El sonido suave de la campanilla en la puerta trajo a mí una sensación suave de calidez que recorrió mi cuerpo entero. El primer cliente del día. Levanté la vista del ordenador para observar por sobre la montura de las gafas el momento en el que la joven dependiente guardaba el recién ganado dinero en la máquina registradora.
Mi mirada pesa en unos cuantos segundos y ella respinga al tiempo que me sonríe de manera sumamente tensa. Respondo con una cabezada y vuelvo al ordenador. Posiblemente tendría otra vacante que cubrir pronto, eso y otro relator de mi pésima reputación entre los empleados de toda la cadena.
No era que pudiera negar mi tendencia al perfeccionismo, pero la manera en la que los antiguos empleados referenciaban mi presencia podía asustar incluso a los dependientes de los negocios en prefecturas donde no había siquiera puesto un pie.
Sujeté el asa tibia de la taza a mi lado sobre la mesa y bebí profundamente el potente sabor del té rojo y el jengibre, recordando la cantidad de trabajo que aguardaba de manera expectante en la bandeja de entrada de mi correo electrónico y sobre el escritorio de mi oficina.
Retraje con cuidado las mangas de suave tela rosada de mis muñecas y giré los brazaletes metálicos para alinearlos a la perfección antes de regresar los dedos al teclado y los ojos al documento que significaba el resultado del último evento temático en los salones de té en la prefectura de Yamaguchi. Mi prefectura.
Si tenía que trabajar con otro fracaso como la semana temática en productos de color amarillo tendría demasiadas explicaciones que dar a mi padre y sus hermanos. Una pérdida más como esa y por primera vez en tres generaciones Yamaguchi tendría que reducir el número de actividades en Diciembre.
Era un golpe que no me podía permitir, no con Osaka y Kioto restándole atención al resto de regiones y relegándome a un segundo lugar que no me resultaba para nada cómodo.
Bebí otro sorbo de mi taza, crucé los dedos de manera mental y comencé a descender por el documento de manera casi temerosa. Yendo por la mitad, con más números y estados de balance que palabras en mi cabeza el teléfono vibró de manera estruendosa sobre la mesa de madera, atrayendo la atención de todos los dependientes.
Lo tomé tan rápido como pude y deslicé el dedo sobre la pantalla para tomar la llamada, en realidad había estado esperando ver el nombre desde hacía casi una hora, tal parecía que había decidido tener algo de clemencia o paciencia hacia mí.
— No estás en la oficina — Me ahorré el saludo que tenía entre los labios antes de reír de manera suave, escuchando el sonido de ambiente que acompañaba de fondo a mi interlocutora.
— Tú tampoco lo estás — Me acompañó en mi risa antes de respirar de manera profunda.
— ¿Revistaste el reporte del evento?
— Eso hago justo ahora — Mi respuesta parece ser poco para ella pero yo no puedo agregar nada más en aquel momento, sé que va a exasperarla.
— ¿Y cómo ha ido? Por favor dime que no son malas noticias.
— No lo son, del todo — Respondo apretando ligeramente los molares cuando admito aquello en voz alta. Posiblemente tampoco era lo que ella quería escuchar — Tenemos ganancias, no ha sido el desastre en amarillo de hace unas semanas. Pero no hemos estado ni si quiera cerca de la proyección en ganancias.
Suspiró de manera pesada, no supe si soltando un gran peso muerto o asimilando que nuestro próximo reporte debería estar lleno de excusas. Otra vez.
— No entiendo que estamos haciendo mal.
— No hacemos nada mal — Corrijo de inmediato, utilizando la mano libre para seguir avanzando en el documento con la vista — El departamento de creativos parece decidido a sabotearnos. Sus ideas son cada vez peores.
— Necesitamos despedirlos a todos — Reí por lo bajo, esa era siempre su respuesta a cualquier problema con el departamento que fuera. Lo hilarante es que ella solamente era mi asistente personal.
— Necesitamos motivarlos más, o encontrar un ángulo nuevo — Sin darme cuenta comienzo a tamborilear con los dedos sobre el borde de la computadora.
— ¿Y si le pides a tu padre algo más de presupuesto para el próximo evento?
— Imposible — Respondo de inmediato de manera tajante, sintiendo incluso como mi postura se corrige los cortos centímetros que pude haberme relajado al tomar la llamada — No puedo pedirle más ayuda de la que me ha brindado para llegar hasta donde estoy.
— Siguen los problemas entre primos en la familia perfecta ¿Eh? — Evito responder a eso de inmediato — ¿Tan mal?
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Editado: 20.05.2019