Duele, porque no sabe olvidar.
Porque no puede superarlo.
Pide a gritos su alma de vuelta.
Que cada huella se borre.
Suprimir el deseo, los recuerdos.
Ni siquiera es capaz de fingir felicidad.
No puede mostrar una falsa sonrisa.
La destruyó, la abandonó.
Y como cada noche, llora hasta caer dormida.
Se siente acabada, rota, inútil.
No hay nada que le devuelva la calma.
Lo extraña tanto que se ha olvidado de ella.
Se está dejando ir porque él se fue.
Y en cada visita a la tumba su cordura es puesta en juego.
Está siendo seducida por la facilidad de aniquilación.