Cuando salí del ascensor y entré al restaurante sentí varias miradas sobre mí. Seguro que es por el efecto Donovan. Ese efecto lo causan todos los que son miembros de mi familia. Se escucha presuntuoso, pero es la verdad. Así que, para hacerme más interesante, me saco los lentes de sol como si estuviera en una de esas películas de agentes y no puedo evitar sentir la mirada de una persona en particular. Cuando volteo a verla me doy cuenta de que debe la misma actriz con la que voy a trabajar, ya que está sentada junto a Sam.
Es hermosa; esa es la palabra justa para describirla: hermosa. Con su cabello rubio platinado y unos hermosos ojazos verdes. Esos ojos verdes que me están comiendo con la mirada desde que entré por esa puerta, así que decido regalarles un gran espectáculo a esos hermosos ojos. Me acerco con la elegancia que me caracteriza y ella se deleita con eso. Bueno, eso espero; no sé lo que está pasando en sus ojos porque no la estoy mirando.
Al llegar, bajo la mirada y me propongo saludarla. Cuando lo hago, ella me sigue mirando detenidamente y entonces, para hacer más atractiva mi imagen, le sonrío. Y ella se ruboriza como adolescente frente a su amor platónico, pero no se da cuenta de ello.
—Hola, soy James —le tiendo la mano.
—Soy Daniela —y ella me sonríe mientras me la recibe. Su sonrisa es muy bonita. Pero, ella es más bonita. Me gusta. Nunca lo admitiría en voz alta, pero me gusta. Entonces, nos miramos a los ojos. Y siento una gran conexión entre los dos, una muy intensa que va creciendo conforme pasan los segundos y eso me sorprende. Lo que está pasando entre los dos es muy intenso y me encanta. No he sentido esto desde hace muchos años, y esto es. Creo que nunca he sentido cosa igual. Sin embargo, me gusta más de lo que debería hacerlo. No debería gustarme porque soy casado y tengo una esposa esperándome en casa. Tengo una hija y no debería estar haciendo esto. No debería dejar que una niña de 22 años me mueva el piso y me haga sentir escalofríos con solo sentir su piel. Estoy empezando a sentir atracción hacia una chica que acabo de conocer hace unos cuantos minutos. Dios, es sorprendente. No es amor a primera vista, esas cosas no existen. Lo que sí existe es el deseo. El maldito deseo que es capaz de hacerte desear desde la esposa de tu mejor amigo hasta una persona a la que acabas de conocer. Y eso es lo que me está pasando a mí; lo siento en mis venas, lo siento en cada parte de mí cuerpo.
—Chicos —nos espabila Sam haciendo que salgamos de nuestra hermosa burbuja. Ella voltea y se lo queda mirando expectante. Supongo que ella todavía no se ha dado cuenta de lo evidente: que soy su compañero de rodaje.
—¿Él es... él?
—Sí, Daniela. James es el hombre al que has estado buscando —ella se sonroja rápidamente y baja la mirada. Sonrío ante eso porque yo también he hecho lo mismo. También he tratado de buscarla por mucho tiempo (3 meses para ser exactos) con Sam y con Will. Y para mi buena suerte, este último pudo soltar la sopa y me dijo algunos datos interesantes: tiene novio y vive en Los Ángeles. Eso me llevó por sorpresa; es decir, sabía que vivía en Norte América porque la audición era ahí, pero no pensé que vivía en el mismo lugar que yo. Y eso de que tiene novio, no sé porque, pero no me hace sentir muy cómodo. No estoy celoso. ¿Cómo podría estar celoso por una chica a la que ni siquiera conozco?
—Vaya, sí que es diferente a lo que esperaba —murmura. Seguro pensó que nadie la oiría, o seguro nadie la escuchó y yo sí porque soy el único que le está prestando atención. Ella me mira detenidamente como si me estuviera analizando y al finalizar, da un breve asentimiento. Como si le gustara lo que ve.
—Voy a dejar que se conozcan mientras esperamos a que vengan los que faltan —dice señalándome la silla que está junto a la tal Daniela. Me siento y la miro. Ambos nos estamos mirando fijamente y se siente bien. Es como si fuera algo de todos los días.
—No me has dicho tu nombre completo —le digo tratando de empezar una conversación.
—Daniela Johnson —me sonríe. Luego, piensa algo un momento y me pregunta por el mío.
—James Donovan —siento que con eso hemos terminado la conversación; pero, yo no quiero que acabe. Me gusta el sonido de su voz—. Así que, ¿Cómo pensaste que sería?
Ella se ruboriza, me mira con un poco de molestia y responde—: No sabía que me habías escuchado.
—Te estaba prestando atención. Si no lo hubiera estado haciendo, nunca lo habría sabido.
—Así que eres todo un espía —me dice juguetona. Me sonríe al final de su frase. Me gusta eso.
—No me cambies de tema, Daniela. Responde mi pregunta —lo sé, soy todo un molestoso. Pero, me gusta saber lo que piensan sobre mí.
—Pensé que serías una persona totalmente diferente —dice un poco más seria. Adiós a la Daniela juguetona.
—¿Cómo de diferente?
—Por ejemplo, mucho más agradable —dice agria.
—¿No me consideras agradable? Daniela, soy la mejor persona del mundo. Todos me aman.
—Bueno, entonces voy a crear el club anti-James. Eres terrible.
—No sabes lo que dices. Ni siquiera me conoces.
—Ni me gustaría hacerlo. Sin embargo, sin conocerte sé que no eres una de esas personas que respetan la intimidad.