Ella es feminista.
Va a manifestaciones, lucha por la equidad de género y expone ideas basadas en argumentos de conocimiento.
Pero también hace trabajo social, es voluntaria en comunidades alejadas del siglo actual, se esfuerza por enseñar el valor que cada ser humano tiene.
Aunque no comparta ideología con su compañero, lo respeta.
Le desagrada el lenguaje inclusivo, pero no agrede a quienes lo usan.
Ella se debate entre el orgullo y la vergüenza.
Porque de nada sirve que salgan desnudas a la calle.
De nada sirve que expongan su vello corporal.
De nada sirve armar bullicio, querer la atención por medios inapropiados; esa no es una lucha contra el antiguo sistema.
Ella es feminista, pero duda en hacerlo saber a quienes le rodean.