En los inicios del tiempo y mucho antes de la creación del infierno, el Creador construía paso a paso el mundo, creó cada montaña, cada lago, cada mar y cada océano. Creo cada animal, macho y hembra de cada uno, y entre ellos el primer hombre y la primera mujer. La tierra estaba poblada de animales que vivían en armonía, entre ellos los demonios que habitaban en paz la tierra. El Creador tenía un cariño especial por los seres humanos que había creado, los había dotado de más inteligencia y raciocinio que al resto de los animales, los dotó con poderes mágicos, y quiso mantenerlos lejos del mundo, mientras los perfeccionaba para ser los dueños de la tierra, y cumplieran con el papel que el Creador quería para ellos. Sin embargo, nada era perfecto, y así estaba dispuesto en la creación. La primera mujer no se sentía feliz encerrada sin poder ver el mundo, ella quería más, y su compañero no la apoyaba, trataba de explicarle por qué estaban allí, y al final, ella huyó del lado del hombre que debía acompañar durante su existencia.
Fuera del dominio que la creación le había dado, decidió tomar por nombre Lilith, y caminó por la tierra maravillada por todo lo que veía. Sin embargo, nada le era suficiente, sintió que algo le faltaba. En ese momento vio que los demonios llevaban un cierto control sobre el mundo, y la ambición nació dentro de ella. Se acercó a ellos, y poco a poco convenció a los machos de la especie que procrearan con ella. Así nacieron los seres humanos sin magia, los demonios y los demonios nacidos en cuerpos de hechiceros. Tantos hijos tuvo Lilith, que del mundo desaparecieron los demonios de la creación, y los hijos de Lilith, macho y hembra, fueron dueños de la tierra.
El Creador estaba a punto de terminar el mundo, y regresó a ver a sus favoritos, y el primer hombre, avergonzado, le dijo que su compañera lo había abandonado, ella quería más de lo que el mundo le ofrecía. En ese momento, se creó una nueva mujer para el primer hombre, una en la que realmente ambos se complementaran, algo más del hecho de ser macho y hembra como el resto de los animales, y ambos con poderes mágicos. Los ángeles celestiales fueron en búsqueda de la primera mujer y la llevaron ante el Creador. Ella se mostró altiva y desafiante delante de la persona que le dio su existencia, y se enfrentó a él. Al ver el Creador como la mujer, que se hacía llamar Lilith, había alterado el balance de todo lo que él había construido, tomó una decisión, en el universo debía prevalecer el equilibrio, lo bueno y lo malo en el mismo balance, y el universo debía transformarse a sí mismo para retornar a un equilibrio, si algo o alguien lo alterase. Pero el Creador debía terminar de construir el mundo, así que tomó en sus manos la responsabilidad del universo para retornar el equilibrio.
Primero dictaminó que todos los hijos de Lilith serían parte de su creación. Segundo, dictaminó, que así como hay un cielo, debe existir un infierno, y ese lugar serviría para castigar a los que trasgredieran las leyes del creador para el universo. Tercero, la nueva especie de demonios nacida de Lilith, poblarían el infierno, abandonando la tierra que antes controlaban, y serían los responsables de castigar a quienes en la tierra infringieran sus leyes. Tercero, dictaminó que de la misma forma que existen ángeles celestiales de alas blancas en el cielo, debían existir ángeles en el infierno, así que tomó la mitad de los demonios nacidos en cuerpos de hechiceros, les sacó el demonio de dentro de ellos, y colocándoles alas negras, los envió a todos como ángeles al infierno para hacer cumplir las leyes que él dispondría para todos ellos.
Por último, vio a los ojos de Lilith, que lo miraba con odio por haber destruido su imperio sobre la tierra, y le colocó un par de alas negras, hizo que su corazón latiera, para darle la vida y la muerte como al resto de los animales, y llamó a dos ángeles celestiales para que la llevaran al infierno, en un lugar que luego el Creador llamaría el círculo de la perversión y la lujuria. Dejó sobre la tierra a los seres humanos sin magia, cuyo corazón latía por tener como padre un demonio, aunque no tenían nada de él, excepto carecer de la magia que la madre si tenía. Hizo que el corazón del primer hombre y su mujer comenzara a latir, dándoles la vida y la muerte, haciendo que todo en el mundo tuviese un tiempo finito, un inicio y un final. El Creador les ordenó que tuvieran hijos, para que ellos heredaran la magia, y así formar una nueva especie, los hechiceros, y de entre ellos nacerían personas cuyas almas serían la esencia de ángeles celestiales, para de esa manera dar el equilibrio a los demonios nacidos en hechiceros. Todavía en el universo no había un equilibrio, había un desbalance con los seres humanos, las personas sin magia y los demonios nacidos en hechiceros habían poblado la tierra, antes que los padres de los hechiceros iniciaran su especie, junto los ángeles nacidos en hechiceros, y como el Creador estaba cansado, le dio esa primera tarea al universo, y este hizo lo que tenía que hacer para retornar el balance sin unir las especies.
El mundo había terminado de construirse, y el universo estaba en balance, y ocurrió lo primero que jamás podría balancear: la traición. El ángel en quién más confiaba el Creador, a quién le pidió llevar a Lilith al círculo de la perversión y la lujuria, se dejó seducir por la astucia de la primera mujer, y tuvo una hija con ella. El Creador, desconsolado, creó el noveno círculo del infierno para encerrarlo en él por la eternidad, y les ordenó a los ángeles que le cortaran sus alas. Los siete ángeles a cargo de cortarle las alas al ángel traidor y llevarlo a su prisión, tomaron la justicia por su mano, y luego de cortarles las alas, lo lanzaron al infierno para que cayera en él por la deshonra que había cometido. Los otros ángeles al ver lo que había ocurrido, corrieron donde el Creador a avisarle. Nuevamente desconsolado, el Creador reunió a los siete ángeles, y al no mostrar arrepentimiento por lo que habían hecho, añadió dos leyes al infierno. En la primera se establecía que los demonios podían nacer con o sin alma, según lo que cada círculo necesitara, y en la segunda, se establecía que siete de los nueve círculos del infierno serían gobernados por príncipes, y ellos vivirían en cuerpos de demonios sin alma, y que carecerían de cualquier poder de ángel o hechicero. El Creador vio a los ojos de los siete ángeles y los convirtió en la esencia del alma del príncipe del infierno del círculo que gobernaría, y los envió al infierno. Uno de ellos era Balaam, el príncipe de la avaricia. Esto creó disconformidad en algunos ángeles que comenzaron a desobedecer al Creador, y fue allí donde aparecería la primera ley celestial: Todo ángel que desobedezca al Creador, se le cortarán las alas y será tirado al abismo del infierno, y esta nueva especie se conocería como Ángeles Caídos.