Si me preguntan: ¿Qué es lo que más odias?, la respuesta sería a Marcus, ¿No los sorprendió verdad?, pero otra respuesta válida puede ser el insomnio. Mal que ahora mismo me estaba atormentando. Estaba acostada en la cama que me correspondía de la habitación que compartíamos las chicas, con los ojos abiertos de par en par, era como los peces, no podía cerrar los ojos, solo miraba el techo y contaba las tablas del cielo raso como si de esa manera pudiera cansar mi mente y dormirme. Y lo peor de todo, era que no tenía un insomnio común, tenía el peor de todos, uno que ni siquiera en la locura más descarada se me hubiera ocurrido pensar. Mi insomnio era producido, nada más ni menos, que por Marcus. Sí, las dos cosas que más odio juntas en una sola no podían significar buenas noticias. Y ustedes se preguntarán: ¿Y qué tiene que ver Marcus con tu insomnio?, debo decir que es doloroso y muy difícil admitirlo, pero no puedo dejar de pensar en él.
No se adelanten ni piensen nada raro, no me refería a pensar en él de una manera romántica o algo por el estilo. Lo que sucedía era que una culpa avasalladora se había instalado en mí. La culpa rondaba en diferentes razones, pero la principal de ellas era una simple pregunta: ¿No me había pasado?, no podía dejar de pensar que lo había herido. Debo admitir que nunca me importó mucho hacerlo antes, siempre decía lo que tenía que decirle sin medir las palabras, y sin premeditar si ellas le harían algún daño, después de todo lo odiaba. Pero esta vez era diferente, a pesar de que Marcus no era una persona a la cual yo estimara mucho, tenía presente que para todo hay un límite, incluso para insultar al patán que te molestaba de niña.
No podía despejar de mi mente el recuerdo de su rostro cuando le dije esas horribles palabras: “Bueno, espero que te rindas entonces, y cuando Nicholas y yo estemos juntos espero no verte nunca más en mi vida.”, cuando las dije, las escupí sin pensar, solo dije lo primero que se me vino a la mente, pero cuando vi la respuesta inmediata en un gesto de dolor, me arrepentí de inmediato. Y luego me preguntaba, ¿Realmente deseaba no verlo nunca más en mi vida?, debía admitir que este Marcus de veinte años no es el mismo que se subió a un avión rumbo a España hace siete años atrás. Era más maduro y menos bromista. Es más, no me había jugado ni una broma desde que lo había vuelto a ver. Él mismo me había confesado que en el pasado no lo hacía para molestarme, sino para llamar mi atención. Y aunque me había pedido perdón innumerable veces, yo no podía perdonarlo. ¿O no quería hacerlo en verdad?, ¿Qué me detenía de aceptar su disculpa y olvidar el pasado entre nosotros?, ¿Qué me estaba pasando?
De lo que estaba segura era que el odio que le tenía a Marcus, era tan fuerte y duradero como el amor que tenía por Nicholas, pero si aceptaba sus disculpas y ya no odiaba a Marcus, ¿Esa sería una prueba que los sentimientos fuertes no duran para siempre?, ¿Si mi odio por Marcus disminuye hasta desaparecer, de la misma manera puede atenuarse mi amor por Nicholas?, y sólo había una respuesta a mis acciones egoístas e infantiles, y era que tenía miedo, miedo de aceptar de que ya no amaba a Nicholas, de que ya no sentía por él lo mismo que cuando éramos niños.
Pero ¿Era posible dejar de amar a Nicholas?, había llegado a sentir tanto por él, de los amores más fuertes y dolorosos, había sentido como mi corazón se encogía ante un roce accidental entre nosotros, como mi cuerpo se encendía ante cualquiera de sus palabras y como los días los pasaba sólo pensando en una persona, al punto loco que se volvía en lo único que habitaba en mi mente y corazón. No había nadie más importante para mí. ¿Era posible que un amor tan grande desapareciera?, ¿Era posible olvidar todo lo que sentí?, no lo sabía y no quería creerlo. No pasé quince años vanos deseando un amor sin fruto. Quería a Nicholas ahora mismo y daría todo de mí para obtenerlo antes del fin de la semana, porque sabía que había prometido rendirme, y no quería lamentarme cuando me rindiera sabiendo que no había dado todo.
En algún momento de mi tormenta de pensamientos y sentimientos encontrados, el sueño le ganó al insomnio y dormí unas cortas horas. Una película de imágenes pasadas me asaltó en la negrura de mi sueño. Era un recuerdo que venía a mi mente desde lo más profundo de mi memoria.
Era el día siguiente a esa noche que me había perdido en el bosque y mi pie había resultado herido.
Helen y Nicholas me habían abrasado durante un tiempo largo y tendido.
— ¡Pensé que había perdido a mi mejor amiga! — Helen Holly se había prendado a mi cuello desde hacía más de un cuarto de hora, mientras lloraba y me llenaba la pijama de mocos y lágrimas. Yo la abrasaba y lloraba como una niña pequeña. Soy de esas personas que lloran por ver a otros llorar.