Al llegar al lugar donde sería enterrada Camille, Alice supo que se venía lo peor. Seguramente vendrían las lágrimas que intentó con fuerza evitar. Y eso no lo podía permitir. No podía permitir ser descubierta con lágrimas en el rostro, ni hablar.
Como escuchando sus pensamientos, Tyler, su eterno salvador, apareció entre la gente y le tocó el hombro. Consolándola. Aun cuando él debía sentirse peor que ella, ya que perdió un amor importante. Por lo que, con ese pensamiento en mente, pasó un brazo por la cintura de Tyler, dándole apoyo. Él se tensó por la sorpresa, sin embargo, rápidamente se recompuso y copio la acción. Alice pensó que le gustaba la sensación de tocarlo. Pensó que Camille sentía eso todos los días, cuando estaba viva. Porque la persona que estaba tocando ahora, era el ex novio de su mejor amiga muerta. Alice deshizo su agarre y se alejó. Incómoda por sus propios pensamientos.
Sentía que, al tocarlo, traicionaba a Camille. Aunque ella fue la que traicionó a Alice en primer lugar.
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Hannah bajó del auto rápidamente, queriendo encontrarse pronto con su hermano Alex. Se sentía perdida en este mar de emociones, y solo él podía ser su ancla. La apoyó en momentos difíciles de su pasado, por lo que mantenían una estrecha relación. Peleaban como hermanos comunes, pero siempre estaban ahí para ayudarse si uno de los dos lo necesitaba. Y Hannah lo necesitaba ahora.
Vislumbró una figura a lo lejos, que parecía ser la de su hermano. La ropa coincidía y la contextura también. Era él.
Corrió hacía él y tomó su mano para llamar su atención. Solo así pudo salvar a Alex de perderse también en sus propios pensamientos, en recuerdo dolorosos, en Camille. Como le estaba pasando al grupo completo. Aunque ella no se hubiera dado cuenta de lo que hizo en Alex. Pero él, al verla, sonrió. Él si se dio cuenta. Lo salvó de pensar en Camille.
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Spencer derramaba lágrimas silenciosas de dolor, aún le constaba creer que ella no volvería. Hace solo una semana, ellos habían asistido a clases, habían reído en el almuerzo y habían ido a tomar su malteada habitual en pop’s. Ahora todo eso se rompió. No volverían a ser los mismos… ¿Podrían seguir juntándose y yendo a ese lugar, donde hay tantos recuerdos de los ocho, compartiendo y siendo felices? El solo pensamiento hacía a Spencer llorar más. Cálidas lágrimas brotaban (aún más frecuentemente) de sus mejillas, bañándolas en dolor y recuerdos. Sintió unas manos familiares en su rostro, limpiando sus mejillas. Abrió sus ojos y vio a Adam secando sus lágrimas, con gestos gentiles y mirada brillante, Spencer se sonrojó ante su toque.
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Alice y Tyler vieron lo que sucedió entre Spencer y Adam. Silenciosamente se preguntaron si pasaba algo ahí, ya que, aunque Adam era buen amigo, no acostumbraba a tocar a la gente por voluntad propia, más bien, dirían que lo evitaba. Aunque nunca lo evitó con Spencer.
Ambos decidieron dejarlos en su intimidad, en su propia burbuja y crear la suya.
- ¿Cuándo durará esto? Ya no soporto mas todo esto. Tantos recuerdos de ella. Sabiendo que no va a volver, es una tortura – Dijo Alice en un susurro, dando a conocer algo que solo quería mantener para sí misma. Era difícil mantener algo para sí misma con Tyler.
- Con los demás acordamos ir a pop’s luego de esto. Quizás nos vendría bien juntarnos, y al menos hablar de ello. Compartir el dolor. – Tyler miraba a la nada mientras hablaba. Alice se preguntó si estaba pensando en Camille. O si estaba pensando en “eso”.
- ¿En qué piensas? – Su curiosidad la venció y termino preguntando.
- No mucho. – Suspiró pesadamente. – Solo estoy recordando.
La peor parte del funeral. Pensó Alice.
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-Los estudios del cuerpo de la víctima no mostraron resultados de violencia muy antiguos. Más bien recientes, golpes en el costado del abdomen y marcas en las muñecas, como si la hubieran sujetado con mucha fuerza. La causa de muerte es un tiro de bala de calibre 9 mm, aunque el arma homicida no fue encontrada en la escena. – Explicó el forense a los agentes.
Camille Evans había sido encontrada muerta en un callejón alejado, no se escuchó muy bien el disparo, pero aun así hubo transeúntes que decidieron ir a investigar ese extraño ruido, que, aunque se escuchó ahogado por los ruidos de la ciudad, no pasó totalmente inadvertido. Una anciana de unos ochenta años de edad, encontró a la joven rodeada de un charco de sangre, procedió a llamar al 911 de inmediato. Al llegar a la escena, no se notó ninguna huella, arma homicida o algún testigo. Nadie vio salir nadie de allí con la ropa con al menos un atisbo de sangre. Nada.