Escondido tras las dunas, no puede evitar contemplar el bello espectáculo.
- Trigo…, ¡perro traidor! ¿Se puede saber por qué me hacés esto?
Él tan sólo se acercó hasta allí, preocupado por la desaparición de su amigo, para darse de lleno con un festival de música, risas y abrazos donde sólo deberían haber lágrimas.
¡Y todo por una tonta canción que hace magia!
- We will… We will… Pero, ¡qué absurdo! ¿Qué clase de canción es esa?
No puede dejar de observar la enorme luna como queso que esparce su luz por doquier. Como poderoso mago que es sabe reconocer la verdadera magia cuando la ve.
Pero no.
Niega con la cabeza. Aquello tan sólo es un truco de feria, un juego de espejos, una falsa ilusión. No hay nadie en este mundo más poderoso que él. Y si él decreta que ya no existan más fogones en el mundo, entonces ya no existen más fogones en el mundo. Y ya.
¿O quizá no?
Quizá frente a él se encuentre una poderosa hechicera, una maga fuerte e inteligente, dispuesta a desbaratar sus planes de recuperar su bello pedacito de paraíso.
- Pensándolo bien…, tiene aspecto de bruja. ¡Esas greñas! ¡Esa ropa larga! ¡Esas uñas! Aunque…, no sé…, es un poco colorinche para tratarse de una bruja, ¿no? ¡Ay, Golondrina mía! Ojalá estuvieras aquí para darme tu guía y tu consejo, vos que tan bien conocías a las personas. ¡Mirá! Si hasta ese ladino de Trigo me abandonó para irse tras ella. Bueno…, no tras ella…, sino de ese nieto malcriado que tiene. Dios mío…, ¿qué puedo hacer?
Guaracha mira al cielo con esperanza, como buscando una respuesta, como si su amada esposa fuera a aparecer canturreando sobre la inmensa luna. Pero no aparece y, entonces, vuelve a sumirse en sus pensamientos.
- No. ¡No caigas! Esa mujer tiene que ser una bruja si es capaz de invocar a la luna de esa manera. ¡Tengo que hacer algo para detenerla!
El astuto hombrecillo intenta llamar al golden para que lo acompañe, pero este lo ignora olímpicamente. Está demasiado ocupado en jugar y babear a su nuevo amigo.
- ¡Qué vergüenza! ¿Qué diría nuestra Golondrina si te viera?
Muy contrariado, Guaracha vuelve sobre sus pasos. Ahora sí que se siente solo. Camina lento imitando el sonido que acaba de oír.
Dos golpes, aplauso. Dos golpes, aplauso.
- We will…, we will…, ¡rock you! ¡Ridículo! ¡Completamente ridículo!