Capítulo 4

Entre a la habitación de mis abuelos, y mi abuelo aún estaba dormido pero al escuchar mis pasos se sobresalto un poco.
-Buenos días abuelo -susurre.
-Buenos días, hija -me 
contestó en un tono apagado.
Me acerqué más y noté su cara pálida y sus labios agrietados por la fiebre, realmente se veía muy decaído, desde la noche de año nuevo se había sentido muy mal. cuando se preparaban para salir con mi abuela hacia mi presentación, comenzó a sentir un fuerte dolor en el pecho y a tener dificultad para respirar. mi abuela intentó llevarlo al hospital, pero él se rehusó, desde ese día ha estado algo de caído incluso mi abuela había tenido que quedarse con él para cuidarlo.
-¿Como te sientes? - le pregunte. 
-Muy bien, creo que mañana volveré a mis caminatas -dijo fingiendo entusiasmo y forzando una sonrisa.
- No lo creo -dice mi abuela entrando con el desayuno de mi abuelo en una bandeja, que luego deja en la mesita de noche -Aún estás muy débil, además hasta que no te revise un médico y sepamos lo que tienes, no saldrás de esta casa.
Mi abuelo hace una mueca y se cruza de brazos como un crío. 
-Hazlo por nosotras, sólo así estaremos más tranquilas. -le dije en un tono suave, Él asintió un poco dudoso.
Me despedí de ellos y como ya se me había hecho habitual me fui corriendo, claro que esta vez me asegure de no olvidar el sándwich para "samuelito".

Ya en clase, la Profesora de historia, Eugenia nos hablaba sobre la revolución francesa y su gran importancia en la evolución política y social en varios paises de Europa. Ella caminaba de un extremo a otro del salón mientras daba su catedra, era una mujer de estatura baja pero con una voz potente, cara redonda, cabello negro que siempre llevaba recogido y un lapicero encima de la oreja. Me levanté un momento para botar un trozo de papel cuando un empujó me sobresalto.
-Fíjate por donde caminas estúpida -me dice Verónica.
Me dirigí hacia mi asiento sin prestarle atención, había tenido que tomar esa actitud con ella por que sabía lo que pretendía y no se lo iba a dar, desde hace casi dos años que había llegado sólo se la pasaba metiéndose en problemas y tratando de provocarme, sabía que por ser la nieta de la directora era un blanco fácil, pero nunca había tenido ningún problema con eso hasta que ella llegó. 
Me senté y me fijé en Sara, no lucia nada bien habia estado muy callada y con la mirada perdida la mayor parte del tiempo, aunque desde aquella conversación en el parque, no hablamos no pude dejar de preocuparme por ella. Llevaba una coleta en el cabello algo que a simple vista parecía normal, pero que sólo nosotras sabíamos que significaba, Sara le gustaba presumir su larga cabellera rubia y jugar con ella la mayor parte del tiempo, así que sólo utilizaba el cabello así cuando está deprimida.

-¿Has visto como luce Sara? - le dije en voz baja a Gabriela.
Ella se en cogió de hombros y siguió tomando apuntes en su libreta.
-¡Gabriela!, es nuestra amiga, además recuerda que cuando tu pásate por lo de Miguel, ella estuvo allí apoyandote -le dije esta vez tratando de controlar el tono de mi voz para que no nos escucharán.
-Si, pero no sabes como me a tratado. el otro día después de que hablamos con ella, me la he encontrado y me a dicho que soy una chismosa y no sabes cuantas cosas más, si quieres ve tú y habla con ella -me contestó. 
-Gabriela pero es nuestra amiga - le insistí y luego de agregarle varios argumentos a favor de Sara, ella finalmente aceptó.
-Esta bien, hablaremos con ella después de clases -espetó.

Sonreí y ella volvía a sus apuntes.
Luego comencé a notar que aparte de las continuas malas caras de Verónica, Sabrina se había sumado, no Se porque este molesta conmigo y por más que trató de pensar que habré hecho para molestarla no se me ocurre nada, a no ser por la conversación con Fabián en año nuevo, pero sólo fue una simple conversación, además ahora en lo único que pienso es en ese chico misterioso y como todo paso tan rápido, como ni siquiera se su nombre pero ya forma parte de mis más hermosos recuerdos, a veces me preguntó si él también pensará en mí con la misma intensidad que yo no dejó de pensar en él. Tal vez soy una tonta y ese chico ni siquiera me recuerde, pero no he podido sacarlo de mi cabeza y evitar que se me acelere el corazón cada vez que pienso en él. 
Cuando las clases terminaron tuve que forzar a Gabriela para que esperaramos a Sara en la salida. Cuando la vimos salir las dos nos dirigimos hacia ella.

-Que quieren - espeto ella.
-Queremos hablar contigo -dije sonriendo.
-¿Sobre que? - preguntó, suspicaz.
-No quiero que sigamos así, somos amigas desde pequeñas y no deberíamos estar así.
Ella aceptó y me sorprendí, porque pensé que me daría más trabajo convencerla. De camino al parque comencé a tener una extraña sensación, no se porque, pero no quería ir al parque con ellas, no aún.

-¿Porqué no vamos mejor a la plaza? -dije deteniendome y rompiendo el silencio que se había producido en todo el camino.
-Claro que no, siempre hay demasiadas personas allá -contestó Gabriela- además el parque siempre ha sido nuestro punto de encuentro. 
-Pero podríamos buscar uno nuevo.
-No, Andrea este siempre será nuestro lugar de encuentro -dijo Gabriela con firmeza.
Cuando llegamos  recordaba cada cosa como lucia esa noche, era como estar reviviendo las imágenes a cada paso que daba. Llegamos y cada una ocupó su lugar en la banca de siempre frente a la fuente y de inmediato volví a esa noche, a pensar en él y en cada palabra, cada mirada, cada gesto, cada sensación y claro en nuestro besó. Ese beso que no podía olvidar, había pensado tanto en como sería mi primer beso, y siempre soñaba que fuera Fabian, pero a pesar de que había sido todo tan inesperado, fue inolvidable y si jamás vuelvo a ver a ese chico, me quedaré con su recuerdo, aunque tal vez si no hubiera huido al menos sabría su nombre, pero tengo la esperanza de que tal vez en verano, vuelva a verlo y nos podamos conocer mejor. Pero no dejaba de darle replay a ese momento en mi cabeza.