Flores que caen en primavera

Capítulo 11

Dos semanas después...

Despierto por el sonido de la alarma, la apago y me siento en la cama. Me duele todo el cuerpo y no he hecho ningún esfuerzo, menos mal hoy tengo cita con el doctor. Salgo de la cama como puedo y voy al baño, verme en el espejo me hace dar cuenta que cada día amanezco más pálida y delgada, aún así, me considero bonita.

Julián también te ve bonita.

Sonrío al recordarlo; él va a venir a recogerme y me va a acompañar a la cita. Es un chico muy encantador, cada día me gusta más.

Me baño y al salir me pongo un vestido blanco de lana mangas largas y unas botas marrones que llegan hasta mis rodillas. Me maquillo un poco y dejo mi cabello suelto.
 


 


 


Le doy de comer a Primrose y bajo las escaleras.

—Me dices todo lo que diga el doctor, sin omitir nada —asiento.

—Te diré todo madre, tranquila —suspira.

—Esperemos que sean buenas noticias.

Comienzo a desayunar, a los minutos baja mi hermana y se despide porque tiene cosas que hacer.

—Samantha Anderson, espero verte aquí antes de la comida, estás advertida —la señala mamá.

—Relajate madre, te preocupas mucho, eso te hace poner vieja más rápido —mamá la mira mal.

—Desaparece de mi vista antes que te encierre en tu habitación —mi hermana se ríe y yo igual.

Besa mi mejilla.

—Te amo madre —le lanza un beso.

Sale de la casa y mamá suspira.

—Esta niña es aún más tremenda y atrevida que tú —sonrío.

—Creo que ese es un sello Anderson —ella me mira a los ojos y asiente.

—Su padre es aún peor, me van a enloquecer.

—Te preocupas mucho mamá, trata de relajarte —vuelve a suspirar.

El claxon del auto de Julián suena y yo me levanto de la silla, corro escaleras arriba, me cepillo los dientes, tomo mi bolso y vuelvo a bajar las escaleras. Me siento unos minutos para que se me pase el mareo.

—No acabaste tu desayuno, bueno, te faltó poquito —me mira mal —y deja de correr, mira como te pones —me echa fresco con sus manos —ve, te está esperando Julián, cuídate hija, te amo —besa mi frente.

—Y yo a ti madre —me pongo en pie y salgo de la casa.

Camino hasta el auto de Julián y me subo en el.

—Pero que florecita más bella, cada día te ves más hermosa —sonrío.

—Y tú cada día te vuelves más adulador —se ríe.

—Todo con tal de ver esa sonrisa todos los días.

—Además, te gusta verme colorada, ¿dónde quedó el chico callado y tímido? —pregunto divertida.

—Tú me haces ser más abierto y haces que vea la vida de otra forma -sonrío.

—Es bueno saber que marcas un antes y un después en la vida de alguien —asiente.

No volvemos a hablar en todo el trayecto. La verdad es que estoy muy nerviosa.

Llegamos al hospital y hago lo de siempre, para después esperar a que me llamen. Cuando lo hacen entro al consultorio en compañía de Julián.

—Buenos días doctor Roquelme —nos sentamos frente a él.

Es un hombre de unos 60 años, es muy agradable y encantador.

—Buen día Jazmín. Joven —nos saluda.

—Julián Clifford —se presenta y Miguel le sonríe.

Me hace las preguntas de rutina y luego voy a la camilla para que me revise.

—¿Te golpeaste recientemente? —niego con la cabeza.

Me señala un moretón en mi abdomen y suspiro. No es buena señal. Termina de revisarme y me vuelvo a sentar al lado de Julián.

—Bajaste de peso desde la última vez que nos vimos para una revisión general, eso fue hace un mes, ¿estás comiendo bien? —suspiro.

—Mi madre me obliga a comer, aunque no tenga hambre soy consciente que debo alimentarme para estar bien —siento la mirada de Julián sobre mí.

—Entiendo —revisa unos exámenes —Te tengo malas noticias Jazmín, el cáncer sigue progresando, las células cancerígenas siguen aumentando —cierro los ojos.

Julián toma mi mano y me da ánimos.

—¿El tratamiento no está funcionando? —pregunto.

—Como ya te había dicho antes, es más difícil luchar contra la leucemia cuando regresa nuevamente, porque ya hay células que crean resistencia. Esta etapa va a ser muy dura, Jazmín.

—¿Más que antes?

—Me temo que sí.

—Tú sabes que estoy dispuesta a seguir luchando, no me voy a dejar vencer —sonríe triste.

—Lo sé perfectamente —suspiro.

Me da unas indicaciones y programamos cita para la próxima quimioterapia.

Salimos del hospital en completo silencio. La brisa está fría y hay tiempo de lluvia.

—¿Podemos ir al high park? —le pregunto a Julián y asiente.

Maneja hasta allá y al llegar comenzamos a caminar.

—Eres fuerte, florecita, vas a vencer el cáncer —me dice y sonrío.

—Ese es uno de mis sueños, gracias por darme ánimos, pero no tienes que estar conmigo si no quieres. No quiero que sufras... —me interrumpe y toma mis manos.

Dejamos de caminar.

—Voy a estar contigo siempre, aunque quisiera no me puedo separar de ti. Te convertiste en una de las razones por las que me levanto todos los días —lo miro a los ojos.

Sonrío.

—Tú eres lo más bonito que me ha pasado desde que supe que estaba enferma, a parte de Primrose —se ríe.

—Te admiro mucho, florecita —me mira a los ojos.

—¿Por qué?

Escuchamos un trueno y vemos a las personas correr.

—Porque a pesar de todo siempre mantienes esa sonrisa hermosa en tu rostro.

—Hay que sonreírle a la vida —sonríe.

—Eso me has enseñado —asiento —quiero preguntarte algo, tal vez sea muy pronto, pero no puedo aguantar más —lo miro interrogante —¿quieres ser mi novia?

Me sorprendo, no me esperaba esa pregunta. Siento que una gota de lluvia cae en mi mejilla y miro al cielo. Cientos de gotas empiezan a mojarnos. Miro a Julián.

—¿Fue muy apresurado?

—Sí —hace una mueca.

—Sí, ¿qué? —me rio.

—Sí acepto ser tu novia —sonríe.

Se queda mirándome fijamente por unos segundos y luego ocurre lo que tanto esperé desde que lo conocí. Une sus labios con los míos y me besa, paso mis brazos alrededor de su cuello y él pasa los suyos alrededor de mi cintura. Me alza y me da vueltas, comenzamos a reír.



#22271 en Novela romántica

En el texto hay: familia, amor, dolor

Editado: 15.09.2021

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