Foscorllum

Capítulo trece

Era otro día en el que sigo respirando, al menos por fuera, porque dentro mi mente está ahogada en problemas.
Él estaba allí, le estaba sonriendo a una chica que ni siquiera era tan linda, le acariciaba la mejilla y jugueteaba con su cabello. ¡¿Qué hace?!

Bien, les pondré en contexto. Fui directamente a su salón al llegar a la escuela temprano ese día, justo como el otro día. No pretendía suturarme más y él me debía muchas respuestas, pero apenas asomé mi cabeza por la entrada de su salón veo esta escena que me genera un ardor en el pecho, juro que los celos me carcomían, y sé que no hay nada peor que sentir celos sin ser nada.

Él, de alguna manera, se había conseguido un puesto para mí, es el primer chico que me ha besado. Porque, sin exagerar, mis labios no habían tocado otros jamás y el verlo con otra chica, hace que pueda sentir los pedazos de mi corazón cayéndose de mí.

Iba a irme en ese instante, pero entonces tropiezo y caigo sobre la puerta del salón, haciendo que esta se abriera abruptamente. La mirada de los dos presentes se centran en mí.

Quiero que la tierra me trague en este preciso momento.

Me levanto tan rápido como puedo, ellos continúan mirándome como esperando a que me vaya, y eso hago.

Salgo prácticamente corriendo, siento una lágrima resbalar por mi mejilla y luego de esa muchas más. Llego al baño, me apoyo sobre los lavaderos de este y lloró sin esperar más, fue en ese momento cuando una suave mano seca mis lágrimas, y, al alzar la mirada, veo su perfecto reflejo en el espejo. Él acaricia mis mejillas empapadas como si fuera frágil.

Las lágrimas cesaron, solo un poco.

– ¿Qué haces aquí?–, pregunto.

– Trato de explicarme que fue eso.

– ¿A qué te refieres ahora?

– ¿Qué hacías en mi salón tan temprano?

La rabia inunda mis sentidos, lo empujo lejos de mí.

– ¡Te odio!

Su cara es inexpresiva, como si no le doliera ni mi golpe físico, ni el de palabras.

– Odiarme no hará que me vaya. – Responde en tono serio.

Se gira para cerrar la puerta del baño, cuyo cartel aclara que es solo de mujeres.

– ¿Qué es lo que quieres de mí? – Me doy cuenta que estoy casi gritando. – ¿Porqué me besaste?

– Eso es algo que no puedes saber ahora.

– ¡¿Porqué?! Necesito tus respuestas, necesito saber o voy a morir.

– No morirás, te daría mis latidos si fuese necesario.

Sentí los pedazos de corazón que me quedaban, latir más rápido, pero no de una forma apresurada, sino como si estuvieran llenándose de un sentimiento.

Sostuvo mis mejillas en su mano y besó mi frente, sentí sus labios bajar hasta los míos, pero sin tocarlos, solo su cálido aliento los rozaba.

– Eres más para mí de lo que piensas. Pero necesito que me esperes. – Me dijo suavemente.

Luego se fué, como el cobarde que es.

Era tarde estaba recostada en mi cama con un par de auriculares en mis oídos, y supe, después de pensarlo, que necesitaba ayuda. Así que como había acordado hace un par de horas, luego de vestirme salí de mi casa hasta llegar a un rincón solitario del parque.

– Harper, ya estoy aquí.

Ella me había ofrecido su ayuda, justo como lo predijo terminé aceptando. No esperaré las respuestas de un perfecto desconocido, lo averiguaré yo sola.

– Bien, empecemos. – Respondió ella.




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