en su voz, al escuchar esa pregunta el abuelo se sorprendió un poco pero no pudo articular ni una palabra.
-no le hicieron nada, ellos solo siguieron su instinto no tenia porque maltratarlos de esa manera- reclamaba la mujer casi con lagrimas . -es culpa tuya- se defendió el abuelo.
-sabe con cuanto esfuerzo estoy tratando de engordarlos, realmente su crueldad no tiene limites- lloraba la mujer.
Llego el sábado muy esperado por la mujer y tal como había asegurado su hermana el comprador de ganado paso por la casa.
Saludo cortésmente y argumento - alguien me dijo que en esta casa desean vender dos cochinos-. A la mujer le pareció gracioso la manera como el hombre dijo la palabra cochinos, -Ah si pase por favor están por acá- dilo la mujer con media sonrisa. El comprador observo a los puercos detenidamente entonces hablo. -No voy a pagar el precio que normalmente pagaría- tomo un respiro y añadió -por las heridas que tienen no voy poder venderlos de pie, voy a tener que venderlos faineado- miraba a los animales con pena.
-Cuanto me ofrece?- pregunto la mujer mas inquieta. -70% del precio normal- Respondió el comprador, la mujer lo pensó por unos minutos. -Esta bien- acepto.
Hecho el trato el comprador cancelo a la mujer el precio que habían acordado y se fue a traer su camioneta para llevar su compra. Subió a los animales en la camioneta y se fue.
Después de ese día la mujer tuvo una fuerte discusión con su padre. Este le había reclamado por que vendió a los puercos sin consultarle también le dijo que era una egoísta por no quedarse con una para comer como carne. Por otro lado la mujer dijo que por las heridas que tenían los animales perdió 30% de su precio normal.
Luego de lo ocurrido lo único que tenia en mente la madre de Saday era comprar la ropa de su hija para las fiestas patria que estaba muy cerca. También estaba considerando muy seriamente el mudarse a la ciudad tal como los profesores le habían recomendado por el bien de su hija. Por otra parte Saday estaba sola la mayor parte del tiempo, la escuela era su segunda casa y los profesores los segundos padres.
Una tarde al salir de la escuela, la niña caminaba presurosa hacia su casa. Sorpresivamente un muchacho de unos 14 a 15 años salió a su encuentro. Al ver a la pequeña Sonrió maliciosamente y dijo -hola Saday, por que estas caminando tan rápido?- la pequeña inocente le devolvió la sonrisa y respondió -tengo hambre, mi mama deja preparado el almuerzo- hizo una pausa -voy a almorzar- apunto hacia su casa con su pulgar y siguió caminando.
Saday conocía muy bien al muchacho así que pensaba con su mente de inocente que si le acompañaba hasta su casa le convidaría un almuerzo también; pero las intensiones del muchacho no eran nada inocentes. Entonces agarro a la niña de una mano y le dijo -no quieres que te compre unas galletas y algunos dulces antes de llegar a tu casa?- la pequeña sonrió -¿de verdad?- -¿ vas a comprarme galletas y dulces?- -Por supuesto , ¿vamos?- dijo el muchacho presionando un poco mas fuerte la mano de la niña.
Volvieron a una tienda que estaba cerca de la escuela de la pequeña. El dueño de la tienda era la comunidad misma pero estaba atendida por un comunario a cargo. El muchacho dejo a la niña unos metros antes de la tienda -espérame acá ahora vuelvo- y se dirigió a la tienda.
Compro algunas galletas y dulces tal como había dicho y volvió junto a la niña. -¿nos vamos? Dijo con una sonrisa. Saday -vamos- la niña estaba segura de que el muchacho la acompañaría hasta su casa. La niña metió las galletas y los dulces en pequeño bolso. Cruzaron la pequeña canchita de football que estaba contiguo a la pequeña escuelita tomaron el camino que llegaba a la casa de la pequeña, mientras cruzaba un pequeño rio que estaba seco hace mucho tiempo el muchacho volvió a agarrar la mano de la niña y le pregunto -siempre entras a tu casa por la entrada principal? La niña lo miro extrañada y respondió -si, siempre- entonces el muchacho incito a la niña -que tal si hoy día entramos por este otro lado, por donde están esos arboles- pero es muy alto y hay espinas- dijo la niña con negativa.
El muchacho -no te preocupes yo te ayudo- dijo mas insistente . La niña -además si vamos por este lado, tenemos que cruzar por la casa de mi tío y sus perros son malos- realmente la niña no quería ir por ese camino y no entendía la insistencia del muchacho.
Pero las intenciones del muchacho no iban a ser quebrantadas así apretó mas fuerte la mano de la niña y la halo diciendo -no te preocupes yo te protejo- y empezó a caminar hacia el cerco con unos arboles de sauce enormes.
Cuando llegaron al lugar el muchacho se metieron debajo de las ramas del sauce, el muchacho agarro a la niña por la cintura y le dijo -sube por ahí- y alzo a la pequeña y la sentó ye una de los gajos del árbol que estaba medianamente alto – agárrate fuerte- le dijo mientras se quitaba la chaqueta y lo tendía en el suelo. La niña se volteo le dijo -esta muy alto-. Entonces el muchacho volvió a tomar a la niña por la cintura y la tumbo sobre la chaqueta tendida. – no te muevas le dijo- y antes de que la niña pudiera hablar le tapo la boca con una mano mientras que con la otra sujetaba sus manitas. Con una mirada maliciosa continuo hablando casi susurrando como si alguien fuera a escuchar – nos vamos a quedar un rato acá, no va durar mucho- su respiración se estaba agitando. -Así que no te muevas, no grites y no hagas ningún ruido- Amenazo a la niña, Esta muy asustada empezó a llorar en silencio. No comprendía lo que el muchacho estaba haciendo. Por su parte el otro preso de lujuria puso cada rodilla a cada costado de la niña subió las faldas de la pequeña hacia arriba y bajo su ropa interior hasta los pies, se desabrocho la braga de sus pantalones y las bajo hasta la rodilla saco su miembro y orino un poco hacia un lado. La niña presa del susto no podía mover ni un musculo y grandes gotas de lagrimas nublaban su vista. El criminal luego de orinar sacudió un poco su miembro y se inclino un poco mas para recordarle a la pequeña que no debía hacer ningún ruido. Entonces introdujo su pene en la pequeña partecita de la pequeña. Ella quiso gritar por la dolorosa intromisión en su cuerpo pero su verdugo le tapo la boca fuertemente. este Empezó a moverse casi con desesperación tratando de callar sus jadeos. La pequeña sintió morir de dolor con el ultimo movimiento de se verdugo. Este después de terminar su acto se levanto abrocho sus pantalones y saco un pañuelo de uno de su bolsillos y limpio las partes de la niña fijándose que no quedara nada de sus fluidos ni que hubiera una mancha de sangre.
Podría ser tan desafortunado la suerte de la niña?? Que no hubo ni una mancha de sangre. Por que entonces su madre se habría percatado de que algo extraño ocurrió.
El muchacho todo tranquilo acomodo las prendas de la niña y antes de salir hacia el camino le advirtió -no le cuentes de esto a nadie, a nadie y yo te seguiré comprando todo lo que quieras- y para asegurarse de que la niña captara lo que le decía agarro fuerte su mentón con una mano y agrego – si le cuentas la próxima vez te hare mas daño- amenazo. -ahora deja de llorar-
La niña asintió con la cabeza y seco rápidamente sus lagrimas con sus muñecas. -vamos camina- le ordeno el muchacho mirando a todos lados para asegurarse de que nadie los estuviese viendo.