Flawless

Leandro

-Señorita. No creo que esto sea adecuado- dijo Abril apresurándose a hacer las costuras sobre el pantalón del abuelo.

-No te preocupes. Yo me encargo de que no te diga nada.

-No lo digo por eso, señorita… es que, son pantalones- hizo una pausa como para que yo tuviese tiempo de procesar la información.

- ¿Y? - pregunté envolviendo una venda alrededor de mi busto, lo suficientemente ajustado como para aplanar un poco el pecho, pero no lo suficiente como para asfixiarme.

-Hay muchos vestidos hermosos que le quedarían perfectamente. Ocultarían gran parte de su cuerpo y…

- ¿Qué pasa con mi cuerpo? - pregunté con recelo mirándole por el espejo. La chica levantó la vista de la ropa y noté cómo le costaba trabajo despegar la vista de mi espalda.

Finalmente se dio cuenta de que yo la estaba mirando y rubor se extendió por sus mejillas, negó con la cabeza y siguió en su trabajo.

-Sabes Abril- dije dándome la vuelta y tomando asiento en el orillo de la cama, justo de frente a ella- de donde vengo tenemos emmmm… muchas costumbres diferentes- mentí. Porque incluso en mi tiempo yo le llevaba la contraria a las masas, pero una mentira piadosa tal vez me ayudara con esa chica- y una de ellas es tratar a todas las personas como iguales, sin importar para quién trabajes.

La chica abrió los ojos con sorpresa y negó con firmeza.

>> Mira, no quiero que me tengas miedo. Quiero dejarte claro que yo no te voy a tratar como una empleada y si pones de tu parte en dejar de lado esa ridiculez, tal vez podamos ser amigas. Me gusta que me digan las cosas de frente sin importar si son buenas o malas, porque somos personas y cometemos errores; así que por favor no me mires como si fuera un bicho raro y si quieres saber algo, simplemente pregúntame. Prometo darte mi respuesta más sincera.

Abril me miraba totalmente anonadada, pero rápidamente se recompuso y siguió con su labor sin atreverse a mirarme.

Resoplé y tomé la camisa manga larga, seguidamente me la puse y abotoné con cuidado cada botón. Seguidamente me puse el chaleco y fui nuevamente hasta el tocador, pasé el cepillo por mi cabello llevándolo todo hacia atrás y me puse un sombrero de los que le había robado al abuelo.

Entonces detallé mi reflejo.

Una vez, para Halloween me disfracé de caballero, supongo que verme casi vestida de esa forma me hizo recordar ese día. Sin embargo, a los doce años era más fácil hacerse pasar por niño que a los 24.

Mi espalda no era ancha y mis brazos, aunque con buena fuerza, no poseían la suficiente masa muscular para hacerme pasar por un chico.

Hubiese sido más fácil de ser el caso, pero nunca me había gustado tomar ningún tipo de complemento para aumentar mi masa muscular y generalmente me encontraba a gusto con mi figura de reloj de arena.

-Será un chico muy apuesto, señorita- dijo de repente Abril.

Cuando la localicé por el espejo, pude ver que volvía a bajar la mirada, pero espió y yo lo noté. Entonces le correspondí con una sonrisa.

-Es la idea. Solo por favor, no te vayas a enamorar de mí- bromeé y entonces su cara adquirió un color completamente rojo. No pude evitar soltar una carcajada- solo bromeo- afirmé.

-Creo que está listo- afirmó levantando la prenda y examinándola por todos lados.

-Vamos a ver- dije acercándome.

Cuando ya estuve completamente presentable me miré nuevamente en el espejo.

No parecía un hombre, pero sí un chico apuesto que seguramente no tardaría en comenzar a madurar. La cuestión es que yo, como mujer no iba a crecer más.

Así que esperaba que esto alcanzara para cubrirme durante los próximos seis meses cuando decidiera salir de casa.

- ¿Qué tal? - pregunté frente a ella.

Abril me dio una mirada valorativa y sonrió cuando le guiñé un ojo en mi mejor pose de macho.

-Ay señorita. Es usted incorregible- dictaminó cubriendo el rubor en sus mejillas- Pero… - se detuvo y negó con la cabeza.

-Puedes preguntarme lo que sea- dije poniendo una mano en su hombro- somos amigas.

Tras lo que me pareció una eternidad —les dije que no soy muy paciente— ella se atrevió a preguntar.

- ¿Por qué quiere ser un chico? – preguntó en un hilo de voz.

-Es más que obvio que no encajo como chica. Tú misma te asustaste cuando me viste sin ropa- recordé.

La chica nuevamente roja sonrió.

-Bueno, si es verdad que usted es un poco extraña- confesó.

Ya que estaba tomando confianza para decir lo que pensaba, no planeaba poner mala cara. Así que simplemente me dediqué a explicarle de la mejor manera posible.

-Apuesto lo que sea a que las mujeres aquí no van a bibliotecas, o salen solas a la calle, tampoco pueden hablarle a un hombre si no están en compañía de alguien, no les dejan participar en temas de interés masculino, no deben dejar de usar corsé y vestido y por supuesto deben ser sumamente elegantes y dedicarse a cosas como el bordado o reunirse con amigas para cotillear sobre chicos ¿me equivoco? - pregunté ante una pensativa Abril.

Finalmente ella negó con la cabeza.



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En el texto hay: hermanas, amor, peleas poderes oscuros

Editado: 26.07.2018

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