Froté mis palmas contra mis ojos, mientras las lágrimas caían sin detenerse.
— ¡Diana! Espera, no te vayas — mi corazón se heló al escuchar su voz, nunca pensé que saldría a buscarme. No me volteé, no quería que me viera llorar, así que me aclaré la voz, para que no se notara que estaba llorando y le respondí dándole la espalda.
— Voy a dar una vuelta y vuelvo.
— No te enojes. ¡Es que Marcus es un idiota!, ¡Me saca de quicios!, a partir de ahora trataré de ignorarlo para no arruinar las vacaciones — ¿Qué?, ¿Acaso pensaba que estaba enojada porque estaban discutiendo?, ¡Qué ciego es!
— No estoy enojada por eso — dije y di un giro leve del rostro para verlo parcialmente, procurando que él no pudiera percatarse de mi rostro sonrosado por las lágrimas.
— ¿Entonces?
— El viaje me mareó un poco. Necesito tomar algo de aire para recomponerme.
Vi de reojo como Nicholas hizo una expresión de incredulidad. Pensaba que le estaba mintiendo, y tenía razón, no estaba mareada por el viaje, pero tampoco estaba enojada por la discusión que tuvieron, sólo estaba triste. Nunca en la vida me sentí tan frustrada. Podía sentir como me atacaba un dolor al pecho, que me sofocaba, incluso mis manos temblaban ligeramente. Era difícil de soportar. Tenía deseos de girarme allí mismo y gritarle todo lo que estaba guardando en mi corazón desde hacía mucho tiempo: ¡Te amo!, ¡TE AMO! Eso gritaba todo en mi cuerpo y él no lo notaba. Retuve la necesidad de delatar mi amor, no podía arruinarlo ahora, tenía miedo que me rechazara, se veía muy enamorado de Lea, y sería aún más doloroso si prefiere a la princesita sobre mí. Soy una cobarde, lo reconozco, aunque duela y no intente hacer nada para cambiarlo. Siempre actuando a espaldas de Nicholas, arruinando sus relaciones, y ahora, planeando arruinar también la que tenía con Lea. No soy la heroína de un drama romántico, no, soy la villana, la harpía que busca separar a la pareja protagonista. Nunca podré ser yo la novia. Pero tengo palabra, y la cumpliré, le prometí a Helen que si al terminar las vacaciones no me había ganado el amor de Nicholas me rendiría, y lo haría realmente, pero por eso ahora mismo tenía que dar todo de mí, y acabo de darme cuanta con lo que pasó en esa discusión que tuvieron Marcus y Nicholas, que no será fácil, y que tendré que recurrir a planes sucios. No podía perder más tiempo. Y fue en ese momento que dejé de llorar. Mi corazón se endureció y se volvió frío. Tenía que volverme fuerte. Estaba determinada.
— Deja que te acompañe, no vayas sola si te sientes mal.
Me giré, ya no lloraba, pero en mi rostro aún estaban las señales de que lo estuve haciendo. Era vergonzoso que me viera así, y nunca le mostraría mi rostro de esta manera, odiaba que me vean como débil, pero estaba desesperada, quería tocar su corazón, de la manera que sea. Y si me veía llorando podía despertar en él un sentimiento de protección, y de ahí encausar el sentimiento a algo mayor, hasta convertirlo en una persona que no pueda vivir sin mí.
Nicholas se sorprendió al verme con los ojos llorosos. El corrió a abrazarme. Me abrazó con fuerza. Pude sentir como sus brazos me apresaban, y sus puños se ceñían a mi ropa. Yo lo envolví de igual forma, y recargué mi rostro en su hombro, mientras ocultaba una sonrisa contra su piel.
— Lo siento — masculló cerca de mi oído. Mi corazón se aceleró al sentir como su aliento cosquilleaba mi piel — Prometo ya no pelear más. Tendremos un buen descanso de la facultad. Sin peleas ni discusiones.
Fruncí el ceño, realmente es un chico lento.
— No estaba llorando por eso — confesé mientras un calor insoportable se apoderaba de mi cuerpo, la cercanía de Nicholas era peligrosa para mi salud mental.
— ¿Entonces? — preguntó preocupado mientras deshacía el abrazo.
— Es que… — me callé unos segundos y me removí nerviosa. Pude ver en el rostro de Nicholas como acrecentaba la preocupación. Mi plan estaba funcionando, en este momento sólo pensaba en mí, y en nadie más. Tal vez elegí mal la carrera. No tuve que haberme anotado para estudiar Filosofía y Letras, sino Teatro y Cine, sería una gran actriz de telenovela mexicana.
— ¿Qué pasa? — me animaba a hablar mientras me sostenía las manos con delicadeza, pero de una manera reconfortante.
—La canción me puso triste — dije y al final ahogué un quejido como si intentara evitar llorar de nuevo, aunque en realidad ya no tenía deseos de derramar ni una lágrima.
— ¿Por qué?
— Es que hay alguien que me gusta — este es mi momento. Mi corazón se aceleró con nerviosismo, podía arruinarlo todo, por eso debía tener mucho cuidado con cada palabra que diría a continuación.