Prólogo
NARRA ELISA
La ciudad tarareaba de vida mientras iba de camino a la Universidad.
Fuí mirando las caras de todas las parejas que aparecían a cada paso que yo daba, ya que deseaba tener pareja, pero no me podía permitir ese pequeño lujo, cuando el honor de mi familia estaba en juego.
Perdida en mis pensamientos choqué contra un extraño y tiré las hojas que llevaba por los cielos, qué vergüenza.
-Déjame ayudarte con eso.- Dijo el chico. Su voz profunda me estremeció durante un segundo, pero reaccioné al instante y me puse a recoger los papeles que había tirado.
Cuando me levanté me encontré con unos ojos avellana con un toque dorado, tragué saliva pesadamente, cuando me entregó el último papel que había recogido nuestras manos se tocaron levemente, al instante una electricidad me recorrió el cuerpo.
-Gracias- le dije, intentando que no notara mi nerviosismo.
Apenas dije eso y él me dedicó una pequeña sonrisa después de eso se giro y marchó, yo seguía ahí de pie como una boba pero me fui rápido para llegar a clases.
Cuando llegué a la universidad me encontré con Alice, una amiga mía.
-¡Alice!- dije.
-¡Hola!- Respondió. -No me vas a creer que me pasó durante el camino- dije, pero al momento que lo dije el profesor entró en clase, al instante todos nos callamos.
-Te lo cuento en el descanso-, le susurré.
Durante el descanso, le conté a Alice lo que me pasó de camino a la Universidad. -Oye Elisa-, me dijo Alice. -¿Quieres venir esta tarde a mi casa a hacer los deberes?- Me preguntó. -Claro-, respondí. Después de eso tuvimos unas clases más y nos fuimos a casa.
De camino a casa de Alice, nos encontramos unos gatitos muy monos. Ya que a Alice le gustan los gatos, siempre trae comida para gatos en su bolso, aprovechamos para darles y hacerles fotos, además fuimos al súper para comprar aperitivos y comerlos en su casa.
Llegamos a unas casas bastante lujosas y parecidas, no me lo podía creer. -Alice, ¿tu casa es alguna de estas?- Pregunté. -Sí, ya estamos llegando.-me dijo. Estaba muy nerviosa por lo que me acababa de enterar. Tenia una amiga rica, ¡y no me lo había dicho!
Llegamos a una de las casas blancas que había cerca, intuí que era su casa ya que estaba buscando las llaves.
Cuando entramos al jardín principal me quedé en shock era muy bonito y bien cuidado, imaginaba que tendrían jardineros para eso. Tenía jardín principal y trasero, piscina y hasta unos columpios. Ella si que sabía vivir la vida.
Estuve mirando durante un rato las afueras de la casa, hasta que Alice me dijo que ya estaba preparada para ver su casa.
Abrió la puerta y entré, pero no sabía que a partir de ese momento mi vida no seria la misma.