Lo siento tensarse y sonrío.
—Puedes confiar en mí —le digo.
Poco a poco se va suavizando y me devuelve el abrazo.
Yo soñaba con abrazar a este hombre y se siente superbién.
Me seperado de él, le sonrío y me vuelvo a sentar. Le señalo la silla para que también lo haga. Me mira fijamente durante unos segundos.
—Por la última persona que me dejé abrazar fue por mi mamá antes de morir —me sorprendo.
—¿Soy la primera persona que te abraza después de tanto tiempo? —asiente.
—Por eso me tensé, no estoy acostumbrado a las muestras de cariño.
—¿Tu papá? —suspira.
—Parece que no me quiere, mi madre era su todo, yo... Desde que mamá murió me separó de él, nunca está en casa —frunzo el ceño.
—No creo que no te quiera, es tu papá —suspira.
—A él parece que se le olvidó —dice con tristeza.
La mayoría del tiempo lo veo así y no me gusta.
—¿Me quieres acompañar a un lugar? —pregunto sin pensar.
—¿A dónde? —sonrío.
Pido la cuenta y pagamos.
—No me has dicho —vuelve a decir.
Salimos del lugar y nos subimos a su auto.
—¿Puedo conducir? —alza una ceja —No te voy a secuestrar, tranquilo —asiente.
Cambiamos de lugar.
—Con chicas que te acosan con la mirada nunca se sabe que pueda pasar —lo miro y golpeo su hombro con suavidad.
Se ríe, es la primera vez que lo escucho, sonrío.
—¿Te gusta la velocidad? —me mira serio.
—No mucho.
—Pues, sostente.
Arranco y voy lo más rápido que las reglas lo permiten.
* * *
—Por Dios, ¿nos querías matar o qué? —me rio.
—Eres un exagerado Julián.
—Recuerdame no dejarte conducir nunca en la vida —vuelvo a reír.
Le saco la lengua y sonríe.
Mira a nuestro alrededor.
—Es un parque muy lindo, ¿no lo crees?
—Pues sí, aunque los árboles se estén quedando sin hojas y estén salmones —toma una y la arranca.
—No hagas eso —lo regaño —hay muchas para escoger en el suelo —lo miro mal.
—¿Amante de la naturaleza?
—Todos deberíamos serlo para cuidarla mejor —asiente —Y se están cayendo por la estación en la que estamos, otoño.
—Me empieza a interesar todo esto, continúa.
Seguimos caminando por el parque.
—Ya debes saber que para estos tiempos las hojas de los árboles caen, pronto se acerca el invierno. ¿Cuál es tu estación favorita? —lo miro y me mira.
—El verano, me gusta mucho poder disfrutar del sol e ir al mar.
—Hace un poco de calor en esa época.
—Por eso me gusta, soy muy intolerante al clima frío —sonrío.
—Por eso siempre usas buzos y shompas cuando termina el verano —asiente.
—Y más en estos tiempos —acaricia sus brazos.
Me rio, froto mis manos y después las paso por sus brazos. Alzo mi rostro y tiene una sonrisa, se la devuelvo y continuo caminado.
—¿Cuál te gusta más a ti?
—Sin duda alguna la primavera, es ahí donde la naturaleza comienza a florecer y todo es muy colorido, aún más en este lugar. Todos los años vengo el primer día para apreciar el cambio de estación —me mira atento.
—Vaya, se nota cuanto te gusta.
—La amo —tomo un montón de hojas y las aviento al aire.
—¡Que efusividad! —se ríe, sonrío —eres muy tierna, florecita.
—¿Te parece? —asiente.
Nos sentamos en una banca y saco lo que traje para dibujar.
—¿Quieres ser mi modelo? —lo piensa.
—Mejor yo te dibujo a ti, ya tienes muchos dibujos míos —siento calor en mis mejillas.
—No muchos.
—Florecita, me dibujabas casi todos los días —se ríe al ver mi rostro —¿por qué nunca te acercaste a mí?
—Preferí verte de lejos, me gustaba admirar tu belleza, no sé si algún día te hubiera hablado. Además, ¿qué te iba a decir? "Hola Julián, soy Jazmín, te miro todos los días y me pareces lindo, ¿podemos ser amigos?" Por Dios, suena ridículo —se ríe.
—Con un "hola Julián", bastaba... Así que te parezco lindo —alza una ceja.
—Lo eres —sonríe —Si ya te habías dado cuenta, ¿por qué no me hablaste tú?
—Estaba esperando una oportunidad como la de antier.
—¿Y si nunca se presentaba?
—Algún día hubiéramos hablado, tenemos una conexión extraña, ya parece que somos amigos desde hace mucho tiempo —asiento.
—Tienes razón.
—Entonces, ¿tendré el privilegio de dibujarte? —asiento.
Le paso todas mis cosas y me siento en el suelo.
—¿Por qué en el suelo?
—No me voy a quedar en pie todo el tiempo. Este es un buen ángulo, hazme caso, soy una experta —vuelve a reír.
—Como ordene señorita Anderson —sonrío.
* * *
Llegamos a mi casa y me bajo de su auto, él hace lo mismo.
—Me divertí mucho contigo, Julián —sonríe.
—Yo igual, deberíamos repetirlo.
—Cuando quieras —le guiño un ojo —Dejé mi auto en la universidad, tendrás que venir por mí.
—Será un placer, florecita, ¿a qué hora paso por ti?
—A las 8:30 A.M. estaría bien.
—Como ordenes florecita, a esa hora me tienes aquí —sonrío.
—Hasta entonces.
—Nos vemos mañana —me estiro y beso su mejilla.
Se me queda mirando y sonrío, camino hasta entrar a mi casa y lo veo irse, cuando me aseguro que ya se fue cierro la puerta.